Los Charms, una tradición milenaria de Nueva Guinea
El profesor Bronisław Malinowski descubrió hace un siglo un antiguo curioso intercambio de colgantes y perlas, piezas de máxima actualidad en la moda este año
El fundador de la antropología social, el polaco Bronislaw Malinowski (Cracovia, 7 abril 1884 - New Haven, USA, 16 mayo 1942) que se afincó en Estados Unidos, desarrolló su metodología basada en la experiencia personal y el trabajo de campo. Y los charms o colgantes, ya fuesen de perlas, conchas o piedras preciosas se convirtieron en una de las tradiciones milenarias que encontró en sus investigaciones en Melanesia.
Malinowski vivió varios años exiliado en las Islas Trobriand, al ser un austrohúngaro residente en Inglaterra durante la Primera Guerra Mundial. En las oficialmente llamadas Islas Kiriwina de Melanesia, profundizó personalmente en la cultura de estos atolones de la costa oriental de Papúa Nueva Guinea.
Los 12.000 habitantes del archipiélago Trobriand son un curioso y socioculturalmente aislado grupo de nativos de la selva tropical actualmente protegido.
En esa zona del Mar de Salomón, en Oceanía, proliferan las conchas originales, el coral y las perlas de calidad. Los trobriandeses, principalmente agricultores para sobrevivir, están organizados en clanes matriarcales con relaciones muy libres. Las mujeres controlan la tierra y las propiedades. Los hombres participan en un «comercio» entre tribus e islas que incluye un intercambio de regalos llamado Kula.
Los hombres de una tribu viajan a otras en barca, con sus mejores joyas, perlas, brazaletes o collares, para regalarlos a los jefes de la tribu visitada, con la que establecen lazos comerciales y de compañerismo para toda la vida.
Los collares o Soulava y los brazaletes o mwali, rotaban de isla a isla en recorridos inversos y estaban hechos con conchas, piedras semipreciosas o perlas, como decimos. Nunca se trataba de piezas útiles para el trabajo de la tierra sino de adornos corporales originales que no permanecían mucho en posesión del mismo individuo, puesto que estos hallazgos y regalos siguen rotando en un circuito eterno. Pero la posesión de estos colgantes, precursores de la moda de charms actuales, otrogaban al poseedor prestigio. Al igual que el Potlatch, fiestas en las que las viandas las traen tribus o personas distintas para compartir, en el kula, los colgantes, conchas o abalorios se convertían en una verdadera moneda de cambio en la zona de Oceanía.
En la zona de las Trobriand, las monedas fueron un dinero primitivo hecho con semillas, moluscos, conchas, perlas, maderas o plumas curiosas. Ya en el Paleolítico el hombre había utilizado algunos objetos como las conchas como elemento ornamental en zonas de Israel o el Magreb. Signo de prestigio y poder se depositaban también en Melanesia sobre las tumbas de los fallecidos sus adornos y amuletos. Y estos colgantes, hoy en día llamados charms o colgantes, antiguamente denominados reliquias, joyas o talismanes, se mezclan y combinan con éxito en pleno 2024 en el mundo occidental, si bien con menos bravura y descaro que en las Trobriand, colgándose a cadenas, collares y pulseras. La antropología también va y viene y sus estudios son punto de referencia.