Viajes
El pueblo que recomienda visitar National Geographic en enero
La localidad, famosa por su Doncel, celebra 900 años de la reconquista cristiana
Existe una joya escondida en la provincia de Guadalajara que, según National Geographic es el destino perfecto para empezar el 2024 por su mezcla de historia y belleza natural escrita en piedra. Su viaje al pasado llegó a conquistar a Miguel de Unamuno y José Ortega y Gasset, que retrató este pueblo de Castilla La Mancha en innumerables comentarios de arte o en su libro El espectador.
Sigüenza pervive en la mente de Ortega. Habla a menudo de ella en sus artículos periodísticos y compara estas tierras altas de Guadalajara y Soria, que tiene muy viajadas, con «los hombros de un gigante». El 24 de julio del 1911, por ejemplo, escribe en el periódico El Imparcial el artículo Arte de este mundo y del otro, en el que se refiere a la catedral de Sigüenza, para mostrar su preferencia por el Románico sobre el Gótico. En ese mismo texto Ortega hermana la construcción del templo seguntino con la redacción de los versos del Cantar del Mío Cid como hijos de una misma espiritualidad.
La catedral, de hecho, es uno de los monumentos imprescindibles de ver antes de abandonar la zona. En su fachada principal destacan sus dos imponentes torres que le dan un aspecto de fortificación, pero en su interior no faltan detalles ornamentales, como rosetones y bóvedas de crucería, un hermoso coro tallado en madera de nogal, el Retablo de Santa Librada y varias capillas y sacristías, como la Sacristía de las Cabezas.
Sin olvidarnos por supuesto de la imagen por excelencia de Sigüenza: El Doncel, una escultura funeraria tallada en alabastro de un enorme valor artístico, que representa al joven caballero de la Orden de Santiago Martín Vázquez de Arce, que luchó al lado de los Reyes Católicos por la reconquista de Granada.
No sería su vida, sino su muerte, la que le llevaría a ser leyenda. En el año 1486, en la Campaña de Loja, y tras una exitosa batalla en la Vega de Granada, su escuadrón fue sorprendido por los musulmanes, quienes emplearon la conocida como Acequia Gorda para ahogar y, finalmente, matar al Doncel y sus hombres.
Sería su hermano Fernando, Obispo de Canarias, el encargado de que los restos de Martín descansasen en el sepulcro de la capilla de San Juan y Santa Catalina y quien encargó la famosa escultura, que Unamuno nombró El Doncel y que, hoy en día, se ha convertido en símbolo de Sigüenza.
Es suficiente unas horas paseando para comprobar la belleza de su arquitectura. De ella hay que destacar sus murallas, que partiendo del alcázar se extendieron como dos brazos que se entrelazaban. De este a oeste nacieron dos calles, Travesañas, alta y baja. En las casas de ambas se puede observar todavía la influencia judía: junto a la puerta se abre una ventana que servía de mostrador para la venta.
Sin embargo, el castillo es el mejor punto de partida para conocer Sigüenza. Desde la plaza del castillo, la calle Mayor nos lleva a la plaza Mayor, que se empezó a construir en 1494. Ocupado por diversos pueblos a lo largo de su historia, este enclave en la parte más alta de la localidad fue escogido por los árabes para construir su alcazaba por su inmejorable posición.
Tras la reconquista en el año 1124, pasó a manos cristianas convirtiéndose en la «humilde» residencia eclesiástica durante los siglos posteriores. Sufrió ampliaciones, destrozos y rehabilitaciones, la última destinada a acoger un magnífico Parador donde hoy en día puedes alojarte.
Además, su entorno natural es de los mejores de España, especialmente el Parque Natural del Río Dulce y las Hoces del Río Salado. El municipio incluye 28 pedanías como La Cabrera, Imón, Pelegrina, Pozancos, Guijosa o Palazuelos. En algunas se conservan castillos e iglesias del románico rural así que merece la pena reservar tiempo para hacer una visita.