Una paradisíaca y romántica playa escondida en Puerto Vallarta, que a su vez es considerado un santuario ecológico por su extensa biodiversidad. Para llegar, es necesario ir en un barco y, desde 2016, su acceso está limitado a un centenar de personas por día, ya que el exagerado número de turistas que acudían provocaba daños al ecosistema.