Procedente de otros siglos, recuperado por las majas y luego por una colorida Frida Kahlo, las flores, en tela, en cristal, en metal o a base de perlas, han sido el tónico de la Coronación, desde Kate Middleton a Finnegan Biden.
Las capas y capelinas.
En algunos casos por ser el Manto de la Real Orden Victoriana, de raso de seda azul oscura, con ribetes rojos y un forro de seda blanca sobre el que llevaban la Gran Cruz de la Real Orden Victoriana la nueva princesa de Gales o Sofía de Edimburgo; y en otros casos por decisiones de costura, como la pequeña y monísima Charlotte de Inglaterra, las capas y capelinas han llegado para quedarse.
El total look.
Los atuendos de falda, chaqueta, top, bolso, zapatos y tocado del mismo color vuelven de los 90 y han sido la tónica general entre todas las reinas. También por ser una circunstancia de seriedad y formalidad durante el día. Desde Doña Letizia a Marie Chantal Miller, todas han cumplido con esta tendencia tan potente al final del siglo XX.
El azul klein.
Un azul fuerte, llamativo, entre el azafata y las señales de tráfico, que a veces molesta a la vista, se ha propagado por los armarios reales en esta fecha. Victoria de Suecia y Jill Biden son dos de sus portadoras más conocidas. Muy cansino.
Los vestidos cruzados.
De moda a principios del siglo XXI, sobre todo entre el 2000 y el 2010, los modelos que se hicieron famosos en la moda estadounidense de los años 30 y 40 como trajes de estar en casa para las señoras, reversibles y casi sin tallas determinadas, los retomó en los 70 Diane von Furstenberg y ahora se pueden volver a sacar del guardarropa tan alegremente como lo ha hecho Mary de Dinamarca, que nunca ha lucido más elegante que este pasado fin de semana.