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tRIBUNA ABIERTAMaría MenÉNDEZ

La familia en tierra de nadie

Como no nos consideran un valor positivo en la construcción de la comunidad o del bien común no nos toman en cuenta

Las familias numerosas acabamos de abrir los ojos y de encontrarnos con la realidad política en la que no estamos porque nos escupe de su entorno.

Siempre habíamos creído que éramos parte de, que contábamos más para los políticos como parte de la sociedad (no solo como voto), que nos tenían en cuenta, pero que para algunos contábamos más y para otros menos.

Pues resulta que no es así. Que directamente no contamos ni estamos. Y casi que ni somos. Solo somos porque queremos ser por voluntad propia, porque hemos querido tener hijos, numerosos hijos, y ya está.

La comunidad política solo nos acepta y admite en tanto en cuanto estamos necesitados, seamos vulnerables o estemos en riesgo de exclusión social por pobreza por haber tenido muchos hijos y no poder con todo.

Y es que como no contamos, como no nos consideran como un valor positivo (aunque el valor siempre es positivo) en la construcción de la comunidad o del bien común, no nos toman en cuenta.

No es porque no sepan donde meternos por el mantra de que la familia es transversal

La realidad es que no hay un ministerio de la familia, ni una consejería de la familia, ni una concejalía de la familia. Siempre estamos metidos en bienestar social y en políticas sociales.

No se invierte en familia como un activo.

Y hemos descubierto que no es porque no sepan donde meternos por el mantra de que la familia es transversal. Estamos ahí por las familias numerosas que necesitan ayuda, pero no como colectivo, como entidad, como grupo social.

Vamos, que solo tenemos valor o interés social por la necesidad que podamos requerir.

De primeras podría ser bueno, pues es testimonio de que una familia, y en concreto una familia numerosa, sea independiente de las ayudas del estado, que sobreviva por si misma y no necesite intervención social.

Sin embargo, deberíamos estar consideradas en si mismas por el hecho de ser anteriores al estado (el estado al formarse se encuentra con la familia, no la crea) y por el hecho de que la familia es la célula básica de la sociedad, es la que conforma a la sociedad y ésta también es anterior al estado.

Solo contamos por lo que tenemos, o mejor dicho por lo que no tenemos. Pero no por lo que somos, por ser familia numerosa

Entonces, ¿cómo participamos y cómo somos parte?

Ya lo dijo Pablo Iglesias como ministro de Derechos Sociales y de la Agenda 2030, en una intervención en el Senado en septiembre de 2019, anunciando la ley de diversidad familiar o de familias. Que él como familia numerosa no necesitaba serlo oficialmente, no necesitaba solicitar el título como familia numerosa. Porque ello significaría que estaba necesitado de ayuda.

Es decir, que solo contamos por lo que tenemos, o mejor dicho por lo que no tenemos. Pero no por lo que somos, por ser familia numerosa.

De hecho, en las becas, ayudas, bonificaciones, no contamos por ser familia numerosa excepto en cada vez menos casos (algunos municipios con el IBI, bono social, transporte en Madrid, exigua desgravación fiscal). Nos vinculan con la renta. Y donde no lo hacen ya están dando pasos para modificarlo, bombardeando en poco tiempo con proyectos de cambio y modificaciones.

Y al mismo tiempo, como en una balanza, donde el plato que sube es porque el otro plato baja, se alzan como grupos sociales con valor intrínseco para la sociedad otros colectivos.

A nosotros nos dicen que solo valemos en tanto en cuanto necesitemos. Sin embargo, a otros grupos sociales, no es que les consideren por su necesidad, sino que los promueven para darles.

No se invierte en familia, no se cuida a la familia para que sea fuerte, estable, unida

Así, en el proyecto de ley de diversidad familiar o de familias, se promueve la necesidad, no la ayuda al necesitado o el valor al que aporta. Se fabrica la necesidad y se promueve al que necesita. Se crea pobreza, se esclaviza, se busca la dependencia económica y por eso la consideración a la familia pasa por vincularla a la renta.

Así, las familias numerosas solo contamos cuando estamos encuadradas en unas tablas de necesidad. Pero no como un valor en sí mismo. No contamos en positivo, como aporte de capital humano, por ejemplo, coticen o no.

Por eso tampoco cuentan los padres/madres dedicados al trabajo de cuidar el hogar y la familia, los hijos. No se invierte en familia, no se cuida a la familia para que sea fuerte, estable, unida. Se invierte y promociona que la mujer y el hombre, sean padres o no, tengan trabajo, accedan al mercado laboral y coticen. ¡Eso si! Y luego, además, si quieren, formen familia y tengan hijos.

Pero sin pedir medidas correctoras para un trato justo, tal y como pone en el preámbulo de la ley de protección a las familias numerosas, ley que quieren que sirva para otras formas de convivencia legales, promoviéndolas en su necesidad, no en su aporte positivo en la sociedad.

Por eso no hay un ministerio de la familia, ni una consejería de la familia, ni una concejalía de la familia.

En la esfera política no estamos, no contamos. ¡Claro!, por eso no nos hacían caso

Ayer tuvimos reunión con la consejera de la Comunidad de Madrid de Familia, Juventud y Política Social. Creíamos por el título de esta consejería que era nuestro hueco, nuestro marco, donde nos iban a tener en cuenta, poner en valor.

Pero resulta que no es así, que en esta consejería solo atienden a las familias con necesidades. Así que la pregunta es, ¿y dónde nos encuadramos para hacernos valer, para reivindicar, solicitar, proponer y promover a la familia numerosa como un bien preciado para todos?

Nos dicen que podríamos estar en la consejería de Presidencia, ¿presidencia?, pero no se sabe muy bien.

Tampoco saben qué hacemos proponiendo iniciativas a los señores políticos que nos gobiernan con gran poder y sabiduría. Ni siquiera valemos como «promocionables» en esta dura y gravísima tesitura o circunstancia de invierno demográfico, que más bien es ya de suicidio demográfico.

Muchos de los temas y reflexiones que se pusieron encima de la mesa en esta reunión nos han hecho encender la luz roja de aviso, de peligro. En la esfera política no estamos, no contamos. ¡Claro!, por eso no nos hacían caso.

Pues las sociedades que no cuidan a la familia, y en especial a la familia numerosa en medio de este desastre demográfico, no tienen futuro y solo crearán pobreza, miseria y necesidades. Justo lo que no se necesita para crecer y progresar.