Fundado en 1910

El landó es herencia de Casa Lucio, del inolvidable Lucio Blázquez

Vete de mi parte

El landó, imperio gastronómico de Madrid

El jamón de categoría especial del que presumen y un tomate con el aliño personal de la casa son el preámbulo a una comida feliz

El Madrid del Palacio Real es un Madrid de gran altura turística y gastronómica. Deambular por esas calles estrechas, donde todavía se siente viva la historia madrileña de siempre, es un inmenso placer. Por allí está el Café de Oriente, centro neurálgico del bien vivir de la zona, o El anciano rey de los vinos, una prolongación del Madrid castizo y verbenero que revienta de alegría los fines de semana; o El café de Chinitas y El corral de la morería, auténticas catedrales del flamenco, considerados como dos de los mejores tablaos de Madrid.

La catedral de La Almudena se llena cada día de madrileños y visitantes que quieren ver de cerca uno de los mejores atardeceres del mundo, cuando el sol se acuesta sobre los jardines de Sabatini y pinta los cielos de un rojo sangriento.

Pepe Domingo Castaño

Así es este barrio de Madrid, elegante y variopinto, al que un día llegó el gran Lucio Blázquez para montar otra de las joyas de su imperio gastronómico, El landó. Tras Casa Lucio, el viejo Madrid (hoy convertido en un Los huevos de Lucio), el tabernero mayor del mundo quería estar en el cogollo madrileño del entorno de la Plaza de Oriente y puso al frente de su nuevo restaurante a su cuñado Ángel González, que ha sabido colocarlo, con maestría y personalidad, entre las mejores opciones gastronómicas de Madrid. Tras su jubilación, ha entregado los trastos a su hijo Angelito, quien, con la dirección inestimable de Alejandro Arribas y tras una ligera remodelación, mantiene en todo lo alto su categoría y su sabor.

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Lo mejor de El landó es cómo te reciben en la mesa, con una buena ración de ese jamón de categoría especial del que presumen –y con razón– y ese tomate finamente cortado con el aliño personal de la casa, que son el preámbulo a una comida feliz. Me sorprendieron mucho las coquinas, porque no me esperaba encontrarlas en la carta y puedo jurar que estaban buenísimas.

En El Landó hay que, probar, inevitablemente, los torreznos, porque forman parte de sus grandes especialidades. Tienen el punto perfecto y no empalagan, como ocurre con muchos de los que sirven por ahí, que están sobrados de aceite. No pueden faltar en un restaurante de la marca Lucio los huevos rotos a su estilo, que ha conseguido elevar a la categoría de plato mundial. Es, sin duda, una de las grandes estrellas de la carta.

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Los callos no le van a la zaga, son extraordinarios y creo que están, ahora mismo, entre los mejores de Madrid. A quien le guste la carne, que pida un steak-tartar y va a saber lo que es bueno, se lo preparan con mimo y con cariño, y los que los han probado dicen que están de matrícula de honor. Las carnes en general, tienen aquí un tratamiento de altura, fileteada y en su punto, siempre al gusto de los comensales.

Me gustaron mucho las chuletitas de lechal con ese poderío de sabor que tiene la buena carne de cordero. No faltan en la carta los pescados y es una opción de garantías para quienes prefieren el mar a la montaña. Vale la pena sentarse en El landó a disfrutar de una buena comida castiza, con un gran equipo capitaneado por Alejandro Arribas empeñados todos en hacerte la vida más fácil. Y hasta podéis ir de mi parte si os apetece. No os van a defraudar.

El landó

Plaza Gabriel Miró, 8
28005 – Madrid
Tfno. 981 366 76 81