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Playa de Mera en Oleiros, La CoruñaEl Debate

El pueblo gallego del que todo el mundo habla porque 'no quieren' madrileños

Mera es un pequeño pueblo marinero de la Ría de La Coruña –gobernado por un alcalde de ideología comunista y ateo– donde los veraneantes nunca fueron bienvenidos del todo

«No es nada nuevo, toda la vida ha sido así. Los habitantes del pueblo no quieren veraneantes; ni madrileños, ni de La Coruña», dice un señor mientras pasea en traje de baño, por delante de Puerto Martina, el local donde no gustan los madrileños, que ha causado tanta polémica con su cierre temporal.

Cuando caminas por el paseo marítimo de La Coruña, a la altura de la Hípica, y alzas la vista hacia el horizonte, lo primero que se ve justo enfrente de la ciudad es una enorme playa de arena clara con un faro redondo de color blanco. Es la playa de Mera, un pequeño y coqueto pueblo de pasado marinero convertido ahora en un cogollo vacacional gracias a su ubicación y a su microclima, a pesar de que el agua está bastante fría, habitualmente.

Mera es un lugar sin nada en especial, pero con mucho encanto. Un pueblo pequeño de pocos habitantes en invierno. Hay un solo supermercado, una iglesia, una capilla, un campo de fútbol, un parque con una enorme laguna, una pista de baloncesto, una farmacia, un centro de salud , varios bloques de apartamentos y decenas de casas de estética muy diferente.

La columna vertebral del pueblo es una preciosa playa de medio kilómetro de largo con un agradable paseo marítimo y un faro. «El encanto de Mera es que es un lugar muy familiar y precisamente eso, el hecho de que no tenga nada de especial es lo que lo hace especial; aquí no hay postureo. Aquí veraneas sin más, sin hacer nada, con tus padres y abuelos, año tras año. En Mera, todo el mundo se conoce», cuentan unos jóvenes madrileños en la playa a El Debate, mientras reconocen que ese es precisamente el éxito del pueblo. No hay ni discoteca, ni pub. «Paseos, pipas y jugar a las cartas», añaden.

El paseo marítimo de MeraEl Debate

Situado en el municipio de Oleiros, provincia de La Coruña, el metro cuadrado de suelo urbano cada día sube de precio y los alquileres de apartamentos están por las nubes. Algunas viviendas, por ejemplo, para una familia de 4 personas, alcanzaron este año los 3000 euros en el mes de agosto. El desarrollo urbanístico es imparable. Los vecinos y veraneantes, conviven cordialmente desde hace décadas; juntos, pero no revueltos.

Gelo, el alcalde comunista y ateo

El alcalde, Ángel Seoane, (Gelo, para los vecinos) -según dicen- está encantado con tanto despliegue. Es músico de profesión, fue telonero de Julio Iglesias, y dejó las orquestas por la política cuando fundó el partido independiente 'Alternativa dos Veciños'; el partido con el que está al frente del Ayuntamiento de Oleiros de forma ininterrumpida desde 2003.

Puerto Martina cerrado el 15 de agostoEl Debate

Hace medio siglo en Mera solo había habitantes locales, la mayoría dedicados a la pesca y a la agricultura. Hoy en día, los pisos y casas en alquiler durante el verano son escasos. Los madrileños los dejan reservados, cuando se acaba el verano, para el año siguiente. La propia alcaldesa de La Coruña, Inés Rey, veranea en este enclave. Y el periodista Pepe Domingo Castaño era un visitante 'madrileño' habitual.

Puerto Martina cerradoEl Debate

Mera crece, cada verano más, en población vacacional. No hay apenas sitios para aparcar los coches. La playa es grande, pero los días de sol se llena y no cabe un alfiler. Los bares, también. No hay muchos, por cierto, y los que hay son los de siempre. Puerto Martina, por ejemplo, reabrió sus puertas hace tan solo dos años, tras una larga temporada cerrado por denuncias de los vecinos y algunos problemas graves.

Mensaje de Puerto Martina en redes socialesRedes sociales

Algunos vecinos del edificio, -la casa azul-, donde está ubicado el polémico bar, -con unas vistas inmejorables a la ciudad de La Coruña, por cierto-, no están muy contentos. Les molesta, explican en conversación con El Debate, «el ruido de los clientes, la música alta, los conciertos no autorizados y dicen que hay demasiadas mesas de la terraza». Puerto Martina, por su parte, cierra estos días sus puertas, según han confesado sus responsables, para no aguantar a los madrileños veraneantes impertinentes.

Playa de Mera, con vistas de La Coruña al fondoEl Debate

Lo cierto es que los veraneantes de Madrid nunca fueron bienvenidos del todo en Mera. Los residentes locales, llamados coloquialmente 'merachos', no quieren visitantes que les 'invadan' su territorio, digámoslo así; a pesar de que los negocios funcionan mejor que nunca en temporada estival. Lleno el supermercado, llenos los bares y llenos los pisos en alquiler. El veraneante genera riqueza, sin duda. También hay veraneantes gallegos, y muchos. Desde quienes tienen una segunda residencia hasta los que eligen esta playa ubicada a unos 15 kilómetros de la ciudad, para pasar el día. Los madrileños, además, la mayoría siempre tienen una vinculación emocional y familiar con Galicia. No veranean en Mera por casualidad.

Mera no quiere veraneantes, nunca los quiso. El dueño de Puerto Martina, lo sabe. Cierra porque «necesita descansar unos días», porque no tiene personal suficiente para ayudarle en el negocio, porque no necesita el dinero de la hostelería para vivir porque tiene otros negocios y porque verdaderamente nunca quiso abrir este verano el bar, desde que se fue su encargado.

Puesta de sol en Mera con la Torre de Hercules al fondoEl Debate

En cualquier caso, Mera es un pueblecito con mucho encanto, mas allá de su bullicio cada verano, donde las noches al fresco en una terraza contemplando la puesta de sol son únicas. La pregunta, en la calle, es: ¿qué sería de Mera sin los veraneantes madrileños que llevan décadas viajando a este rincón de Galicia con sus hijos y nietos?. Generación tras generación, no fallan ni fallarán a la cita. Los de la Meseta tienen tanto derecho como el resto a disfrutar de Mera, por mucho que les pese a algunos. Y los maleducados, por supuesto, que no sean bienvenidos, vengan de dónde vengan y vayan a dónde vayan.