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Cómo afecta la ausencia de sol a nuestra alimentación

El problema que tenemos en la actualidad con los alimentos representa un auténtico hito en la historia: el surgimiento de nuevas variedades de productos de origen artificial

La fuente de energía de nuestro planeta, la clave de nuestras vidas es el sol. Que genera vitalidad a las plantas y estas a los animales, y plantas y animales a personas ¿Cómo nos afectaría un mundo sin sol? ¿Y con la tierra empobrecida, sin plantas y sin animales por falta de atención humana…?

Parece un mundo triste o terrible, o mortal, según se mire. La cuestión es que podemos hablar al respecto porque conocemos los efectos de la falta de luz solar. Efectivamente, en el año 1815 sucedieron varios acontecimientos que provocaron una alteración del clima importante. Por una parte, hubo varias explosiones volcánicas que redujeron la llegada de luz solar por el polvo depositado en la estratosfera. Los volcanes Mayón en Filipinas, este un año antes, y el Tambora, de Indonesia produjeron unas erupciones de tal magnitud que sumieron a la atmósfera en una oscuridad importante debido a los millones de cenizas volcánicas arrojadas a ella. La entrada de la luz solar fue bloqueada por su acción y la temperatura mundial disminuyó entre 0,4 y 0,7 ºC. El hemisferio norte sufrió una gran escasez de alimentos, y Europa se vio muy afectada. Aquel invierno fue frio y riguroso, y el verano igualmente frio y oscuro, por lo que se conoce a 1816 como «el año sin verano», hasta el punto de que llegó a conocerse también como el año del hambre. La base de la alimentación, las plantas, necesitaban al astro para realizar su ciclo vital, y el resto de los seres vivos las necesitaban a ellas. Somos parte de una naturaleza en equilibrio constante.

La bajada de las temperaturas provocó lluvias y nevadas abundantes y en lugares no imaginados, cercanos incluso al ecuador. Y para complicar la situación se produjo simultáneamente un decaimiento de la actividad solar.

Aquella fue una auténtica crisis de supervivencia. El sol es la clave de nuestras vidas, no solo como personas, por el gozo que producen los atardeceres y las largas jornadas primaverales. Esto es más sustancial, si me permiten, el sol es vital para nosotros, somos seres que formamos parte de un ciclo natural en el que todos estamos entrelazados, es el inicio de la cadena que nos proporciona alimentos. Aquella anomalía no fue la única, por cierto. Los climatólogos conocen este tipo de acontecimiento como «invierno volcánico», y se produjo en más ocasiones. El final del Imperio romano, por ejemplo, en el s. VI d. C. estuvo marcado por una de estas fases provocada también por actividad volcánica. A mediados del s. XV, el volcán Kuwae sumió el mundo en una de estas catástrofes, y en 1600, el Huaynaputina -Perú- sumió al mundo en un año de hambres, en el que Francia y Rusia padecieron especialmente.

Del sol se nutre todo lo vivoGTRES

La cuestión es que la vinculación de todos los factores para nuestra supervivencia, y también para nuestro confort, para nuestra salud sobre todo y para el bienestar humano, es el sol, de él se nutre todo lo vivo. Y sin él, como durante los inviernos volcánicos, no podríamos alimentarnos. Lo necesitamos para cumplir los ciclos biológicos: en primer lugar, del astro procede la energía solar, también el ciclo del agua, de cuya actividad se genera la vida: plantas, animales, personas. Son los ciclos biogeoquímicos, que se activan en primera instancia gracias a la radiación solar. Estos ciclos garantizan no solo la vida, sino los nutrientes que la generan. La clave para no desequilibrarlos es evitar la deforestación, sembrando flora autóctona, por ejemplo, evitando incendios y limpiando el monte. El ganado cumple en este sentido un papel fundamental, que está siendo ninguneado de una forma lamentable.

¿Qué es la soleína?

El problema que tenemos en la actualidad con los alimentos representa un auténtico hito en la historia. Jamás había sucedido nada parecido: el surgimiento de nuevas variedades de productos de origen artificial. Productos que rompen el ciclo del sol: están naciendo en laboratorios imitaciones de carnes, de pescados, de huevos y leche… y hasta uno reciente, la soleína. Según sus creadores, que se encuentran en Singapur, es un polvo que nace de la actividad de microbios, aire, electricidad y fermentación. Y se enorgullecen de haber creado el primer producto que se «libera» de la tierra y del clima. También del sol y de la vitalidad natural que genera y a la que nosotros mismos pertenecemos. Productos que están fuera del ciclo, y cuya experimentación sobre seres humanos es inexistente. No sabemos cómo van a interferir en nuestra salud, en la vida, en el futuro, en la humanidad.

Esta es la clave ¿Será seguro/saludable/posible romper la esencia de nuestra naturaleza para depender de alimentos que son ajenos al ciclo natural? Es decir, que son independientes del sol, de la tierra, del clima... ¿Cómo afectarán esos alimentos a los seres humanos en el plazo medio? Y, «liberarnos» de la tierra ¿qué significa exactamente? ¿Es realmente un proceso liberador o más bien una condena?

Los objetivos finales de este auténtico aluvión de suministros artificiales cuyos efectos ignoramos también nos son desconocidos. Todos ellos, eso sí, están presentados bajo el manto de exquisitas campañas de marketing. Mientras esto sucede, hay muchos instalando huertos domésticos y mirando detenidamente cada etiqueta de los productos que nos sirven. Somos otro puñado a los que no nos ilusiona hacer de conejillos de Indias.

Y usted ¿Qué actitud va a tomar frente al riada de productos artificiales? Esa es la pregunta, y es también la cuestión fundamental para las empresas productoras, saber lo dócilmente que se va a comportar la población ante sus productos que presentan como salvadores de la humanidad. Pero que no lo son.