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Pasar tiempo al aire libre previene enfermedades como la diabetes, el asma o el raquitismo y libera oxitocinaGTRES

Salud

Los niños que juegan al aire libre corren menos riesgo de sufrir enfermedades como obesidad o diabetes

El tiempo en exteriores favorece el equilibro adecuado entre el desarrollo físico e intelectual. Es la mejor manera de hacer ejercicio de forma divertida

Un estudio del Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio AIJU afirma que en 2019 el 82 % de los niños españoles jugaba en el exterior menos tiempo del recomendado por los expertos. Este dato, apuntan, se ha visto empeorado con la pandemia y la aparición del COVID-19. Lo recomendado por los organismos de salud son dos horas diarias en los más pequeños y de una en los niños un poco más mayores; la media española se encontraba entonces en 55 minutos.

Este porcentaje se vuelve más preocupante a medida que se observa la subida de los casos de adicción a videojuegos y a dispositivos electrónicos entre los más pequeños, y también los de ansiedad y depresión infantil. El sedentarismo es en la actualidad uno de los problemas más acuciantes durante la infancia. Un estudio de la Universidad de Medicina de Graz, en Austria, encabezado por Peter Schober, afirma que los niños sedentarios enferman cinco veces más de depresión que los que se mantienen activos.

Pasar la tarde al aire libre no es solo una manera eficaz de luchar contra todo lo anterior, sino que también tiene importantes beneficios sobre la salud física y mental de los más pequeños. El juego en exteriores favorece el equilibro adecuado entre el desarrollo físico e intelectual. Es la mejor manera de hacer ejercicio de forma divertida, algo que mejora no solo el estado de ánimo, sino también la resistencia y la inmunidad ante distintas enfermedades. De esta manera, se previene el riesgo de padecer obesidad, enfermedades cardiacas o diabetes.

La obligación de hacer nuevos amigos y compartir experiencias hará que los más pequeños interactúen de manera más eficazGTRES

Imaginación, creatividad y curiosidad

En el parque o en mitad de la naturaleza, los más pequeños pueden moverse con más libertad, mucha más que en casa, donde están más limitados. Su imaginación, que no es escasa de por sí, se ve impulsada ante la necesidad de inventar nuevos juegos y utilizar todos los recursos disponibles para ello. Y también lo hacen por esta misma razón su creatividad y curiosidad. Los más pequeños sienten una mayor independencia en espacios abiertos para explorar todas las posibilidades del entorno, y por ello, se genera una mayor confianza en ellos mismos.

Este aprendizaje del mundo que se produce cuando los niños juegan en la calle trae consigo también una mayor segregación de hormonas beneficiosas para sentirse bien, como la oxitocina y la serotonina, por lo que no solo mejora su estado de ánimo debido al ejercicio físico. Sus habilidades motoras, tanto finas –aquellas que se realizan con las manos– como gruesas –equilibrio y control del cuerpo– también se desarrollan en mayor medida por la multitud de utensilios con los que pueden jugar.

Salir de su zona de confort

La capacidad de sociabilización de los más pequeños se amplía cuando juegan en espacios abiertos al verse obligados a hacer nuevos amigos y compartir experiencias. Los niños que juegan más horas al aire libre aprenden a salir de su zona de confort y a interactuar de forma más eficaz. La presión de conocer gente nueva y la necesidad de sentirse a la altura en los juegos con los demás niños hace que aumente su capacidad de atención y concentración, por lo que indirectamente mejorará también su rendimiento escolar.

Jugar al aire libre puede convertirse en la excusa perfecta para pasar tiempo en familiaPexels

Fuente de vitamina D

Indirectamente, existen otras consecuencias positivas de pasar tiempo en contacto con la naturaleza, como por ejemplo que, al reducir las horas de exposición a pantallas, se reduce el riesgo de miopía. Pero también estarán más protegidos inmunológicamente, ya que los pequeños se vuelven más resistentes a todo tipo de bacterias y polvo. Así, disminuye la probabilidad de que desarrollen distintas alergias, asma y otras enfermedades respiratorias.

Solo por la exposición solar durante las horas de juego, subirán los niveles de vitamina D, que ayuda al fortalecimiento óseo. De esta manera, se previene el raquitismo –ablandamiento de los huesos en niños–. Esto no es algo de lo que solo se beneficiarán los más pequeños, sino también los padres. Pasando tiempo al aire libre se libera estrés y la mente descansa. No hay que olvidar que jugar al aire libre y pasar la tarde fuera de casa puede convertirse en la excusa perfecta para dedicar tiempo a la familia.