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Cabañas turísticas en África

Corresponsal en el paraíso

'Selfie' con gorila: la foto trofeo más cotizada de las vacaciones

Los primates de mayor tamaño son los nuevos big five. Para conseguir este pin tendrá que adentrarse en los brumosos bosques de África Central

La versión siglo XXI de King-Kong es radicalmente diferente de todas las anteriores. Ya no hay un gran primate monstruoso y enfurecido que causa terror y al que hay derribar, incluso recurriendo a la aviación en pleno Manhattan. Ahora se impone ir a descubrirlo a su hábitat natural, en los bosques de África Central, causando el menor impacto posible en su frágil entorno.

Hay que acercarse con sigilo, y con la actitud de un primatólogo, observar su comportamiento: ver cómo despioja a sus crías, cómo las hace carantoñas, como las protege de ese ser invasor y curioso que no es otro que usted mismo armado con su teléfono móvil provisto de una buena cámara. Si tiene suerte, le mirará fijamente. Serán unos cortos y eternos segundos. Serán mágicos y los recordará toda la vida. Porque habrá establecido un hilo invisible con un antepasado muy muy lejano y sentirá una rara y mágica sensación de parentesco prehistórico que no le proporcionará el encuentro con ninguna otra especie del reino animal. Luego tendrá toda la vida para contar esos segundos que, probablemente, irá idealizando con los años.

Los gorilas rivalizan con los pingüinos y con los osos polares como souvenir fotográfico que llevar en el móvil y mostrar con la seguridad de epatar incluso en ambientes tan viajados y selectos como el del Real Club de Sotogrande. Pero el quiz en este caso está en la mirada, en esa conexión, que juega a favor de los grandes primates en materia de anécdotas de los viajeros sibaritas de nuevo cuño. ¿Sibaritas? Aunque el hábitat de los gorilas exige adentrarse en zonas altas y brumosas, llenarse de barro y andar horas para ver a estos mamíferos asombrosos, la buena noticia es que, por fin, empiezan a surgir pequeñas bases de operaciones donde alojarse con todas las comodidades que ofrecen los mejores lodges de Kenia, Tanzania o Sudáfrica. No, no echará de menos las comodidades de su chocita de Sotogrande.

En una extensión de 35 hectáreas de las que dispone el resort, han querido limitar las construcciones a solo seis villas, y otras tres dependencias más de uso común. El lujo aquí es la sensación de espacio virgen para disfrutarlo en petit comité. El lujo también es esa rara sensación de despertarse con los sonidos de la selva africana, que rompen el silencio de una manera limpia y profunda. Un poco como la mirada de los gorilas. Bisate consta tan solo de 6 espaciosas villas en medio del bosque, todas con espectaculares vistas hacia el volcán Visoke, en la cordillera montañosa de Virunga. Alojarse en la cabaña número seis exige subir unas cuestas algo pronunciadas, pues se encuentra en lo más alto de la ladera del volcán. El esfuerzo es baladí comparado con el placer de disponer de las mejores vistas de ese espectáculo de volcanes que duermen entre tinieblas, picos del Pleistoceno que forman la cordillera de Virunga y bosques tupidos envueltos en que la bruma del amanecer. Y allí dentro es donde nos espera el encuentro inolvidable. Y la foto que causará envidia, naturalmente.

Interior de la cabaña de Bisate Lodge

En una extensión de 35 hectáreas de las que dispone el resort, han querido limitar las construcciones a sólo seis villas, y otras tres dependencias más de uso común. El lujo aquí es la sensación de espacio virgen para disfrutarlo en petit comité. El lujo también es esa rara sensación de despertarse con los sonidos de la selva africana, que rompen el silencio de una manera limpia y profunda. Un poco como la mirada de los gorilas. Bisate consta tan solo de 6 espaciosas villas en medio del bosque, todas con espectaculares vistas hacia el volcán Visoke, en la cordillera montañosa de Virunga. Alojarse en la cabaña número seis exige subir unas cuestas algo pronunciadas, pues se encuentra en lo más alto de la ladera del volcán. El esfuerzo es baladí comparado con el placer de disponer de las mejores vistas de ese espectáculo de volcanes que duermen entre tinieblas, picos del Pleistoceno que forman la cordillera de Virunga y bosques tupidos envueltos en que la bruma del amanecer. Y allí dentro es donde nos espera el encuentro inolvidable. Y la foto que causará envidia, naturalmente.

Las señas de la cultura local están muy presentes en Bisate. Si King-Kong se fue para no volver, también se fue el tiempo en que los hoteles se parecían todos a los Hilton o a los Marriott aunque estuvieran en plena selva. Sus cabañas son llamativas y muy hermosas, están inspiradas en los palacios reales de la tradición ruandesa, que a su vez imitan a nidos de pájaros y son realizados con estructuras de paja de forma esférica. Sus amplísimos y cómodos interiores reflejan materiales, formas y tradiciones locales, en una versión bastante refinada de la vida de las aldeas ruandesas.

Algunos muebles y otros objetos están decorados con imigongo, una forma de arte tradicional que no se conoce en ningún otro lugar del mundo y que utiliza una mezcla maleable de estiércol de vaca y ceniza sobre una superficie plana en patrones geométricos. Un arte primitivo en plena recuperación. Los coloridos uniformes del solícito staff, mayoritariamente local, han sido confeccionados con kitenge, vivos estampados locales. Ninguno es igual a otro. La idea reproduce el ambiente de un mercado africano, una mezcla de colorido y diversidad. Cuando se visita el cercano mercado de Musanze, todas estas piezas encajan perfectamente. Cuántos paraísos en la fascinante Ruanda, más allá de sus célebres gorilas de espaldas plateadas.

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Una de las últimas celebridades en hacerse un selfie con gorila ha sido la actriz y presentadora Ellen DeGeneres, este verano. Pero su compromiso va mucho más allá de la foto postureo y es una de las personalidades más implicadas en los exitosos programas de conservación de los gorilas de montaña, cuya población ha pasado de 300 a 1.000 ejemplares en los últimos años.

DeGeneres ha inaugurado recientemente un campus para el estudio de los primates en el Dian Fossey Gorilla Fund, situado al borde del Parque Nacional de los Volcanes, y que merece la pena visitar si decide viajar al país. No olvide que el gobierno de Ruanda controla directamente los trekkings para ver gorilas, como también lo hacen en Uganda y en la República Democrática del Congo. No importa el hotel donde uno se aloje, sea más o menos lujoso, como turista tendrá que recurrir a guías y excursiones oficiales para acceder a los parques nacionales. Se trata de una forma de limitar el impacto humano y también de engrosar las arcas del Estado. Una jornada de trekking en Ruanda, donde están los mejores alojamientos, para avistar gorilas tiene un precio de unos 1.500 dólares.