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El Comandante Charcot es el primer crucero de lujo de pasajeros en alcanzar el Polo Norte GeográficoStudioPONAN

Corresponsal en el Paraíso

Si hoy es sábado, esto es el Polo Norte Geográfico

El Ártico recibe por primera vez un crucero de lujo capaz de romper el hielo y navegar en silencio a motor eléctrico. ¡Voilá el flamante Charcot!

Enhorabuena, querido lector, si hoy sábado es su primer día de vacaciones de verano. Por fin en casa de sus suegros en Comillas o en Sotogrande. ¡Por fin! O tal vez tenga un espíritu más aventurero y lea estas líneas en algún aeropuerto camino de Bután, Sumba o Micronesia, donde desquitarse de las restricciones viajeras de los últimos dos años. Estos destinos, además de ser sensacionales, le permitirán a la vuelta epatar con sus aventuras viajeras en las comidas del consejo de administración de esa empresa del Ibex a la que tan brillantemente asesora. O tal vez epate menos de lo que usted cree, porque el listón lo han puesto este año muy muy alto un par de cientos de viajeros que en estos momentos se encuentran nada menos que en la mítica dirección 90 Grados Norte, es decir, el Polo Norte Geográfico. Y si piensa que están ateridos de frío y pasando todo tipo de penurias heroicas dignas de Amundsen en medio del casquete polar mientras usted hace unos hoyos en Pedreña o en el Real Club de Golf de Sotogrande, no puede estar más equivocado, querido lector. Unos doscientos pasajeros se encuentran este sábado a bordo del barco Comandante Charcot, la joya de la corona de la lujosísima compañía de cruceros francesa Ponant. Un auténtico prodigio de la navegación en todos los sentidos, la nueva niña bonita de François Henri Pinault, uno de los hombres más ricos de Francia, otro de los zares del lujo y exquisito coleccionista de arte.

El Comandante Charcot es una de sus posesiones más preciadas, un barco de clase polar que se estrenó el pasado noviembre en la Antártida y que hace dos semanas se convirtió en el primer crucero de lujo de pasajeros en alcanzar el Polo Norte Geográfico. Este verano hará cuatro expediciones árticas de unos 15 días de duración cada una con salidas y llegadas desde el archipiélago noruego de Svarlbard para hacer realidad el que promete ser el viaje más «epatante» de la temporada. He aquí el porqué.

BLAUD OLIVIER

Los escenarios blancos de exploraciones míticas de hace un siglo son ahora el nuevo destino codiciado por esos viajeros de lujo que desean tanto vivir aventuras en los confines de la Tierra como disfrutar de las comodidades de sus mansiones en Capri (es mejor cerrarlas en verano, la isla se pone imposible con tanto turista).

El Charcot ofrece un nivel de lujo, confort, seguridad y sostenibilidad sin precedentes en la historia para un crucero capaz de navegar por el hielo y de romper bloques helados de hasta 15 metros de altura. No, no echará de menos su casita de Formentor. Es el primer buque de la historia que se desplaza movido por energía eléctrica por estos hábitats blancos de osos polares, pingüinos, ballenas y orcas. Y puede hacerlo casi en completo silencio, sin molestar a los vientos que rugen y a los osos que nos miran al pasar, por esos lugares carentes de toponimia que no vienen en nuestros navegadores. Hay algo ligeramente subversivo y al mismo tiempo sumamente fascinante en un viaje que escapa a las indicaciones de Google Maps. También algo ligeramente nostálgico que nos devuelve a aquella época dorada de los grandes viajes de exploración.

El nombre del fabuloso crucero de la lujosa naviera Ponant rinde homenaje precisamente a uno de esos bravos pioneros. Charcot es un apellido familiar para médicos de todo el mundo, dado el importante número de síndromes, enfermedades y trastornos que llevan su nombre; se le considera el padre de la Neurología moderna. Mientras el eminente galeno exploraba las nieblas de la mente y del cerebro, su hijo Jean-Baptiste, también médico, tuvo una precoz inclinación por explorar esos territorios helados aún por cartografiar. Charcot terminó siendo responsable de las expediciones polares de Francia, metió a su país en este tablero de juego en el que tanto dominaba Inglaterra y le dio un componente científico a sus viajes gracias a su formación. Falleció en Islandia en 1936, durante una tempestad que hizo naufragar la embarcación. De gustos sibaritas, mentalidad científica, corazón aventurero, espíritu deportista (fue dos veces campeón olímpico de vela), amante de la naturaleza y de los animales, recibió por otros exploradores como Scott el sobrenombre de «el caballero de los Polos».

PONANT

El Charcot tiene mucho en común con la personalidad de quien toma el nombre y es un claro ejemplo de esa falta de líneas de separación entre los buques de exploración, las misiones científicas y los cruceros de placer tan en auge. En la realización de este proyecto multimillonario han participado marinos, biólogos, ingenieros, zoólogos, expertos en cambio climático, geógrafos; también diseñadores y arquitectos de renombre, como Jean-Mitchel Wilmotte y Jean-Philippe Nuel, y superchefs, como Alain Ducasse. Las actividades propuestas tanto en el barco como fuera de él incluyen ese mix de lujo, aventura, entretenimiento y ganas de aprender que resulta ahora tan atractivo. Y si puede dejar una huella positiva mejor: parte del dinero del pasaje va destinada a actividades conservacionistas y su filosofía es la de Sir David Attenborough. «No se puede proteger lo que se desconoce». Como ha ocurrido con las reservas de África, se piensa que este tipo de expediciones pueden además generar recursos para estas zonas tan frágiles, como ha ocurrido con las reservas africanas.

En todo caso, la pregunta parece obligada. ¿La construcción de cruceros como el Charcot va a hacer que los polos se conviertan en lugares antes desiertos y ahora saturados? Sería el caso del Everest, por ejemplo. La navegación en las zonas polares está muy regulada. Digamos que hay una especie de númerus clausus tanto para el acceso al ártico como para el antártico, tanto para el número de barcos como para el número de pasajeros. Tan solo seis compañías operan en estas zonas y cada año son más restrictivas las condiciones impuestas por los países desde los que parten los barcos, Islandia, Suecia y Finlandia en el caso del Ártico. Un caso similar a lo que está pasando en destino como Alaska, Butan o Ruanda, con importantes limitaciones a la entrada de viajeros. La clave de su futuro, lo saben sus gobiernos, es preservarse tal y como están. Las credenciales eco son el mejor pasaporte para abrir estas puertas.

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Las del Ponant son realmente sobresalientes por expreso deseo de Pinault. En los depósitos, dos tanques de gas natural liquado (LNG) han sustituido al fuel pesado y un sistema eléctrico híbrido con 50 toneladas de baterías reduce las emisiones de CO₂ en un 25 % y el consumo de combustible en un 10 %. Tiene capacidad de convertir el agua de mar en agua potable, puede reutilizar los desechos no reciclables gracias a un sistema de incineración que permite al mismo tiempo usar esa energía para calentar el agua o para aclimatar los espacios exteriores. Sí, el mobiliario de las cubiertas del Charcot tiene su propio sistema de calefacción. Se puede estar observando un oso polar y al mismo tiempo estar sentado en cubierta en un cómodo sillón (de impecable diseño, no hay ni que decirlo) que proporciona calor. En la mano, naturalmente, el mejor champagne francés. No hay ni que decirlo. Va de soi.

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Pocos consejos se pueden dar más allá de ver algún buen documental de National Geographic a modo de sucedáneo para los que no pueden permitirse un viaje de estas características o de este precio (desde unos 35.000 euros, aproximadamente). Es decir, básicamente la mayoría de los mortales. Pero si es de los que pueden permitírselo y piensa incluirlo en la famosa lista de deseos, tenga en cuenta que son viajes que se reservan con muchísima antelación, pues tanto el número de plazas como el número de salidas anuales son muy limitadas, los cruceristas australianos, estadounidenses reservan hasta casi dos años antes de realizar un viaje y los llamados son cruceros de lujo de expedición son el último must en materia de viajes. En la actualidad, hay unos 40 barcos de este tipo en construcción en diferentes astilleros de todo el mundo (no todos polares, naturalmente, pero sí algunos de ellos) y compañías igualmente lujosas como Seabourn, ultiman barcos en este pujante segmento, como el Seabourn Venture. Por el momento, la oferta es escasa. Así es que plantee el viaje como si quisiera ir al concierto de Año Nuevo de Viena. Aquí no vale el último minuto y ni el «cariño, haz las maletas que he encontrado nuestro viaje soñado en internet y salimos mañana». Tal vez pueda aprovechar estos días de vacaciones en casa de sus suegros en Comillas o en Sotogrande para echar un vistazo a la fantástica web de Ponant y empezar a soñar. Esta deliciosa etapa de soñar con el próximo destino también es parte del viaje.