Fundado en 1910

Rosquillas de San Isidro de la pastelería El Pozo

La IA no puede con las rosquillas de San Isidro

En las fiestas madrileñas se comen rosquillas y ahí la inteligencia artificial pincha en hueso

Cinco pastelerías centenarias, que juntas reúnen 780 años, se han unido para proponer, durante el fin de semana en el que se celebra al santo castizo, un Madridulce.

Las rosquillas ni son tontas, ni listas y mucho menos francesas y el 13, 14 y 15 de mayo se podrán disfrutar. El Pozo ha creado las rosquillas de violeta; Casa Mira las rosquillas con cobertura de turrón; El Riojano parte de la versión clásica y elaborará la de madroño; La Mallorquina, una rosquilla de frambuesa y La Duquesita rosquillas con pistacho y sal. Los ingredientes son los clásicos; harina, huevos, azúcar, levadura, anís, aceite y mucho amor.

Rosquillas de diferentes sabores

El Pozo

Fundada en 1830, es la pastelería más antigua de Madrid y sigue ofreciendo dulces tradicionales que se elaboran cada día en su obrador. Los hojaldres y el roscón de Reyes son sus señas de identidad y para las rosquillas proponen el color y el sabor violeta.

Desde hace tres generaciones, la familia Leal dirige la antigua pastelería de El Pozo con que, a punto de cumplir 200 años, sigue con su mobiliario original, el mostrador de mármol y madera, la singular máquina registradora o la balanza de dos platos si quieres que te pesen las viandas a la antigua.

Casa Mira

Abrió sus puertas en 1842. El fundador, Luis Mira, comenzó viajando con sus turrones desde Jijona a Madrid y pocos años después abrió la primera tienda en la Plaza Mayor que en 1855 trasladaría a la Carrera de San Jerónimo.

Casa Mira alcanza las seis generaciones familiares y se considera la primera tienda de turrones en Madrid de fabricación artesanal e ingredientes tradicionales, como el turrón de almendra y el de Jijona. Sin desestimar los mazapanes, nueces, fruta confitada, polvorones o el marrón glacé. Y como no podía ser de otra forma las rosquillas las cubren con turrón.

El Riojano

Dámaso Maza era el pastelero de la reina María Cristina de Borbón cuando, en 1855, fundó El Riojano. Como no tuvo descendencia, fueron sus maestros pasteleros los que dieron continuidad al obrador.

Durante más de 150 años por la pastelería de la calle Mayor han pasado apasionados del dulce buscando su «pasta del Consejo», creada para Alfonso XIII y ahora lo harán pidiendo las rosquillas de madroño. Sus vitrinas, mostradores y elementos en mármol, bronce y caoba siguen inamovibles desde el siglo XIX.

La Mallorquina

Fundada en 1894, La Mallorquina es una pastelería familiar que le pone olor dulce a la Puerta del Sol de Madrid. La Mallorquina siempre bulle porque sus napolitanas de crema o chocolate, trufas, tarta de fresa, la bamba de nata, las pastas de té o los bartolillos, que son una delicia. Las rosquillas de San Isidro las vende con frambuesa.

La Duquesita

La Duquesita comenzó en 1914 y durante su trayectoria, vinculada a la familia Santamaría, se consolidó como una de las pastelerías emblemáticas de Madrid. En 2015, nada más cumplir cien años, cerró, gracias a que Oriol Balaguer se enamoró del lugar y de su historia. Meses después del susto, volvía a abrir. La pastelería ha conservado los elementos originales –espejos, vitrinas y mostradores– porque es un espacio protegido y allí se encuentran las rosquillas de pistacho y sal.