Fundado en 1910

Chimeneas de mármol de Carrara, paredes traídas de sedas de la India y grifos bañados en oro son elementos de un velero con pedigrí

Corresponsal en el paraíso

El irresistible encanto de navegar en un velero con pedigrí

Un barco de 109,5 metros de eslora, 30 velas, cuatro mástiles, un palo mayor de 54 metros y una tripulación de 72 personas

El Sea Cloud, capricho de la heredera que mandó construir la mansión Mar-a-Lago, surca esta semana el adriático. 90 años de una vida fascinante en su elegante velamen.

Volvemos a la legendaria Marjorie Merriweather Post, la reina de los cereales para el desayuno, heredera de Postum Cereal, fundadora de General Foods, la mujer más rica de su tiempo. La historia de sus posesiones nos fascina. Naturalmente, la persona que hizo construir esa fantasía de mansión llamada Mar-a-Lago, que hoy sigue dando tanto que hablar, no podía tener una vulgar embarcación para cuando se cansaba de estar en tierra firme. Se propuso construir el yate más fabuloso de su tiempo y lo consiguió. El barco fue botado en 1931 y hoy, más de 90 años después, sigue asombrando allá donde va. Esta semana navega cerca de Dubrovnik. En unos quince días llegará a costas españolas y recalará en diferentes puertos.

Su historia arranca en realidad en 1929. No, el crack no fue terrible para todos, por lo que se ve. Recién casada en segundas nupcias con un exitoso bróker de Nueva York gran aficionado a la vela, la pareja decidió encargar el yate más lujoso de la época a los prestigiosos astilleros alemanes Krupp, con sede en la ciudad de Kiel. Fue bautizado como Húsar V, pues el Sr Post ya había tenido otros buques con ese nombre. No tan lujosos, naturalmente. La empresaria dedicó unos dos años a decorarlo con todos los caprichos y detalles, desde chimeneas de mármol de Carrara hasta paredes traídas de sedas de la India y grifos bañados en oro. La pareja lo disfrutó por las aguas cálidas del Caribe, la Costa Azul o Hawái y las heladas de Alaska. No había geografía que se resistiera a un barco de 109,5 metros de eslora, 30 velas, cuatro mástiles, un palo mayor de 54 metros y una tripulación de 72 personas. A motor, podía alcanzar los 14 nudos. Disponía de telégrafo, línea telefónica, un pequeño hospital y cámara de refrigeración.

El comedor de cubierta del barco

Refiere la anécdota que en uno de sus viajes, Marjorie Post se quedó sorprendida por la calidad de un pescado que les sirvieron en la cena y preguntó por su procedencia. Cuando averiguó que llevaba seis meses congelado, hizo una lectura propia de una sagaz mujer de negocios más que de una rica, caprichosa y excéntrica heredera: vio las enormes perspectivas de negocio de los alimentos congelados. Amplió la línea de cereales al incipiente sector inventado por Clarence Birdseye (al que compró su empresa) y fundó General Foods. Utilizó el Sea Cloud para servir suculentas comidas a base de comida congelada, ante unos comensales todavía recelosos de sus productos, incluidos los chicos listos de Goldman Sachs, a los que tardó tres años en convencer para que invirtieran con ella en el segmento de los alimentos de congelación rápida.

Pero como a veces los matrimonios duran menos que los ultracongelados, la pareja se divorció en 1935 y en el reparto de bienes ella se quedó con el barco. Nuevo marido, mismo velero, pero con un nombre diferente, pues el Husar V había sigo elegido por Francis Hutton. Nace así el Sea Cloud. Nuevo nombre y nuevas y fascinantes aventuras. Llegan los días de vodka y caviar en el Mar Báltico con su tercer esposo, Joseph E. Davies, un brillante abogado demócrata que participó en las negociaciones de paz de Versalles y que fue nombrado posteriormente por Roosevelt embajador de Estados Unidos en Moscú. Atracado en el puerto de Leningrado, el barco fue utilizado como sede informal de la glamourosa pareja. Recepciones de altura, fiestas de alto nivel, invitados de la realeza europea y nuevos tesoros para su impresionante colección, engrosada por magníficos huevos Faberge.

Terminada la misión diplomática y tras el ataque japonés a Pearl Harbor, el lujoso velero es cedido por su propietaria a la US Coast Guard por el simbólico precio de un dólar. Pasa a llamarse IX-99, fue pintado de gris rata, perdió sus mástiles; sus porcelanas y lujos muebles fueron sustituidos por detectores submarinos y equipos de observación meteorológica. Cuando concluye la II Guerra Mundial, Marjorie Merriweather invierte una pequeña fortuna en devolverlo a su glorioso pasado. Pese a su nuevo y magnífico estado, ya nada volvió a ser como antes.

El camarote principal del barco

En 1955, a punto de un nuevo divorcio, decide venderlo por 500.000 dólares a su amigo Rafael Leónidas Trujillo, que ya había navegado en la dorada la mansión flotante. El dictador dominicano lo rebautiza como Angelita, en honor a una de sus hijas. Pero es en realidad su hijo Ramfis quien más lo disfruta: fiestas caras, famosas, excesos mientras está atracado en Santa Mónica junto a celebridades como Zsa-Zsa Gabor o Kim Novak. En este periodo se produce uno de los episodios más oscuros y enigmáticos de la fascinante vida del lujoso velero. Meses después del asesinato de Trujillo, en mayo de 1961, su familia decide llevarse su cadáver embalsamado a Francia a bordo del Angelita. Al llegar a las islas Azores, se ordenó al comandante del barco que regresara a República Dominicana. ¿Por qué? La prensa había revelado que el yate transportaba 95 millones de dólares en lingotes de oro. Aunque se requisó su carga, nunca apareció el supuesto botín.

Otros episodios algo turbios en manos de sus sucesivos dueños siguen ensombreciendo su pasado, hasta que en 1993 es adquirido por su actual propietario, el empresario alemán Herman Eble, presidente de la naviera Hansa Treunhand Group. Como suele ocurrir con otros armadores con importantes flotas de contenedores y buques de carga, Eble quiso invertir en un barco de verdadero capricho. El barco es hoy uno de los cruceros más lujosos y con mayor nivel de servicio que surcan el Mediterráneo y el Caribe. Con capacidad para 64 pasajeros y travesías de entre una semana y 10 días de duración de media, sigue conservando prácticamente intacto el camarote de su primera propietaria.

Una elegante suite de 38 metros cuadrados con su llamativa chimenea de mármol de Carrara y otros detallitos de ese nivel. Dado el prestigio del mítico nombre Sea Cloud, sus propietarios decidieron utilizarlo para fundar una exclusiva compañía de cruceros homónima. Desde 2000, el Sea Cloud cuenta con un barco hermano, el Sea Cloud II, construido en los astilleros asturianos Gondán. Y un tercer barco, también de fabricación española, Sea Cloud Spirit, que tras un proceso largo no exento de problemas, fue bautizado el 3 de septiembre de 2021 Palma de Mallorca. Con 136 metros de eslora y una superficie de velamen de más de 4.100 metros cuadrados, no tiene el pedigrí de su hermano mayor, pero es otro paraíso flotante.

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Si fuera tan influyente y poderosa como nuestra protagonista, recomendaría a Netflix hacer una serie sobre la vida de Marjorie Merriweather Post. Sin duda tuvo una existencia bastante atípica y no tan conocida como la de otras herederas de aquellos «viejos tiempos». Una empresaria en una época en que las mujeres ni siquiera tenían derecho al voto. Siendo práctica, lo que de verdad me pide el cuerpo es embarcarme en cualquier de las tres joyitas de esta naviera alemana.

A ser posible, naturalmente, en el Sea Cloud, por aquello de que soy un tanto mitómana. Me temo que no hay ninguna plaza libre en el histórico velero hasta el próximo 14 de octubre. Este tipo de barcos hay que reservarlos con, al menos un año de antelación, especialmente si se decide viajar en verano. Hacerlo fuera de temporada estival tiene sus ventajas: los precios no son tan elevados y no hay que planificar con tanto tiempo.

El 14 de octubre, el Sea Cloud saldrá de Monte Carlo en dirección a Palma (7 noches desde 3.800 euros). Navegará por distintos puntos de la península posteriormente y en noviembre realizará sus travesías por Canarias. Entre el 25 de noviembre y el 12 de noviembre realizará, como todos los años, la travesía atlántica, que le permite reposicionarse en el Caribe. La mejor opción para los que, de verdad, les guste navegar.