Esta localidad ha sabido hacerse un hueco en el litoral gaditano ofreciendo un amplio abanico de propuestas turísticas. Aunque la tentación nos llame para dirigirnos directamente a los 14 kilómetros de playa que posee, un paseo por el casco antiguo es toda una delicia. Blanco y repleto de calles sinuosas y pequeñas, ha sabido conservar el legado andalusí de las villas marineras. Por no hablar de su puerto, situado junto al faro de Roche, y ensenadas muy anchas de arena fina y dorada como la del Palmar, la de los Bateles o la Fuente del Gallo. A partir de esta última, además, encontraremos una serie de calas: Puntalejo, Aceite, Poniente y Roche.