Fundado en 1910

Shangrila Dimsum

Restaurantes

Un restaurante chino en Madrid a buen precio y con un Sol Repsol

Su arroz tres delicias, las costillas agridulces y la ternera con pimientos y bambú son los súperventas.

En los años 80 comenzaron a surgir, como setas en otoño, los restaurantes chinos. Eran famosos por sus extrañas combinaciones gastronómicas y por ser baratos. Era raro no darse de bruces con un «chino» cada dos calles. Su arroz tres delicias, las costillas agridulces y la ternera con pimientos y bambú son los súperventas.

Luego llegarían los japoneses, los tailandeses y los coreanos. En Madrid, en un lugar poco atractivo como eran los bajos de la plaza de España, en un subterráneo habitaba uno de los chinos más famosos y más visitados de la ciudad. Y en la superficie, se ubicaba El Buda feliz, un nombre sugerente con una cocina tan atractiva, que hasta el Rey Juan Carlos celebró uno de sus cumpleaños en tan afamado lugar.

Ahora, los herederos de ambos lugares, que pertenecen a la generación de asiáticos que han nacido y estudiado en España, ponen en marcha un lugar que es un éxito los siete días de la semana y a cualquier hora del día. Siempre hay cola tanto para comer dentro, como para llevarse la comida. Desde la una que abren hasta las doce que cierran, la cocina funciona sin pausa.

Se llama Shangrilá y acaba de recibir un Sol Repsol. Ellos se definen como un dimsum bar, esos comedores orientales especializados en empanadillas al vapor. Comida casera con recetas familiares de los cocineros del restaurante. Tengo que reconocer que yo no he comido sus empanadillas, pero sí uno de sus superventas, los tallarines, que también son receta familiar. Son ligeros, más blandos que los italianos y también más gruesos. No probé las empanadillas, pero sí los rollitos de pato, crujientes, sin grasa y con ese acompañamiento fresco del pepino y la cebolleta. El postre me lo podría haber ahorrado, los mochis y el helado de té verde, no me llamaron la atención, pero sí los rollitos Shangrila de entrante porque no eran grasientos y sí muy crujientes y sabrosos.

Las raciones son generosas y los precios económicos, eso son dos de los poderosos motivos de su éxito, pero también, su rapidez, el servicio y la carta variada, que son posiblemente elementos para haberle dado un Sol Repsol.

Sartén de verduras y pollo

Un detalle que encontré muy curioso, es que Shangrilá se ubica en el mismo espacio que el primer restaurante chino que abrió en Madrid en 1963, a escasos metros de una comisaria de policía. En 1962, tres jóvenes cocineros chinos de Hong Kong llegaron a Madrid y meses después entraron a trabajar en el primer restaurante de este tipo de comida en la capital.

El concepto era de lo más exótico que se podía concebir en aquellos tiempos, farolillos de papel, decoración con dragones dorados y sillas floreadas. Menos recargado y con más visibilidad, ocupa un esquinazo con grandes ventanales a la calle, pero con el mismo espíritu oriental de aquellos primeros restaurantes chinos de los años 70, los sucesores de los tres cocineros hongkoneses siguen la senda de sus mayores.