
La piscina del lujoso hotel The Madrid Edition y sus vistas
Corresponsal en el paraíso
En el cielo de Madrid, 'au-dessus de la mêlée'
El actual boom del lujo hotelero de la Villa y Corte incluye fabulosas opciones en unos áticos con piscinas infinitas y espectaculares suites. Y algún que otro guiño castizo
Por ser la Virgen de la Paloma, mañana lunes 15 de agosto, me voy a dar un garbeo por el lobby de uno de los hoteles más interesantes de la Villa y Corte, el flamante Edition, el último en incorporarse al selecto olimpo de los cinco estrellas madrileños. ¿Por qué el Edition? Pues porque en su amplio lobby, además de un llamativo billar de mármol blanco y tapete azul azafata estratégicamente situado junto a un antiguo tapiz de la Real Fábrica, hay unos cuantos mantones de Manila. Mantones de la China te voy a regalar. No espero que me regalen uno, naturalmente, pero celebraré nuestra santa patrona oficiosa acariciando sus flecos mientras pienso en Studio 54, en Juana de Austria, en Fra Angelico, en las casas de empeño, en la Real Academia Española y en otras cosas y personas aparentemente inconexas que pasan por mi cabeza cuando voy al Edition. Los mantones se encuentran prendidos en los brazos de algunos de los sofás blancos que pueblan este espectacular lobby, como objetos decorativos, como guiños a la ciudad, como nardos apoyaos en la cadera. El lujo madrileño se ha vuelto más castizo y más cosmopolita que nunca. Sí, todo a la vez. Son los efectos de la llamada glocalización, es decir, el ser local y ser global al mismo tiempo. Esta interesante reivindicación del madrileñismo en el sector del lujo se observa, de una forma más o menos evidente, en casi todos los cinco estrellas que han mejorado en los últimos tiempos de forma más que sustancial la oferta hotelera de la Villa y Corte, y de la que tanto se habla.

El Edition y su emblemática escalera en espiral
Four Seasons apostó hace años por debutar en una ubicación sensacional cerca del centro histórico, en pleno vértice de las calles Alcalá y Sevilla, emplazamiento muy cercano a la Puerta del Sol, «territorio reservado a la gente corriente» al que hasta entonces no se atrevían los primeros espadas a ubicar a huéspedes dispuestos a pagar 1.000 euros la noche. Arriesgaron y acertaron. Sus guiños a la ciudad son numerosos, especialmente en su oferta gastronómica y en el interiorismo de su espacio Isa, por ejemplo. También lo son en el Mandarin Oriental Ritz-Madrid, dentro de lo que cabe esperar de un estableciendo creado por el gran Cesar Ritz y gestionado por un grupo asiático, claro está. El guiño castizo es evidente de nuevo en la gastronomía y en el interiorismo de su espléndido bar Pictura, que establece un interesante nexo con el vecino Museo del Prado. Rosewood Villa Magna se ha inspirado en el pasado coleccionista y aristocrático de los antiguos propietarios del inmueble, la familia Anglada, para crear un ambiente refinado y aristocrático a la española en sus mejores suites: Salamanca House y Anglada House, situadas en la novena planta. Recientemente inauguradas, en ellas se hospedaron los Rolling Stones cuando visitaron la ciudad el pasado mes de mayo y están llenas de detalles que hablan de la historia de la Villa y Corte. Los propietarios de Rosewood Villa Magna son también los dueños del Hotel Bless, el antiguo Hotel Velázquez, otro cinco estrellas que respira «madrileñismo». El nombre de su bar, Fetén, ya da cuenta de por dónde van los tiros. El omnipresente Rosa-Violán también tira de elementos locales, como los estampados de los mantones de manila y los cabeceros castellanos, como fuente de inspiración. El madrileño Lorenzo Castillo hace lo propio en la renovación del magnífico Santo Mauro, así como en las nuevas suites de otro hotel muy muy madrileño e igualmente exquisito, el Orfila. Su propietario, Gabriel García Alonso, apasionado anticuario y uno de los hombres que mejor conocen el Rastro, ha elegido con Castillo todas esas piezas que hablan de la ciudad en su calidad, por fin, de Corte más que de villa.

Terraza de la suite Salamanca House del Hotel Rosewood Villa Magna
La guinda de todo este pastel que tiene algo de villa, algo de corte, algo de aquí y algo de allá, la encontramos en algunos de estos hoteles que nos ofrecen en bandeja seguramente lo mejor que tiene la ciudad: su cielo. El cielo de Madrid para sibaritas, para disfrutarlo de forma exquisita, au-dessus de la mêlée, o hablando en castizo, por encima de la plebe. Y volvemos así al Edition. Porque para ser del todo sincera, lo cierto es que para celebrar la Virgen de la Paloma, no me quedaría en el lobby acariciando sus mantones de manila o de la China. No. Me iría directamente a la última planta del hotel, donde se encuentra un oasis insospechado y reservado a sus huéspedes: su deliciosa piscina infinita. Una piscina donde dar brazadas por encima de la plebe y de la historia de Madrid, donde dar brazadas hacia esas puestas de sol rojizas tan de esta ciudad, donde dar brazadas pensando en Studio 54, en Juana de Austria, en Fra Angelico, en las casas de empeño, en la Real Academia Española y en otras cosas aparentemente inconexas que se juntan aquí.

Sala de billar del hotel The Madrid Edition
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Para disfrutar de estos pequeños paraísos del cielo madrileño hay que estar alojados en estos hoteles. No tendría sentido abrirlos al público y que los huéspedes de estos lujosos establecimientos no tuvieran hamacas a la hora de disfrutar de sus piscinas o estuvieran tan apretujados como en Benidorm. Pero si algún día quiere darse un capricho en forma de exclusivo chapuzón en el cielo de Madrid hay unas cuantas opciones. Además de la soberbia piscina del Edition, otras dos ofrecen también magníficas vistas al Madrid castizo. La primera es la de Gran Meliá Palacio de los Duques, con una deliciosa piscina en la última planta. Otro de los hoteles, por cierto, que reivindica esta condición castiza y cuyo jardín y caballerizas nos encantan. El Pestana Plaza Mayor también tiene una piscina reservada para sus huéspedes, otra opción muy recomendable y algo más económica para darse un chapuzón observando el Madrid de los Austrias y en un emplazamiento tan cañí como la antigua Casa de la Carnicería.