El pueblo más bonito del mundo está en España, según la Organización Mundial del Turismo

Pocos pueblos medievales están tan bien conservados como Rupit y Pruït, dos núcleos con una historia milenaria que se encuentran a poco más de una hora de viaje desde Barcelona

Los dos pueblos fueron en su día dos localidades distintas, que en 1977 se unieron bajo el nombre oficial de «Rupit i Pruït». Hoy este municipio tiene menos de trescientos habitantes, pero aún conserva una historia milenaria. Lo más emocionante es sin duda el puente colgante de madera: pequeño, estrecho y capaz de soportar sólo 10 personas a la vez.

Están situadas en el corazón del interior catalán , literalmente en la montaña: las calles pavimentadas y las casas de piedra hablan de una intervención humana mínimamente invasiva, para casi rendir homenaje a la grandeza de la naturaleza, sin distorsionarla.

Otra de las rutas es la que llega hasta la ermita de Santa Magdalena, del siglo XVII. Durante la Guerra Civil Española, el templo fue profanado. En 1973 se reconstruyó gracias a la colecta realizada entre los vecinos del pueblo. Cuenta la leyenda que en los alrededores vivía la bruja Tecla, que tenía libros de los que aprendía a transformarse como todo tipo de animales.

Rupit ofrece la posibilidad de hacer rutas de senderismo por el bosque. La más popular es la que llega hasta el Salt del Sallent, una cascada con una caída de más de 100 metros que lo convierten en la más alta de Cataluña. Para llegar hasta ella hay que hacer una ruta de unos seis kilómetros.

El puente es una de las principales atracciones de Rupit y se alza sobre el desfiladero de la riera de Rupit, y ofrece unas vistas espectaculares del paisaje. El paisaje del Collsacabra es una sucesión de riscales, auténticas atalayas de un mar de color verde, saltos de agua, rincones inhóspitos e historia latente. Adentrarse en estos lugares no deja indiferente.

Los riscos tienen dos colores porque están formados por estratos diferentes: en la parte baja las rocas son rojizas porque las aguas donde se depositaban estaban bien oxigenadas y los minerales de hierro se oxidaban. Las de la parte superior son de color gris, formadas años más tarde. ¡Una ruta preciosa e inolvidable que acaba con la panorámica que ofrece en su punto álgido el Castillo de la Envestida.