En su interior se conserva la cripta con los restos de San Román, en un sepulcro esculpido del siglo XII y primorosas pinturas murales románicas del siglo XII, donde sobresale el Pantocrátor. Pegado a la iglesia se encuentra el claustro, casi cuadrangular, sobrio y con columnas simples, en cuyos arcos destacan la serie de inscripciones necrológicas de distintas fechas.