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Una de las calles de Madriguera, pueblo rojo por excelencia de la provinciaSegovia Turismo

Viajes

La ruta del color segoviana: estos son los pueblos negros, rojos y amarillos más bonitos

Las carreteras rurales del sureste de Segovia nos trasladan a una bella alegoría cromática que responde a la diversidad geológica de la zona

Cualquiera que haya visitado al menos una vez Segovia sabrá que la lista de bondades de la provincia es bastante amplia. Rica en historia, patrimonio artístico, espacios naturales y gastronomía, posee multitud de rincones con encanto que van más allá de Pedraza, la Granja de San Idelfonso o la monumentalidad de su capital con el Alcázar y el acueducto como principales atractivos turísticos.

Con permiso de su sabroso embajador, el cochinillo, la cara más visible de su apreciada gastronomía, Segovia guarda mucho ases en la manga en forma de belleza añeja que no deja indiferente a ningún visitante. A los pies de la Sierra de Ayllón, por ejemplo, se despliega una ruta de pueblos y aldeas de arquitectura popular teñidos de rojo, negro y amarillo, que contrastan con entornos naturales de hayedos y robledales y que hacen del color su principal sello de identidad.

Desde Riaza, nos adentramos en una alegoría de colores señoriales. Como muchas otra villas castellanas, destaca por su magnífica plaza porticada, pero con la curiosidad de estar rodeada por gradas de piedra, con su respectiva barandilla de forja de hierro que ejerce como coso taurino. El resto de la localidad se distingue por el encanto de sus calles que cuentan con casas blasonadas y por donde llegaremos al paraje del Rasero, con las ermita de San Roque y San Juan Bautista.

Pueblos rojos

Uno de los puntos más emblemáticos de esta ruta es Madriguera. Debido a las rehabilitaciones que se han realizado en los últimos años, es uno de los mejor conservados y en los que mejor se aprecia la arquitectura cromática. Turísticamente hablando, lo mejor del pueblo es el pueblo en sí: sus calles, sus casas, el entorno y por supuesto, su iglesia de San Pedro, en la que podemos apreciar la espadaña realizada en piedra roja.

No puede presumir, en cambio, de tener hasta el suelo de color rojizo. De éllo solo puede presumir Villacorta, a poca distancia del anterior, y que además de por su imponente colorido destaca por su puente romano, la Emita de San Roque y la Iglesia de Santa Catalina. Como en lo ya mencionados como en todos los que quedan, lo mejor para visitarlo es dejarse embrujar por sus calles y tabernas castellanas.

Villacorta

Pueblos negros

Cambiamos el rojo por el negro y nos adentramos en el paisaje de Becerril, que aún combina en sus muros estas dos tonalidades de piedra y se rematan por tejados y mampostería de grandes lajas de pizarra. Lo mismo ocurre con Serracín, donde, aunque la mayoría de sus construcciones están abandonadas, sus 11 vecinos siguen manteniendo la belleza de las edificaciones.

Aunque el mejor ejemplo de arquitectura negra es El Muyo. Sus muros, tejados, puertas, ventanas... están construidas con pizarra negra. La uniformidad del color es un auténtico reclamo que además se asienta sobre una veta natural de esta piedra. Las dos casas rurales que posee permiten una mimetización completa en el entorno, mientras se visitan además el Parque Natural de Tejera Negra, las Cuevas de Prádena o la propia sierra de Ayllón.

El MuyoSegovia Turismo

Pueblos amarillos

En este caso, Alquité será la primera parada. En esta pequeña aldea rodeada de un amplio robledal y de tan solo 4 habitantes, destaca su templo románico, la iglesia de San Pedro del siglo XII, una de las más singulares de la provincia por su portalada, que recuerda a la Catedral de Burgos y al Monasterio de Santo Domingo de Silos.

Entre las localidades que emplearon cuarcitas blancas y doradas mezcladas con pizarra para lograr estos tonos amarillentos también destaca Martín Muñoz de Ayllón, cuyas canteras abastecieron a la catedral de Segovia y al Palacio de La Granja.

Martín Muñoz de Ayllón

Con el paso del tiempo, en cambio, el pueblo ha ido cambiando y en sus calles se mezclan todo tipo de colores: el negro de la pizarra en sus tejados, el rojizo de la tierra del lugar y el dorado de la cuarcita, haciendo de esta localidad serrana un lugar atractivo y muy agradable. La iglesia parroquial es su edificio más destacado por estar dedicado a San Martín de Tours.