Fundado en 1910

Grace

Corresponsal en el paraíso

Por las islas Galápagos con el chic de una princesa Grimaldi

El «Grace» presume de clase y pedigrí mientras recorre el archipiélago donde Darwin concibió sus teorías evolucionistas. En él disfrutaron su luna de miel Rainiero de Mónaco y su célebre esposa

El «Grace» sigue en estos momentos los pasos del mítico «Beagle» por el archipiélago de las Galápagos. Construido en 1928, en nada se parece al bergantín en el que Charles Darwin llegó a estas aguas y a estas islas volcánicas en 1835 para convertirlo en uno de los viajes más importantes de la Historia. Y aunque el Grace no es el Beagle y usted, querido lector, es harto improbable que siente las bases de una teoría tan revolucionaria, quédese con el nombre de este barco y con las rutas de sus travesías si quiere estar a la última. No en biología, precisamente, sino en los usos y costumbres del viajero sibarita à la page. Esta sería, grosso modo, su radiografía: una curiosa combinación de explorador, adalid de la conversación de nuestro frágil planeta e incansable buscador de experiencias únicas que enriquezcan su propia existencia y la de sus seres queridos. Y todo ello sin abandonar ese aire chic de quien se pasa media vida en hoteles como el Hotel du Cap Eden-Roc, de Antibes, o el Splendido de Portofino. Un viajero con clase, mundano, polivalente, capaz de identificar las mejores añadas y de distinguir una tortuga gigante de Galápagos de otra de Seychelles. Y mostrarse sensible a sus frágiles hábitats. In situ, naturalmente. Con una copa de Château Lafite en la mano, naturalmente.

Si el viajero sibarita de nuevo cuño es un cruce de Darwin y los rubios de oro de la casta Grimaldi, el Grace es su barco soñado. Dios los cría y el tiempo los vuele a unir. Teoría de la evolución/involución de las especies privilegiadas. Por caprichos del destino, la opción más chic para recorrer hoy las Galápagos, uno de los destinos de moda entre la jet, no es otra que el Grace. La joya de la corona de la pequeña y lujosa compañía de cruceros Quasar Expeditions fue durante un tiempo el barco preferido de Rainiero de Mónaco y Grace Kelly, que recibieron el yate como regalo de bodas por parte de Aristóteles Onassis y en el que la actriz entró por primera vez en Mónaco (cargada con ochenta maletas) en calidad de prometida del príncipe Rainiero.

Cubierta del Grace

La embarcación, construida por la legendaria compañía británica Camper&Nicholson, ha tenido mil nombres, mil dueños, mil vidas y mil aventuras antes de recalar en uno de los ecosistemas más fascinantes del planeta, en el que ahora mismo se encuentra. Su vida arranca en 1928 cuando el acaudalado argentino Santiago Soulas encarga su construcción a los reputados astilleros de Southhampton y les pide unos acabados tan lujosos como los de su célebre mansión bonaerense. El crack del 29 hace mella en su fortuna y cambia varias veces de manos, hasta que en 1938, es adquirido por Sir George Tilley.

Sólo un año le duró el juguete al aristócrata inglés, pues en 1939 es requisado por el gobierno británico cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, como pasó con otras muchas embarcaciones de recreo y de pesca. En 1940 se unió a la operación Dinamo, para la repatriación de fuerzas aliadas en Dunkerke. En esa peculiar flotilla coincidió con el Eros, velero en el que, con los años, los entonces Príncipes Juan Carlos y Sofía disfrutaron de la primera parte de su luna de miel por cortesía de Niarchos. Y hablando de armadores griegos, de nuevo entra en escena el irrepetible Onassis. Cuando termina la contienda, el barco fue devuelto a sus constructores originales, Camper & Nicholsons, que le reestablecieron sus antiguos lujos y en septiembre de 1946 lo recupera su dueño, Sir George Tilley, cuyos herederos se los venderán a Onassis en 1951. Hay fotos del magnate en el barquito con invitados como Elizabeth Taylor, Richard Burton o Winston Churchill.

Piscina

En 1956, el armador griego se lo ofrece como regalo a sus amigos-socios los príncipes de Mónaco como espléndido obsequio de boda. El barco es rebautizado por Rainiero como Deo Juvante II (Con la ayuda de Dios, lema de la casa Grimaldi) y en él Grace Kelly hace su entrada por primera vez en la roca como futura princesa Grace un 12 de abril de 1956. Con todo el principado rendido a sus encantos, como se ve en unas imágenes que han quedado para la historia. En él también realizan su viaje de novios los recién casados por distintos puntos del Mediterráneo y recalan en la península de Formentor, en cuyo lujoso y exclusivo hotel homónimo (hoy cerrado, futuro Four Seasons) pasaron una parte de su luna de miel.

Con un proceder poco elegante de lo que debe hacerse con un regalo de bodas (aunque no del todo sorprendente viniendo de un país que mezcla el dinero del casino, el hormigón y el papel cuché con singular maestría), la principesca pareja vendió el barco solo dos años después del enlace a una buena amiga. Y sigue cambiando de manos y de nombre. Durante una temporada es propiedad de la familia Lefakinis, pioneros en el negocio de los chárter de barcos de lujo en Grecia y a finales de los 80 llega a Jamaica, para la apertura del Gran Lido Negril, uno de los resorts más célebres del Caribe.

Su vida actual comienza en 2006, cuando los propietarios de Quasar Expeditions, una prominente familia ecuatoriana, recibe una llamada desde Fort Lauderdale ofreciéndoles la posibilidad de adquirir una vieja dama que se encuentra en condiciones lamentables pero que goza de elegante casco y de un fabuloso pedigrí. Después de una importante restauración y puesta a punto, el barco entra en funcionamiento en 2009 para formar parte de la pequeña y elegante flotilla de Quasar en las Islas Galápagos. Y, por primera vez, luce el nombre de su propietaria más famosa, Grace. Algo de chic entre bichos con aspecto jurásico como las iguanas gigantes nunca está de más.

Pero Eduardo Díez y Dolores Gangotena de Díez, propietarios del barco y de Quasar Expeditions, son mucho más que unos avispados empresarios que recurren a un nombre con gancho y reminiscencias glamurosas para atraer clientes. En un lejano 1969, Dolores Gangotena visitó el archipiélago por primera vez, cuando no era ni mucho menos un destino popular, en un viejo carguero. Y quedó prendida de este paisaje natural. En 1986, el matrimonio, crea Quasar Expeditions, acreditada como una de las más prestigiosas compañías de viaje de aventura de lujo de todo el mundo y probablemente la mejor opción para recorrer el archipiélago, no sólo por el confort de sus barcos, sino también por la calidad de sus guías y naturistas a bordo. Con capacidad para 16 pasajeros y 44 metros de eslora, y toda la elegancia de un barco clásico, la experiencia permite disfrutar de las Galápagos en petit comité, con la proximidad que ofrecen los pequeños barcos y con el expertise de Quasar, pionera y experta en el destino. Sí, seguramente tienen alguna botella de Château Lafite en su bodega.

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Quasar Expeditions ha sido elegida recientemente por la prestigiosa revista Travel&Leisure la mejor compañía de cruceros boutique del mundo. Así es que poco que añadir. Además del Grace, tiene un segundo barco más moderno, el Evolution, con capacidad para 32 personas, es decir, el doble que el Grace. Ambos realizan travesías entre siete y 14 noches por el célebre archipiélago ecuatoriano. Si todavía no ha hecho planes para septiembre, ¡anímese! Hay plazas e importantes descuentos si se embarca en el Evolution. Otra opción que merece la pena señalar, por inusual, es el crucero pensando específicamente para familias con hijos autistas que tendrá lugar el próximo 24 de junio. Diseñado por especialistas en TEA, Quasar quiere ofrecer una oportunidad para disfrutar de este paraíso a personas con capacidades especiales y con gran sensibilidad hacia los animales. Con expertos, apoyo específico y la complicidad de otras familias que comparten la misma situación.