Proclamación del Rey Federico X de Dinamarca
La austeridad de Margarita de Dinamarca ante la indiferencia de su heredero
Vestida de rojo oscuro, seria y circunspecta, la Reina Margarita de Dinamarca firmaba hace unas horas la ascensión al trono de su hijo Federico. Con traje sastre de falda en fresa oscuro, manga larga, falda recta a la rodilla, chaqueta abotonada hasta la cintura, y cuello con estilo de camisa masculina italiana hacía su aparición en los salones del palacio de Christiansborg, tras dejar atrás el abrigo oscuro que la ha acompañado en su recorrido desde Amalienborg hasta allí.
Margarita de Dinamarca llegó al palacio de Christiansborg, donde se ha firmado la sucesión, en un carruaje regalado a sus antepasados por los daneses en 1852, elaborado por los mejores artesanos de todos los ramos en Copenhague. Hay que decir que distaba mucho de la opulencia de las carrozas reales de otros países, pero es que los daneses, que quieren mucho a su Monarquía, son cautos y frugales con los dispendios en líneas generales. La reina ha salido de nuevo camino de Amalienborg, donde reside, en Rolls, sin ruido ni protagonismo, mientras dejaba la escena a Federico, Mary y sus cuatro hijos.
Sin más adorno que unos sencillos pendientes, sus habituales gafas y su clásico recogido estilo Medici, la reina ha mostrado de nuevo hoy que borda siempre el protocolo, quizás históricamente más que ninguna otra reina en el planeta. Y esto quiere decir ir corriente cuando es lo adecuado o ir estelarmente monárquica cuando la situación lo requiere.
Tras la firma de su abdicación en Federico, la Reina Margarita se ha levantado y ha hecho un amago de saludar dando la mano a su hijo, quien a su vez no se ha dado por aludido. Por nervios, falta de experiencia o pasotismo, Federico se ha sentado tranquilamente y ante su impasividad, evitando incluso girarse para mirar a su madre, situada de pie a su izquierda, la expectante Reina Margarita se ha marchado haciendo mutis por el foro. Con ayuda de su bastón, ha salido hacia atrás, sin molestar, sin aspavientos y con total discreción, mientras su nieto Christian, el nuevo príncipe heredero, la miraba sorprendido por la situación.
La Reina Margarita ha sido siempre una de las mejor vestidas. Si bien su porte destacado por su altura le ha facilitado llevar atuendos muy «reales», sus habituales zapatos planos, su discreción y su naturalidad parecían ir en contra de sus éxitos de estilismo. Un diez para una reina impecable, profesional, creativa y discreta.