La mesa donde no pudo cenar Serena Williams y es casi imposible reservar en el París Olímpico
Millonarios y royals protagonizan su propia competición por hacerse con un hueco en los mejores restaurantes, junto al Sena o con vistas a la Torre Eiffel
Los focos iluminan solo los escenarios donde se disputan las medallas, pero ocurren infinidad de cosas interesantes que no suelen trascender en esta ciudad convertida en epicentro veraniego del poder con una vida social tan intensa como la deportiva. La concentración de personalidades, estrellas del mundo del espectáculo y la moda, atletas icónicos, empresarios, políticos, propietarios anónimos de cuadras o de equipos deportivos es superlativa, especialmente estos días de finales. La prensa francesa se hace eco del lleno total en el aeropuerto de Le Bourget, el que utilizan los aviones privados. Las suites de los mejores hoteles han colgado el cartel de completo, no así los establecimientos hoteleros o gastronómicos más modestos, aquellos que hacen negocio con los parisinos y turistas de clase media que ni están ni se les espera por el momento. Es en el otro extremo, en lo mejor de lo mejor, en el rien ne va plus parisino donde se concentran las listas de espera y las mesas casi imposibles de conseguir. «El problema es que todos quieren ir a los mismos sitios», comenta a El Debate un jefe de sala de un renombrado restaurante. Y no será por falta de opciones. París es una fiesta gastronómica. Diez restaurantes de la ciudad lucen tres estrellas Michelin, dieciséis tienen dos y nada menos que 121 tienen al menos una estrella.
Pero no todo es cuestión de alta gastronomía. Porque también se puede figurar en la lista a base de un sencillo pollo asado. «El restaurante parisino más difícil de reservar en este momento es L’Ami Louis», señala a El Debate Jean Michel de Alberti, reconocido periodista parisino y experto en gastronomía. «El restaurante es una verdadera institución y fue adquirido justo antes de los Juegos por LVMH», explica. Si la empresa de lujo número uno del mundo se fija en un establecimiento abierto hace más de 100 años cuy plato fuerte es el pollo asado es porque forma parte del patrimonio gastronómico francés en la categoría de institución. También es célebre por su excepcional bodega y por la calidad de sus productos. Su especialidad son sus deliciosos confitados de pato servidos fríos, su gros gris de Bourgogne, su caza, sus legendarios pollos asados, sus pasteles de patatas al ajillo, su fantástica bodega.
L'Amis Louis se encuentra en una calle tranquila, poco glamurosa, alejada de las zonas turística o de ese París de la grandeur que sus actuales visitantes vips llegados de Asia, de América o de Australia quieren disfrutar. Por eso la ubicación tiene mucho que ver con la elección de las mesas más demandas. Sin duda una de las que tiene mejores vistas de París, con la Torre Eiffel de fondo, que sobresale en este mar de tejadillos, es L'Oiseau Blanc, uno de los dos restaurantes gastronómicos del Hotel Península, donde se aloja un buen número de norteamericanos. Fue en ese restaurante donde días pasados intento comer con su familia Serena Williams sin conseguirlo. La tenista se quedó en redes alegando que estaba vacío y el hotel ha tenido que dar explicaciones sobre alegando que todas las mesas habían sido previamente reservadas con mucha antelación. Polémica servida: hay quien dice que por ser mega estrella mundial pensaba que encontraría mesa y hay hasta quien dice que fue un acto racista y que no quisieron atenderla.
Quien sí tuvo más suerte o más previsión fue una de las parejas de estas olimpiadas, la formada por el rapero Snoop Dogg y la empresaria televisiva y perfecta ama de casa cocinitas, Martha Stewart. Tras ofrecer una de las fotos de la jornada en Versalles se fueron a cenar espléndidamente a Le Cinq, uno de los mejores triestrellados, sito en el lujoso hotel Four Seasons. La factura de la cena no fue barata no, pero seguro que lo hizo mella al bolsillo de Snoop Dogg. Se rumorea que gana medio millón de euros al día en París por servir de comentarista deportivo de la NBC. 500.000 euros más gastos, por lo que se deduce que la cena ni siquiera la pagó él.
El problema aquí no es la factura sino la mesa. Las más demandas junto al Sena, protagonista de esta Olimpiada, son las del legendaria y varias veces centenario Tour d’Argent y las del jovencísimo Plenitud, con el chef Arnaud Donckele, en el hotel Cheval Blanc. El primero ha sido recientemente renovada y su pato es toda una institución. El segundo es el domino del todopoderoso presidente de LVMH, por lo que por su gastronómico han pasado todas las celebrities relacionadas de un modo u otro con la moda.
Solo rivaliza en dificultad para conseguir mesa con buenas vistas el único restaurante situado en la Torre Eiffel, el mítico Jules Verne. Absolutamente imposible tener una mesa por muy vip que uno sea. Igual que el célebre Ducasse sur Seine, el crucero fluvial capaz de satisfacer a los mejores paladares. El rey de la gastronomía francesa, el que sirvió la cena de gala ofrecida por Macron a jefes de Estado y autoridades en el Louvre, también es el responsable del restaurante gastronómico del lujoso hotel Meurice. Naturalmente, sin disponibilidad estos días.