Corresponsal en el paraíso
El imperio Red Bull y las cenizas de Forbes, unidos en una isla de Fiyi
La isla de Laucala dispone de veinticinco villas de ensueño que acogen a un máximo de 80 huéspedes, en su mayoría alemanes, ingleses y australianos
El apellido del empresario Malcom Forbes ha pasado a la historia como sinónimo del índex de referencia de los ricos entre los ricos, sí esos que disfrutan, sin que suela trascender, de los paraísos que nos hace soñar y de los que se habla con tanto conocimiento de causa en esta sección. Se trata de la famosa lista Forbes, que empezó a hacer personalmente B.C. Forbes, padre de Malcom, en 1918. Aquel tiempo que los apellidos Rockefeller, Carnegie, Frick, Morgan y Astor copaban las primeras posiciones. Malcom heredó de su padre un pequeño imperio de comunicación que supo agrandar y su lucrativa afición por hacer listas de gente adinerada. Desarrolló también sus propios gustos. Apasionado de los viajes en globo y en moto, llevaba dentro el veneno de la aventura y del coleccionismo. Atesoró todo tipo de posesiones, desde el primer Monopoly de la historia hasta la mayor colección de Huevos Fabergé en manos de un particular, pasando por sus célebres figuras de soldaditos de plomo. Uno de sus bienes más preciados fue una isla que adquirió en Fiyi en 1972, Laucala. Dispuso que en ella, donde había sido tan feliz, fueran enterradas a su muerte sus cenizas, con el siguiente epitafio: «While Alife, He Lived». Expresión que en una traducción más bien libre y en nada propia de los obituarios que la prensa internacional le dedicó, vendría a decir. «Vivió a tope».
El millonario más disfrutón de la historia del capitalismo era además sumamente generoso. En su testamento también dispuso una paga extra para sus 750 empleados con motivo de su fallecimiento y la condonación de todos los préstamos concedidos a sus trabajadores hasta un máximo de 10.000 dólares. Cuando compró Laucala, la pequeña isla de la Melanesia de 12 kilómetros cuadrados, ésta estaba habitada, algo bastante inusual en una transacción de este tipo. Se encargó personalmente de mejorar las condiciones de vida de la población local, construir casas y escuelas y darles formación.
A la muerte del célebre editor, en 1990, sus herederos decidieron poner la mayoría de sus posesiones a la venta, incluida Laucala. En 2003 es adquirida por el empresario austriaco Dietrich Mateschitz, uno de los dos socios fundadores del imperio de bebidas energéticas Red Bull. Un gran millonario hecho así mismo, que por seguir con nuestro famoso índex, ocupa en la actualidad el número 51 de grandes fortunas del mundo. (24.000 millones de dólares). Mateschitz la convirtió en su refugio personal, como ya había hecho Forbes, si bien mejoró considerablemente sus instalaciones y manteniéndola alejada de la prensa, de la que es tan reacio. Hasta que en 2010 y decide convertirla en un resort de ultra lujo y la muestra al mundo.
Durante casi una década, el capo de las bebidas energéticas se encargó de dar un vuelco completo a las viejas infraestructuras y austeras dependencias levantadas por el magnate de la comunicación. Su idea ha sido crear un lugar simplemente idílico incapaz de tener rival y sin perder ni un ápice de exclusividad. Veinticinco villas de ensueño acogen a un máximo de 80 huéspedes, en su mayoría alemanes, ingleses y australianos. Y naturalmente famosos y millonarios llegados de cualquier rincón. Oprah Winfrey disfrutó hace unos años aquí de sus vacaciones de Navidad y Elle Macpherson alquiló el resort íntegro en 2016 para celebrar en él su boda. El príncipe Carlos Felipe de Suecia y su esposa disfrutaron aquí de su luna de miel un año antes. La isla tiene playas, praderas y hasta acantilados a disposición exclusiva de los huéspedes de alguna de sus villas (desde uno 4.500 euros la noche). Con unos 385 empleados para un máximo de 80 huéspedes es el hotel del mundo con mayor ratio por cliente y el tercero más caro por precio medio de sus villas.
Los atractivos de Laucala exceden los de los paraísos de postal que pueden apreciarse en sus extraordinarias imágenes. Con cinco restaurantes, su oferta gastronómica es de primera, nada que envidiar a Ikarus, el que el magnate de las bebidas energéticas posee en Salzburgo, en su famoso Hangar 7. Hasta aquí ha traído su obsesión por el autoabastecimiento, la sostenibilidad y el producto del día. Además de todo lo imaginable en cuanto a servicio y rincones de belleza excepcional, posee un espectacular campo de golf diseñado por el escocés David McLay Kidd. Sus hoyos 5 y 12, con increíbles vistas al océano, están entre los más bellos del mundo. Y su marina es digna de una película de James Bond. Dispone de un minisubmarino biplaza Deep Flight Super Falcon, prácticamente imposible de encontrar en otro hotel. Y por si todo esto no fuera suficiente, Dietrich decidió en diciembre pasado dar la gestión de su super resort al grupo de Singapur COMO, referencia de la hospitalidad de lujo, con joyitas en su colección del tipo Parrot Cay, Maalifushi o Uma Paro. ¿Alguien da más?
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De nuevo pocos consejos en el destino de hoy, donde no queda otra que ir hasta allí si uno puedo permitírselo y disfrutar de uno de esos viajes inolvidables. A diferencia de otros super resorts de Seychelles, Maldivas o el Caribe, Laucala se distingue por ser un pequeño paraíso perfecto para ricos inquietos, digamos, esos que van al edén a sudar la camiseta y que comparten el espíritu activo tanto de Malcom Forbes como de Dietrich Mateschitz. Desde luego, es una lástima ir hasta las antípodas para jugar al dolce far niente al borde del mar, pues maravillosas que sean sus aguas y sus arena. Aunque es especialmente popular en viajes de novios de los «happy few», es todo un paraíso para ir con hijos adolescentes o amigos (igualmente forrados, claro). Porque en Lauca se puede hacer casi de todo: golf, submarinismo, pesca, hiking, bicis de montaña, tenis, paseos a caballo e inmersiones en su minisubmarino a lo 007. Por lo que respecta a COMO, pues estamos sencillamente ante una de las marcas de referencia de la hospitalidad de lujo, con un enfoque muy muy fuerte en su concepto wellness. Para espíritus más tranquilos, Como Shambala Estate, en Bali, es sencillamente un sueño y una referencia mundial entre esos retiros de bienestar donde ir y volver totalmente renovado. Otro auténtico paraíso al que estamos deseando volver.