Overbooking en las suites más elegantes y lujosas de París
La concentración de vips y multimillonarios ha llenado unas suites que no tienen parangón en ningún otro punto del mundo. Récord histórico de ocupación en la ciudad del lujo por excelencia
Jamás en su larga y reputada historia relacionada con la hospitalidad de lujo parisina, la ciudad ha vivido un fin de semana como este. La familia olímpica y aledaños forman una inclasificable tribu en la que figuran billonarios, mandatarios, leyendas del deporte, primeros espadas del diseño, del cine, de la música y la comunicación, presidentes y dueños de empresas patrocinadoras, de equipos y de cuadras de pura sangre, herederas de oro, miembros de la realeza y esa clase de anónimos aficionados al deporte bien situados en la lista Forbes. Este maremágnum conforma un mosaico que este fin de semana de finales olímpicas disfruta de una inolvidable cita en París creando un ambiente suigéneris que tiene un poco de final de la Super Bowl o la NBA, ceremonia de los Oscar, cumbre de Davos, semana de Fashion Week y boda de algún miembro de la realeza. Con tres particularidades: no pudieron asistir a los anteriores juegos, celebrados a puerta cerrada en Tokio, por lo que había apetito olímpico; París es una cita especialmente apetecible y glamurosa que nadie se quería perder, y Los Ángeles será la próxima sede olímpica, por lo que hay un importante desembarco de toda clase de personalidades norteamericanas tomando buena nota de todo.
Los mejores hoteles desempeñan un papel importante en este Monopoly de sedes de competición, museos cerrados para galas privadas, palacios reconvertidos en sedes de «hospitality», restaurantes con más estrellas Michelin que mesas disponibles, etc. Para la mayoría de los miembros de este collage, este fin de semana en París importa todo menos el precio. En esta fauna también hay que incluir a aquellos atletas que compiten con mucho espíritu olímpico y ningún interés de vivir este espíritu en la villa olímpica, con sus famosas camas de cartón y comida (al parecer escasa y que tanto está dando que hablar) preparada por el gigante Sodexo.
El equipo de baloncesto de Estados Unidos ha privatizado un lujoso hotel de cientos de habitaciones en el centro de la ciudad para ellos, sus técnicos, ayudantes y sus familias. Djokovic tampoco se alojó en la Villa Olímpica, y aunque no ha trascendido dónde lo hizo, se da por seguro que fue en alguna villa privada próxima a Roland Garros. La primera dama de Estados Unidos se alojó en una de las mejores suites del InterContiental Le Grand, junto a la Opera. Céline Dion estuvo en el fabuloso Le Meurice para trasladarse posteriormente a una de las suites presidenciales del Raffles Le Royal Monceau, al igual que Lady Gaga. El hotel es uno de los mejores de la ciudad, sus apartamentos garantizan la privacidad que busca esta clase de cliente y un pequeño detalle a tener en cuenta: Raffles es una de las marcas más lujosas del gigante francés Accor, uno de los principales patrocinadores de los Juegos.
El hotel, como la mayoría de los lujosos establecimientos parisinos, presenta estos días una estampa similar en el exterior. Coches negros en la puerta, principalmente Mercedes Viano, muchos con cristales tintados. La mayoría luce algún tipo de distintivo olímpico o acreditación. Por seguridad, estas pegatinas no identifican sus países de procedencia. Las empresas hacen todo lo contrario, exhiben pegatinas con sus logos en los coches de cortesía a disposición de sus directivos y mejores clientes. Una sutil forma de hacer publicidad sobre su buen posicionamiento. En sus lobbies, es frecuente la presencia de personal acreditado que forma parte del pequeño ejército de asistentes personales y enlaces de protocolo con delegaciones y vips. Son días de mucho teléfono móvil, de intercambio de pins (el deporte no olímpico más practicado aquí), de atender demandas superferolíticas.
Los que quieren absoluta discreción han optado por villas o por lugares pequeños superlativos, entre los que destacan 1 Place Vêndome, tan solo 15 habitaciones, propiedad de los dueños de la joyería Chopard. La flamante tienda de Dior también dispone de una sola suite, al igual que el mítico restaurante La Tour d’Argent. Tres alojamientos super exclusivos y «ultraboutique» inaugurados en los últimos meses que, naturalmente, están completos. Y no han sido las únicas novedades en materia de alta hotelería de cara a los Juegos. Dos hoteles que aquí llaman «palacios contemporáneos» han abierto en fechas recientes. Ambos completos desde hace más de un año para estas fechas. El edifico del lujoso Bulgari es propiedad de Sandra Ortega, hija mayor del fundador de Inditex, y tiene probablemente el mejor ático de la ciudad con un inmenso jardín que parece flotar con la Torre Eiffel al fondo. Es su mejor suite. Ha sido privatizado en su totalidad durante todos los juegos. Cheval Blanc, la niña de los ojos de Bernard Arnault, es el único hotel de lujo de París con vistas al Sena. Su suite The Appartement, es una de las más espectaculares de Paris.
Las suites de corte histórico más cotizadas las encontramos en la suite Imperial del Hotel Ritz, la Suite Bonaparte del Shangri-La; Les Grand Appartements del Crillon, decoradas personalmente por Karl Lagerfeld y con una vista espectacular a la Plaza de la Concordia. Le Meurice, otro de los templos del lujo, propiedad del sultán de Brunei cuenta con el ático Belle Etoile, con una terraza sobre el Louvre que quita el hipo. Imposible pensar en mejor sitio para ver cómo se eleva el pebetero cuando cae el sol. Otras suites que estos días están ocupadas y son realmente espectaculares son la imperial del Park Hyatt, con vistas a la elegantísima Rue de la Paix, la Eiffel Suite del Plaza Athénée, La Suite Katara, del Península, propiedad del emir de Qatar, al igual que el Raffels. Lujo superlativo inalcanzable para la mayoría de los mortales que en muchos casos no pagan quienes las disfrutan. París es un entramado interesante de viajes para agasajar a mejores clientes, embajadores de marca y todas esas criaturas que se mueven con los aros olímpicos. Pero también aquí clientes anónimos con liquidez suficiente para darse esta clase de caprichos. No solo tienen dinero, son ricos. Y como decía Emilio Botín padre, «ricos, lo que se dice ricos, somos muy pocos». Pocos y poco se sabe en realidad de su vida en París. Cuando están en estos lujosos habitáculos, lo último que hacen es compartir una foto en redes abiertas, como ese tipo de influencers estilo Tamara Falcó que exponen sus vidas en lujosos hoteles de Seychelles a cambio de no pagar un solo euro. Como en el deporte, también entre la gente con mucho dinero se ve que hay diferentes modalidades.