Fundado en 1910

Negociaciones entre españoles y tlaxcaltecas, mural de Desiderio Hernández

Gastronomía

La primera globalización

Ninguna otra potencia nunca en la historia, ha amado, ha construido, ha edificado, ha regalado, ha organizado y ha enseñado lo que España en las provincias recién descubiertas

¿Sabía que los indios fueron considerados vasallos de la Corona española desde el principio de la conquista? ¿Sabía que Isabel la Católica se preocupó por el bienestar de los nuevos súbditos? No hubo contención en el llevar, no hubo contención en el aprender, no hubo contención en el aunar

Encontré un rato para ver este fabuloso documental, Hispanoamérica, canto de vida y esperanza. Y me alegré mucho. Arte, paisajes, personas, el inmenso barroco americano que he tenido la oportunidad de conocer de primera mano, así que en muchas escenas me sumergía en mis propias vivencias mezclando las imágenes y los recuerdos.

He expresado en este mismo medio en otras ocasiones cómo España dejó allí lo mejor de sí misma: un urbanismo exquisito, con calles en damero bien trazadas (con frecuencia mejor diseñadas que las propias ciudades de la Península), grandes catedrales con el mejor arte barroco; e incluso Universidades, la primera fundada en tiempos del Rey Carlos I, la «Real Universidad de Lima», en el Virreinato del Perú.

Crecieron en aquella parte de España, porque eso fue, y jamás colonias: música al calor del flamenco, grandes escritores, religiosos y artistas, todo un nuevo mundo de posibilidades en su máxima extensión de la palabra. Todavía quedan entre las mejores piezas de la imaginería andaluza de Semana Santa «Cristos de cañas», muchos procedentes de México.

Y las primeras obras en náhuatl las escribieron sacerdotes españoles, como el Arte de la lengua mexicana, del padre Horacio Carochi o el Vocabulario en lengua castellana y mexicana del padre Alonso de Molina. También la Grammatia o Arte de la lengua general de los indios de los Reynos del Peru y el Lexicon o Vocabulario de la lengua general del Perú, llamada Quichua, de Fray Domingo de Santo Tomas fueron otro de los importantes pasos en la comprensión, preservación y cuidado con la lengua y las personas. Lo que manifiesta explícitamente el autor en su obra.

Los ciudadanos españoles de las provincias americanas podían asistir a la Universidad como estudiantes, ya fueran mestizos hispano-indios o mulatos. Y los religiosos tenían que aprender la lengua correspondiente si iban a impartir su ministerio. El aprecio por lo que poco a poco se conocía y que prendió su atención en primera instancia se valoró como merecía. El pronto aprendizaje de la Medicina en tierras americanas dio lugar a la creación de numerosos hospitales que se edificaron igualmente en fecha temprana. Todas estas circunstancias y muchas más, se encuentran ricamente expresadas a través de la lúcida mirada de López-Linares y del testimonio de innumerables investigadores, profesores, científicos y especialistas de diferentes áreas del conocimiento.

El éxito de la cinta es que el espectador observa un mundo exótico que a la vez es como estar en casa. Casi imposible, pero logrado. Todo respira ese aire familiar de las construcciones, las pinturas y las ciudades españolas. Lo único que extraña es que las comidas hayan quedado atrás, porque su herencia es extraordinaria y todavía palpita en toda Hispanoamérica.

¿Qué sería América sin queso, que llevaron los españoles? ¿habría podido hacer sor Juana Inés de la Cruz las tortas de arroz o los buñuelos de queso que tan bien elaboraba? Aquellos platillos condimentados con chocolate o jitomate, con base de maíz y condimento de chile no hubieran podido mezclarse con vinagres y pasas, con almendras, clavo y pimienta, con agua de azahar, azúcar o azafrán sin la participación de ambos mundos. El famoso plato de los S. XVI y XVII, el gigote, pasó de la Península a las provincias novohispanas y allí se enriqueció y alegró con picantes jamás vistos hasta entonces. Y el guajolote se empezó a guisar al estilo de los ricos pollos estofados peninsulares, mientras aparecían en las cortes virreinales huevos moles y yemas, chorizos y morcillas, aceitunas y panes de trigo.

La herencia cultural palpita en los platos, se transmite, se mezcla, se bate, se agita y da forma a un nuevo elemento en cualquier lugar que se hable español. El ajo y el ajonjolí, el cerdo y el anís hicieron su presencia en América. No hubo contención en el llevar, no hubo contención en el aprender, no hubo contención en el aunar. Y los famosos oros que tanto reclaman quienes menos saben, allí se quedaron, que ninguna otra potencia nunca en la historia, ha amado, ha construido, ha edificado, ha regalado, ha organizado y ha enseñado lo que España en las provincias recién descubiertas.

Donde todos sus habitantes eran españoles, gracias a las «Leyes de Burgos o Reales ordenanzas dadas para el buen Regimiento y Tratamiento de los indios» y a las «Leyes Nuevas». En las que legalmente se abolió la esclavitud, donde se eximió a los menores y embarazadas de trabajar, donde se reguló una buena alimentación y hasta la calidad del lecho y decenas de detalles semejantes. La Reina Isabel I de Castilla los consideró legalmente vasallos y se preocupó por su bienestar.

Bienvenido un documental que recrea la belleza de lo que ocurrió, y que genera nuevas posibilidades de acercamiento desde el pasado entre las dos partes del Atlántico que una vez fueron una sola.