Fundado en 1910

Oimiakón, RusiaDe Maarten Takens | Wikipedia

Viajar

Así es vivir en el pueblo más frío del mundo

Este pueblo enfrenta temperaturas extremas y carece de infraestructuras adecuadas

España no es un país especialmente frío. Por este motivo, cuando nos hablan de pueblos rusos en los que las temperaturas en invierno no superan los -20 °C nos llevamos las manos a la cabeza. Y precisamente en la estepa siberiana es donde encontramos el pueblo más frío del mundo.

En el noroeste de Siberia, donde las temperaturas caen hasta los -50 °C, se encuentra en Oimiakón, considerado el pueblo más frío del planeta después de que el 26 de enero de 1926 se registrara una temperatura de -71,2 °C, aunque no todos los expertos están de acuerdo con la medición realizada. Esta temperatura tan baja solo es superada por las registradas en la Antártida, donde se han llegado a medir unos -91 °C.

Con más de 2.000 habitantes, este municipio enfrenta condiciones extremas a diario. Aunque los residentes se adaptan a la vida en este clima extremo, las infraestructuras no están lo suficientemente preparadas para brindarles la comodidad necesaria, lo que hace aún más difícil la supervivencia en este inhóspito lugar.

Los habitantes de Oimiakón deben ingeniárselas para sobrevivir, ya que muchas de las casas no cuentan con aislamiento adecuado, a pesar de tener calefacción central. La comunidad depende en gran medida de la leña para mantenerse caliente en su día a día. A pesar de los esfuerzos por mejorar su situación, los residentes aún no reciben la ayuda necesaria del gobierno regional, lo que ha llevado a la demanda de un estatus geoclimático especial. Mientras tanto, los habitantes recurren a métodos de supervivencia como el uso de ropa especializada, adaptadas las extremas condiciones climáticas de la región.

Un aspecto interesante de la vida en Oimiakón es el trabajo de la fotoperiodista Natalya Saprunova, quien documentó las dificultades que enfrentan los Evenki, la etnia indígena de la región. Saprunova expuso cómo la comunidad lucha por mantener su modo de vida tradicional mientras enfrenta amenazas extremas, como la minería, la deforestación y la contaminación. Además, denunció la pérdida de su cultura nómada tras la sedentarización forzada impuesta por el régimen soviético en los años 30, lo que marcó el comienzo de la transformación del pueblo.

La falta de infraestructuras adecuadas y el abandono por parte de las autoridades crean un panorama difícil para los habitantes de este peculiar y frío pueblo.