Uno de los mayores tesoros de Nueva Zelanda es, sin duda, su naturaleza. Llama realmente la atención cómo en dos islas puede haber tanta variedad de paisajes y de lugares mágicos. Desde montañas a costas interminables, acantilados, volcanes, fiordos, lagos… Uno de los más conocidos por sus colores y belleza natural es el de Tekapo, que destaca por sus hepas, las flores típicas malvas, y sus aguas de color azul turquesa claro, fruto de la harina glaciar de las lenguas de hielo que lo alimentan el resto del año.