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´Primer desembarco de Cristóbal Colón en América´,Puebla y Tolín, Dióscoro Teófilo

Gastronomía

El gran descubrimiento gastronómico de Cristóbal Colón

Restaurar la figura, las hazañas y los logros de los españoles en la historia se hace necesario, en especial en la América española

Se conoce el doce de octubre como el Día de la Hispanidad, el de Colón, día de la Raza, Discovery Day, Pan-American Day, o sencillamente el Doce de Octubre, pero en cualquier caso, representa y es el recuerdo del encuentro entre dos mundos. El día que se celebra la epopeya capitaneada por Colón, un tenaz, constante, inquebrantable hombre, con firme claridad en un propósito en el que depositó una seguridad que aún hoy impresiona. Los especialistas siguen analizando minuciosamente su vida y sus pasos sin terminar de concluir su origen, las motivaciones, las esperanzas y el auténtico conocimiento de este gran personaje de la historia.

La ridícula preñez de wokismo de esta sociedad ha conducido a ambos lados del mar que nos une a ultrajar las estatuas y la memoria del personaje, el «grandehombre» que tanto aportó a la historia. Lo peor es que ideologizar torcidamente los hechos históricos provoca una visión falsa de los acontecimientos, a la que muchos se acogen y donde encuentran motivos para la excusa. También conduce a desdeñar las mejoras que conoció el mundo tras el Descubrimiento gracias a la fortaleza y perseverancia colombina para llegar a donde estaba seguro de que llegaría.

El siglo XXI es mejor, mucho mejor, no solo para España y América, también para el mundo entero, con el hallazgo del gran continente hermano. Con el Descubrimiento de Colón. Gracias a él se abrió un nuevo mundo, una nueva Era, la de los Descubrimientos, la del auténtico contacto entre tierras y gentes que no se conocían. Adquiría un sentido la confluencia de mundos que se habían separado hacía milenios y que se encontraban de nuevo, caían barreras, porque todos eran hijos de la misma humanidad.

Restaurar la figura, las hazañas y los logros de los españoles en la historia se hace necesario, en especial en la América española. La América de edad dorada no existió jamás, como ninguno de los mitos de los orígenes, es solo una fantasía. Los indígenas fueron considerados por la Corona libres vasallos de Castilla en un plazo muy breve de tiempo, con sus derechos y sus obligaciones, y la esclavitud fue prohibida en 1500.

Juzgar y condenar por anticipado, desde la visión del s. XXI hechos ocurridos hace más de 500 años es no comprender la historia, ni entender cómo la recién descubierta América terminó formando parte de la Historia Universal. Nada fue perfecto, como nada humano lo es, y el proceso tuvo repercusiones para los indígenas pero en ningún caso hubo un genocidio intencionado, como la leyenda negra inglesa y holandesa han pretendido (que no por casualidad eran entonces los rivales de los reinos de Castilla y Aragón).

Y fue justamente entonces, y gracias a en primer lugar Colón, y después a otros descubridores, cuando llegó la era de los alimentos de todos para todos, de la abundancia de proteína animal para América (cerdos, cabras, ovejas, vacas, caballos, gallinas que llegaron para subsanar de una vez y para siempre este grave problema), de la posterior cocina criolla teñida de África, de creación de tradiciones que allí incluían la herencia local, indígena, que enriquecía los modos del siglo de Oro español. Y así, arroces, quesos y lácteos, lentejas bíblicas, frutos secos, grasa de cerdo y frutas, verduras y hortalizas europeas (plátanos, dátiles, granada, uvas, ciruelas, sandia y melón, cítricos, col, zanahoria, cebolla, ajo, perejil, judías verdes, espárragos y muchas más), y por supuesto el azúcar, se convirtieron en la base de una alimentación que hoy no se entendería sin ninguno de estos productos.

Como por el otro lado, ni la cocina española, ni la internacional se comprenderían sin el gran aporte americano de productos como los tomates, las patatas, los pimientos, el cacao o el pavo. El cruce entre culturas, el afecto que llevó a crear platos mestizos como la chipá paraguaya, los mexicanos tacos de carnitas y las quesadillas, las empanadillas argentinas, el sancocho dominicano o el gallopinto costarricense, entre multitud de platillos y elaboraciones… formaron parte de una unión que hay que volver a fortalecer. Porque nos une algo sustancial: una misma lengua y una historia común.

Los disparates de una mal perpetrada corriente indigenista sobre la destrucción sistemática de las nuevas tierras son falsos. Los distintos pueblos mantuvieron sus privilegios con excepción del gran Moctezuma, y muchos de los conquistadores de otros pueblos fueron sus propios antiguos contrincantes, otros indígenas, sencillamente. Sin tratar de hacer de Colón alguien perfecto, algo inexistente en lo humano, sí merece el homenaje del doce de octubre por haber dado lugar al encuentro.

Los españoles, en América fundaron Universidades, crearon ciudades, muchas de ellas de trazado más limpio y ordenado que las propias españolas de la época. No había colonias, pero sí había Virreinatos, Provincias y Capitanías Generales. Está de más imaginar que hubiera pasado en la historia americana si España no hubiera llegado entonces, o si lo hubiera hecho otra potencia internacional, porque la historia no es conjeturable, pero quizás es bueno tenerlo en cuenta a la vista en el momento actual en que se tiran estatuas o se tergiversa la misma historia.

Gracias a Colón hubo, además, un Bartolomé de las Casas, unas misiones jesuíticas, y una clase criolla emergente heredera de ambos mundos y de la que hoy descienden sus habitantes. Aquellos españoles que dejaron su país para formar parte de ese otro mundo son sus antepasados, y no lo son los ilusorios hijos de la falsa leyenda del «buen salvaje» porque no existieron. Y si bien nada fue ideal, fue mucho mejor que si hubiera continuado la violencia salvaje de sacrificios humanos y de canibalismo, o la gran diferencia entre el progreso de Europa y América.

Esa lengua propia, en esa mesa común, la posibilidad de ese entendimiento se hace de nuevo necesaria para todos. Porque ya lo hicimos, es necesario volver a conseguirlo.