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Richard Branson, en Mallorca

Richard Branson, un pie en Mallorca y otro en el espacio

El carismático empresario inaugura su esperado hotel en la Tramuntana y anuncia el inicio de las misiones comerciales de Virgin Galactic

Eternamente joven, bronceado y dinámico, Richard Branson vive con un pie en el espacio y con otro en su adorada isla de Mallorca. Esta semana ha hecho doblete en ambos tableros de juego, dos de sus preferidos de su exitoso y gigantesco conglomerado Virgin Group, formado por 360 empresas que cubren sectores tan diferentes como la música, la telefonía móvil, los gimnasios o el transporte en este planeta y fuera de él. Pese a tantos y tan diversos intereses en puntos muy distantes, Sir Richard confiesa su debilidad tanto por la Tramontana como por el espacio exterior. Ambos le han hecho aparecer aún más risueño de lo habitual esta semana, en la que se ha dejado ver en Mallorca en la esperada inauguración de su lujoso hotel Son Bunyola, en Banyalbufar, en plena sierra mallorquina, enclave declarado Patrimonio Mundial de la Unesco en 2011.

Con su estilo desenfadado, vestido enteramente de blanco y de sport, cortó la cinta del lujoso hotel, que hace el número ocho de su super exclusiva Virgin Limited Edition. Mallorca se une así a una de las colecciones hoteleras más exclusivas del mundo, formada por Kasbah Tamadot en Asni (Marruecos), The Lodge, en Verbier (Suiza), las islas privadas Moskito Island y Necker Island (Islas Vírgenes Británicas), las reservas de vida salvaje Ulusaba, en Mpumalanga, (Sudáfrica) y Mahali Mzuri en Kenia y Mont Rochelle, un magnífico hotel enclavado en un viñedo cerca de Ciudad del Cabo.

Richard Branson corta la cinta

Han tenido que pasar casi 25 años para que su proyecto balear viera la luz. «Tantos como me ha costado ir al espacio», ha declarado esta semana en Mallorca. Branson es un corredor de fondo y un hombre de lealtades inquebrantables. «Amo Mallorca y siempre he estado enamorado de la Tramontana», aseguró el empresario antes de cortar la cinta de inauguración y rememorar que conoció la isla cuando era aún un niño, en un viaje con sus padres. No es éste el primer hotel de Branson en la isla, pues fue el artífice y primer propietario de La Residencia, de Deiá, sin duda uno de los mejores y más especiales hoteles de todo el Mediterráneo. El empresario se vio obligado a vender la propiedad para paliar las dificultades económicas de la compañía aérea Virgin tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. El hotel fue adquirido entonces por unos 5.000 millones de pesetas por otro de los grandes nombres del turismo de lujo, James Sherwood, ya fallecido, el hombre que devolvió a la vida al mítico Orient Express. La Residencia, hoy miembro de la lujosa marca hotelera Belmond, es parte del conglomerado de LVMH y por tanto, propiedad de Bernard Arnault. La joya hotelera de Mallorca va cambiando de manos, por lo que se ve, a cual más poderosa.

Son Bunyola

Aunque Branson sigue llevando en su corazón La Residencia (intentó recuperarla varias veces sin éxito), desde esta semana ya tiene su propia joyita en la isla de sus amores. Ni la burocracia balear, ni el covid ni siquiera un ciclón que se llevó parte de la renovación de una propiedad que data del siglo XVI, han doblegado su voluntad de volver a Mallorca en calidad de hotelero de super lujo. Branson compró la finca en 1994 a los herederos del empresario mallorquín Josep Puig Canals. Con tan solo 26 espléndidas habitaciones, exquisitamente decorada, la idea del magnate británico es devolverle su antiguo esplendor y mantener el hotel abierto durante todo el año, una idea que ya han empezado a llevar a cabo tímidamente algunos resort de lujo de la isla, apoyándose en una Mallorca donde no solo prevalece la tradicional fórmula del sol y playa, sino el ciclismo, los retiros de bienestar, las visitas a viñedos y otras actividades culturales planificadas y ejecutadas de la manera más exclusiva. «Son Bunyola es una propiedad fantástica, lo más impresionante es su localización, que te permite disfrutar de unas vistas increíbles de la Sierra de Tramuntana y del mar al mismo tiempo, y disfrutar de las actividades exclusivas que va a ofrecer en un destino con tanto que ofrecer», señala al respecto Ana Bru. Mallorca se abre cada vez más al cliente de alto poder adquisitivo de larga distancia, y el éxito del vuelo directo Palma Nueva York es una de las muestras de que la isla se está transformando como destino turístico.

Vuelos comerciales

La reconocida especialista en viajes de lujo Ana Bru es precisamente una de las personas más cercanas a Branson en la otra pata de las actividades del empresario británico que acapara titulares internaciones esta semana: el comienzo de su labor comercial de la división de viajes espaciales, Virgin Galactic. Son vuelos comerciales pero no turísticos y por el momento, éstos siguen sin tener fecha. «Richard ya cumplió su sueño en 2021 y yo no renuncio al mío», declara a El Debate Ana Bru, a quien Branson agradeció en la inauguración de Son Buyonla «su gran lealtad y paciencia». Los vuelos programados para la próxima semana, entre el 27 y el 30 de junio, son misiones que Virgin Galactic realizará por encargo de la Fuera Aérea Italiana y el Consejo Nacional del Investigación Italiano para estudiar la microgravedad. «Obviamente estas actividades nos acercan más a los futuros viajes turísticos», señala Bru, quien no renuncia a viajar al especio pese a las numerosas demoras sobre la programación inicial. El vuelo se realizará con la nave espacial Galactic 01 desde el espacio puerto de Nuevo México, que Norman Foster realizó por encargo de Richard Branson.

Una vez concluida dicha misión, la compañía tiene programado efectuar su segundo vuelo comercial a comienzos de agosto y espera realizar misiones mensuales en un futuro. Por el momento, no hay declaraciones ni fechas sobre los futuros vuelos turísticos y todo apunta a que por el momento seguirán con las misiones de carácter científico y técnico. Branson es un hombre paciente, sabe esperar y no renuncia a sus objetivos. Lo ha vuelto a demostrar en Mallorca, junto a esas montañas que tanto ama y que datan del Mesozoico, conocida como la era de los dinosaurios. Visto así, los retrasos en algunos años en el inicio del turismo espacial, adquieren otra perspectiva.