Fundado en 1910

Un templo de sabores y de letras

Vete de mi parte

Casa Ciriaco, seña del Madrid castizo y comercial

El restaurante al que queremos rendir homenaje por haber mantenido, intactos, los sabores madrileños de toda la vida

En los alrededores de la calle Mayor, Madrid es puro y distinto, se abre paso por lugares increíbles, en los que la vida sonríe y la felicidad nace en cada esquina. Vienes desde la Puerta del Sol, saliendo de aquella esquina mágica en la que Enrique Busián fundó un imperio que durante años fue santo y seña del Madrid más castizo y comercial, y atraviesas esa calle variopinta que esconde mil secretos y mil historias de las que han ido haciendo grande a la capital de todas las Españas.

Me gusta pasear el pasado con ojos de presente, detenerme un instante en la plaza Mayor, para soñar con corridas taurinas imposibles en un marco único; detenerme en el mercado de San Miguel, ahora convertido en un espectáculo gastronómico multitudinario, en el que hay casi de todo y al que acuden todos los visitantes de Madrid para hacerse la foto del día y probar lo más granado de los manjares madrileños.

Vuelves sobre tus pasos y haces parada y vermut en Casa Paco, inolvidable lugar de buenas carnes y mejor queso, que huele a Madrid por los cuatro costados. Y, por último, con ganas de más pureza, de más verdad y de más casticismo, llegas a la casa desde la que Mateo Morral, allá por los tiempos de otra monarquía fallida de 1906, lanzó la bomba que casi acaba con el rey de los amores prohibidos. Y allí, en el bajo de ese edificio histórico, está el restaurante al que queremos rendir homenaje por haber mantenido, intactos, los sabores madrileños de toda la vida.

Casa Ciriaco tiene solera, aquí se reunían los sesudos amantes del buen comer para entregar el premio Julio Camba, aquí crecieron peñas y pandillas, aquí dejó Mingote muestras de su arte y muchos otros nombres ilustres hicieron de Ciriaco un templo de sabores y de letras. Durante mucho tiempo, los hermanos Chicharro, Ángel y Godofredo, llevaron el negocio con mano de santo. Hace pocos años, Alfonso Delgado y su socio Carlos, han decidido recuperar el alma de esta casa de comidas y situarla de nuevo entre los restaurantes más típicos de Madrid, manteniendo su historia, su pasado y su carta primigenia, en un ejemplo de cómo hay que recuperar lo más querido de una ciudad.

Allí estuvimos los de nuestra peña Los cabritos, invitados por Juan Carlos Montero, y pudimos volver a saborear todos aquellos platos que han ido marcando la historia de este restaurante, venido a más desde hace algunos años. Desde los callos, hecho con esmero y cariño, hasta la gallina en pepitoria, una receta con más de 100 años, todo un clásico de Ciriaco y que nunca podrá faltar en su carta, hasta el rabo estofado, una delicia de pureza, o las famosas albóndigas de ternera, una de los lujos de este lugar extraordinario, que sigue conservando los viejos comedores remozados y el impresionante Comedor Real, en el que la vida parece detenerse. No puedo olvidarme del cocido, uno de esos platos que han crecido en el alma culinaria de una ciudad como Madrid, tan llena de vida y de pasión. La carta tiene muchas más sorpresas, pero me conformo con recomendarles éstas, en la seguridad de que Casa Ciriaco no les va a defraudar en este trocito del Madrid de la Calle Mayor, una calle distinta y feliz, en la que la vida se vive de otra manera.

Casa Ciriaco

Calle Mayor, 84
​28013 Madrid
​Tfno. 915 48 06 20