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Lujo y alta política: los hoteles con más secretos de Estado

Del Parador de Gredos, donde se reunieron los padres de la Constitución, al Fairmont de Washington, donde se establecieron las bases de la ONU. En jornada electoral, repasamos los hoteles convertidos en escenarios del poder político que tienen su lugar en la Historia

Vicky Vilches
Vicky Vilches

23/07/2023 Actualizada 04:30

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La concordia en el Parador de Gredos

El primer establecimiento de la Red Nacional de Paradores, inaugurado por Alfonso XIII en 1928, escribió su nombre en la sección de Política medio siglo más tarde. En 1978, se reunieron en él los «padres de la Constitución» para consensuar las líneas generales de nuestra actual Carta Magna. De aquellas largas reuniones de trabajo, lejos de las filtraciones y presiones de la capital, salió el primer borrador de la Constitución del 78. Así lo recuerda una placa en el llamado Salón del Silencio, donde se reunían, entre otros, Fraga, Peces Barba, Roca y Herrero de Miñón. Curiosamente, en el mismo Parador de Navarredonda (Ávila), Primo de Rivera reunió en junio de 1935 a la cúpula de la Falange para plantearse una insurrección militar contra la República. Escenario de conspiraciones o de grandes acuerdos, sigue siendo un lugar en un entorno de gran belleza natural, elegido por el propio Alfonso XIII. Perfecto para quien busca austeridad castellana y un verano de largos paseos casi solitarios lejos del bullicio de la costa más concurrida.

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Le Meurice y la destrucción de Paris

Las paredes de uno de los hoteles más lujosos de Paris, Le Meurice, guardan los secretos de uno de los capítulos sobre los que más se ha escrito y especulado de los años de la ocupación nazi de Francia. El hotel, situado en la rue du Rivoli, frente al Louvre, sirvió de cuartel general del mando del «Gross Paris», ostentado por el general Von Choltitz. En agosto de 1944, con un Paris cercado por las tropas aliadas, Hitler da la guerra por perdida y ordena a Von Choltitz destruir por completo Paris: el Louvre, la Torre Eiffel, Nôtre Dame, los Inválidos... Es la historia contada en la célebre novela «¿Arde Paris?», con Le Meurice como principal escenario de las decisiones del general alemán. El hotel forma hoy parte de la lujosísima Dorchester Collection, propiedad del Sultán de Brunei, sigue siendo uno de los mejores de París y tiene una doble conexión con España: en él se alojó Alfonso XIII durante los primeros tiempos de su exilio parisino y era el preferido de Salvador Dalí para pasar sus largas estancias en la ciudad del Sena.

El Fairmont de San Francisco y el nacimiento de la ONU

Con la tragedia de la Segunda Guerra Mundial en la memoria, y en la retina de muchos, delegados de 50 países se reunieron en California con la intención de sentar las bases de un nuevo orden mundial. De aquella conferencia internacional surgió la Carta de San Francisco, que se firmó en el escenario del Veterans Auditorium, rebautizado como Teatro Herbst en 1977. Y aunque el célebre Hotel Fairmont fue sólo uno de los siete hoteles de la ciudad que acogieron a los dignatarios, se convirtió en el verdadero palacio del poder. En él se reunían los cinco grandes, Francia, China, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos. Y fue en una suite del hotel, en el ático, donde se tomaron las decisiones críticas. En ella se alojaba el entonces secretario de Estado, Edward Stettinius, quien informaba puntualmente al presidente Truman desde su suite sobre el curso de las discusiones de aspectos clave: desde las responsabilidades del futuro secretario general de la ONU a los procedimientos de votación. El Fairmont sigue siendo hoy un referente de la ciudad y tal vez muchos le recuerden porque protagonizó una exitosa serie de televisión en los 80, en la que aparecía con el nombre ficticio del St Gregory. Todo un clásico que ha sabido continuar en excelente forma, e incluso ha dado lugar a una marca hotelera, una de las más lujosas del gigante francés Accor.

El sueño de Martin Luther King en el Willard

Pocos hoteles de Estados Unidos tienen tanta relación con el poder político como el mítico Willard de Washington, sito en una de las calles más poderosas del mundo: la Avenida de Pensilvania. Sus credenciales son apabullantes, pues dada su proximidad a la Casa Blanca y al Capitolio ha acogido a todo tipo de dignatarios nacionales y extranjeros, reuniones de alto nivel, incluida una conferencia que trató de evitar la Guerra Civil en Estados Unidos. Incluso los planes para la Sociedad de las Naciones de Woodrow Wilson fueron tomando forma en el vestíbulo del Willard, en 1916. El propio hotel promueve la idea de que la palabra lobby como grupo de interés o de presión nació aquí. Lo que sí es seguro es que en el Willard se escribió uno de los discursos políticos más importantes del siglo XX: «I have a dream», «Yo tengo un sueño», el famoso discurso que Martin Luther King pronunció en la histórica marcha sobre Washington en 1963. A pesar de semejante pedigrí, el hotel se declaró en bancarrota y estuvo cerrado durante casi veinte años, entre 1968 y 1986. Desde entonces es parte de InterContinental y ha recuperado el lugar que le corresponde en la escena política y social de la capital de Estados Unidos.

La «foto del Palace»

Han pasado 40 años y una de las imágenes más reconocibles de una noche electoral española tiene como escenario la ventana de una suite de un hotel, concretamente del madrileño Hotel Palace. Por entonces, nadie veía con malos ojos que los socialistas celebraran su primera victoria, en uno de los bastiones del lujo, construido a instancias del Rey Alfonso XIII en 1912. La foto del triunfo arrollador, de aquel octubre de 1982, muestra a Felipe González y Alfonso Guerra saludando desde la ventana. Pero no fue éste el hotel con más secretos para los socialistas de la época. Los guerristas solían reunirse y planificar estrategias parlamentarias en el vecino Hotel Suecia, también próximo a las Cortes, y en el que se alojó el Che en su visita a Madrid. Tanto es así que una parte de los guerristas recibió el apodo de «los suecos». Reformado con posterioridad e integrado en el grupo tailandés Manor, NH Collection Suecia es uno de los cuatro estrellas más recomendables de la capital. Gran emplazamiento, con magnífica terraza en estos meses de verano, de las mejores de Madrid. El Palace, por su parte, sigue siendo uno de los imbatibles con mil historias que contar y que callar. Actualmente, se encuentra inmerso en una ambiciosa reforma (sin cerrar sus puertas) que conlleva además un cambio de marca dentro del grupo, de Westin a Luxury Collection. Habrá que esperar todavía un año largo para ver este necesario lavado de cara que le permita mirar de tú a tú a la nueva competencia capitalina.

Los pactos del Hotel Majestic de Barcelona

Todo un emblema de la vida social de la capital catalana, la gran dama del Paseo de Gracia, se relacionada también con el primer gobierno del Partido Popular. Tanto es así que el hotel da nombre al llamado «Pacto del Majestic», el acuerdo entre el PP de Aznar y la Convergencia de Puyol que posibilitó la llegada del primero al Palacio de la Moncloa en 1996. Las duras negociaciones no se llevaron en el lujoso hotel, pero sí fue allí la «oficialización» del acuerdo, con una cena de las cúpulas a la que asistieron también las parejas de sus principales dirigentes. Ninguna placa recuerda un hecho que sí aparece en los libros de historia. Sí encontramos en el amplio lobby, una placa dedicada a Antonio Machado, quien pasó varias semanas en el Majestic con su familia en 1938 antes de partir al exilio en Francia. El hotel, hoy de cinco estrellas gran lujo, es una de las mejores direcciones de Barcelona. En esta época del año, tiene una de las mejores terrazas de la ciudad y en cualquier momento un servicio y un trato impecables.

El Península y la rendición de Hong-Kong

«El Pen» para los amigos es la joya de la corona de la familia Kadoorie, la dinastía más poderosa y adinerada de Hong-Kong. Con fama de ser uno de los mejores hoteles del mundo, y el curioso hecho de ser el mejor cliente de Rolls Royce, también guarda muchas historias relacionadas con la política. En funcionamiento desde 1928, se alzó enseguida como escenario de poder de la rica colonia británica. Su episodio más oscuro sucedió en 1941, con la invasión japonesa de Hong Kong. El ejército nipón tomó el Península y allí mismo obligaron al gobernador de Hong Kong, Mark Aitchison Young, representante del rey Jorge VI, a firmar la rendición del territorio, una de las peores derrotas de la historia de Inglaterra. El Gobernador británico fue convertido en prisionero de guerra y durante dos meses estuvo recluido en una habitación de la tercera planta de un hotel convertido en cuartel general de las fuerzas de ocupación y rebautizado como Toa. La familia Kadoorie sigue siendo su propietaria y es la joya de la corona de su pequeño y exquisito imperio hotelero que pronto, por cierto, abrirá lujosísimo establecimiento en Londres.

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