Vete de mi parte
Taberna San Mamés, tradición de la gastronomía capitolina
Picoteo excelso en uno de los templos castizos de Madrid
Madrid es una ciudad única en casi todos los aspectos. Pasear por sus calles es empaparse de un sabor inconfundible a buen comer, buen beber y buen vivir. A mí una de las cosas que más me gusta de Madrid es el tipismo y la hondura madrileña de sus tabernas, que mantienen, aquí y allá, esa tradición incombustible de lugares mágicos y siguen encumbrando en sus fogones los platos con más solera y sabor de la gastronomía capitalina.
Las autoridades de la ciudad han tenido la buena idea de premiar con su apoyo, su ayuda y su aliento a 12 establecimientos que pueden presumir de ser santo y seña del Madrid de toda la vida. Desde Ciriaco a Casa Alberto, de Antonio Sánchez a la Ardosa, de Botín a la Posada de la Villa, de Malacatín al Abuelo, de Lhardy a Casa Labra, pasando por Casa Pedro y el Café Gijón, en todos esos lugares benditos se pueden degustar los manjares más castizos en unos marcos que presumen, con toda la razón, de ser incomparables.
Entre esas tabernas elegidas para la gloria no está una de las que, con el paso de los años y por encima de modas y cambios de gustos, mantiene en todo lo alto el prestigio y la calidad de lo madrileño, Taberna San Mamés, en un barrio populoso de pura raigambre madrileña, en Bravo Murillo. Les explico cómo conocí San Mamés. Pertenezco a una pandilla llamada Los cabritos y todos los viernes nos reunimos para darle gracias a la vida con buenos manjares.
Cada semana invita un miembro de dicha pandilla. La última semana le correspondió invitar a nuestro amigo Miguel Ángel Rodríguez Pons y nos llevó a esta maravilla de sitio. Solo entrar es sentir muy adentro el encanto de un lugar de culto . Muy íntimo, sencillo, agradable, distinto…
Empezamos con una ensaladilla de la que me habían hablado maravillas y no me defraudó. Quizás le faltase un toque amargo para mitigar el sabor purísimo a buen aceite, pero eso va en gustos y esa apreciación mía no rebaja para nada su calidad. Seguimos con unas anchoas que tenían patente norteña de Santoña, no muy grandes, pero en todo su esplendor de sal y de pureza. Nos atrevimos con unos chipirones guisados que nos recomendó el personal del lugar y acertamos plenamente porque nos supieron a gloria bendita.
Lo de los garbanzos guisados de Fuentesaúco elevaron la comida a límites de éxtasis. Y hasta repetimos. Con eso está dicho todo. Y como apoteosis final, los callos. Dicen que son los mejores de Madrid y algo tendrá el santo cuando lo bendicen, que dice el refranero popular. No pudimos tener mejor final para un picoteo excelso en uno de los templos castizos de Madrid, que merece estar entre sus tabernas protegidas. Les aconsejo que se acerquen por allí y repitan nuestro menú. Nosotros, Los Cabritos, aún estamos chupándonos los dedos. Vayan de nuestra parte, por si acaso. ¡Y que les aproveche!
Taberna San Mamés
28003 – Madrid
Tfno. 915 34 50 65