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Raja Ampat

Corresponsal en el paraíso

Raja Ampat, el paisaje remoto en Indonesia que conquistó a Miguel Barceló

Conforme Bali empieza a masificarse, surgen nuevas geografías por descubrir en esa Indonesia infinita de soberbios fondos marinos

El pequeño pinisi, embarcación tradicional y milenaria de estas aguas remotas de Indonesia, avanza casi en silencio por estas aguas remotas de Raja Ampat, este fascinante archipiélago de unas 1.500 islas. Estamos en parajes lejanos salpicados de islotes con playas vírgenes de arena fina y aguas cristalinas, tupidas selvas, paisajes de volcanes y cañones, jardines de coral, bosques con aves del paraíso y fondos marinos que dejan sin palabras. Y si lo que hay alrededor es extraordinario, tampoco está de más mencionar lo que no hay: ni barcos, ni casas, ni prácticamente un alma. Raja Ampat es el paradigma del paraíso oculto e inexplorado y todo esto parece sacado de un sueño. ¿Cómo es posible que no hubiéramos oído hablar prácticamente nunca de Raja Ampat? (Pequeña pista: pronúnciese Raya Ampat, como si fuera una y griega y no una j, o será evidente que no conoce el destino).

Komodo Reef

Hasta hace pocos años ni siquiera los indonesios conocían la zona, una de las más remotas e inaccesibles de la región. Indonesia es uno de los países más grandes del mundo, con más de cinco mil kilómetros de distancia de un extremo a otro. Dos océanos bañan sus tierras: el Índico lo hace en las costas noroccidentales de Sumatra, y el Pacífico, en la provincia de Papúa Occidental, a la que pertenece Raja Ampat y por donde navega el Alila Purnama y otros lujosos pinisi. Estamos en un país con tres husos horarios diferentes, más de 350 etnias, unas 710 lenguas y un número indeterminado de islas, que supera en todo caso las 15.000. La mitad de ellas, ni siquiera tiene nombre. A efectos turísticos, Bali es la más conocida y visitada. Conforme Bali y otros enclaves similares del país empiezan a masificarse, surgen nuevas geografías más exclusivas y menos exploradas, como Lombok, Sumba o el archipiélago de Raja Ampat, cuyo nombre significa los cuatro reyes, debido a sus cuatro islas principales. Estamos en uno de los lugares más inaccesibles del Sudeste Asiático, más cerca en realidad de Australia que de Yakarta. Alcanzar este paraíso desde España requiere más conexiones aéreas que llegar a Bora-Bora o a Fiji. Y, a diferencia de Bora-Bora o de Fiji, en Raja Ampat no hay lujosos complejos hoteleros. Por el momento.

Una de las grandes bazas de Raja Ampat es su indiscutible sabor a territorio inexplorado y virgen: el paraíso tal como era. Tal como era hace miles de años y también hace un par de siglos, cuando era territorio de disputas entre Gran Bretaña y los Países Bajos, potencias dominantes en una región clave para la ruta de las especias y a la que llegó hace ahora 500 años la expedición Magallanes-Elcano. En las cenas a bordo de los pinisi, se cuentan algunas historias de estas aguas de antiguos piratas y comerciantes llegados desde Venecia, pero sobre todo se habla de sus fondos marinos. Raja Ampat es uno de esos nombres que los buenos buceadores tienen en los primeros lugares de su lista de viajes deseados. Cualquiera inmersión, aunque sea con un tubo y unas gafas, sin necesidad de botellas de oxígeno, está a la altura de lo que uno puede encontrar en la Gran Barrera de Coral o en Maldivas. Sus credenciales en este sentido son apabullantes. Raja Ampat es uno de los parques nacionales marinos con mayor biodiversidad del mundo. Está situado en pleno triángulo de Coral, donde convergen Asia y Oceanía. Este incomparable paraíso para el buceo alberga 600 especies de coral (el 75 % de todas las especies de coral conocidas), más de 1.000 especies de peces, 700 de moluscos y toda clase de colonias de animales marinos: desde ballenas y delfines, hasta tiburones martillos, cangrejos orangután, pulpos mimos, peces unicornio, peces mariposa… Por debajo del agua, hay acantilados de piedra caliza que forman túneles, cavernas, pasillos, arrecifes y varias zonas donde observar la cadencia del vuelo de las mantarrayas. Entre las islas de Wayilbatan y Walib, al sur de la región, se encuentra el llamado «The Passage» uno de los canales más espectaculares del mundo para observar colares de todo tipo: brillantes, luminiscentes, de colores y formas que ni sospechábamos que existían. Y, a diferencia de Maldivas, una vez en superficie, hay paisajes igual de bellos y asombrosos, con esos picachos verde musgo que confieren a la zona un punto como mágico.

Amandira

Con semejante vida marina, los primeros visitantes fueron buceadores llegados de diferentes rincones. Barcos funcionales sin ningún tipo de comodidades, no digamos lujos. Todavía son las embarcaciones más frecuentes por esta zona, toda ella parque natural y donde está prohibida la pesca. Los dos pinisi más lujosos debutaron más o menos a la vez, ambos de la mano de lujosísimas cadenas hoteleras implantadas en la región. En 2015 lo hizo el Amandira, el barco tradicional de Aman Resorts, que años antes había inaugurado en la zona, concretamente en la tranquila isla de Moyo, su «campamento» Amanwana. Un enclave que visitaron en su día Lady Di, David Bowie o Mike Jaeger y posteriormente Isabel Preysler y Mario Vagas Llosa, entre otros. En 2014 debutó el Purnama, gestionado por otra lujosa marca hotelera, Alila, con base en Singapur y espléndidos hoteles en diferentes países y dos opciones fantásticas cerca de la zona: Uluwatu y Ubud.

Dependiendo de la época del año, estas lujosas embarcaciones de tan solo cinco o seis camarotes están en una u otra zona de la región: Komodo, Molucas, Raja Ampat... Esta es la mejor época del año para ir a este úlimo archipiélago, cuando se dan las mejores condiciones climatológicas para el buceo. Un colega británico, coincidió a bordo hace unos años con el pintor Miquel Barceló, que ha viajado a bordo del Alila Purnama en más de una ocasión y es un discreto enamorado de sus paisajes. El artista quedó tan impresionado de su primer viaje, que, inspirado por estas criaturas y colores, a la vuelta realizó su célebre bestiario para la Biblioteca Nacional de Paris. De inagotable energía creadora y en continua experimentación, la obra de Barceló se inspira profundamente en la naturaleza, y particularmente en el mar de su isla natal, Mallorca, el Mediterráneo. Pero a veces son estas aguas y sus criaturas extraordinarias, desde los cangrejos orangután a los peces unicornio, los que espolean su magnífico talento.