Educación
Estudiar con tus hijos: ¿hábito o dependencia?
Ana Cobos, presidenta de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación, da las claves para enseñar a los más pequeños a desarrollar hábitos de estudio eficaces y saludables
El momento de llegar a casa del colegio y sentarse a estudiar o hacer las tareas puede convertirse en una lucha diaria para padres e hijos. Los hábitos de trabajo intelectual una vez ha terminado la jornada escolar, es decir, que el niño haga los deberes que le han mandado sus profesores, es algo que hay que trabajar desde los primeros cursos de escolarización, durante los primeros cursos de infantil.
La rutina es lo que acostumbra al pequeño, desde edades tempranas, a dedicar una parte de su tarde a actividades que de primeras pueden no parecer divertidas, pero que han de aprender a relacionar con cierto disfrute y agrado. Ana Cobos, presidenta de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España (COPOE) y profesora en la Universidad de Málaga, afirma que «el niño entiende que es el momento en que va a estar un ratito cada día en el que va a estar leyendo, pintando, y así se crea el hábito de mismo sitio misma hora, para que sea más fácil luego introducir las tareas escolares. Si no tiene costumbre, es más difícil sentarse luego en la mesa de trabajo».
Dibujar o leer por las tardes
Esa hora de comienzo de las actividades ha de ser siempre la misma y ha de ser sostenido. «En cinco minutos no se crea hábito», afirma la profesora. Hasta tercero de primaria, con 7 u 8 años, no tienen necesidad de comenzar a estudiar para exámenes o controles de conocimiento. No obstante, para llegar a ese momento con una correcta predisposición a afrontarlo de la manera más sencilla para ellos, desde que empiezan la Educación Infantil Cobos recomienda que los niños empleen parte de su tiempo en casa a actividades intelectuales, como pintar, dibujar o leer, que requieran un esfuerzo de comprensión o de creatividad.
Quizá una manera sencilla de iniciarles en ello sean las recompensas, pero la presidenta de COPOE hace hincapié en que estas han de ser afectivos. Estos son los que mejor funcionan con los niños y además refuerzan su autoestima. Por el contrario, si se pone el foco en premios materiales, como montar un rato en bicicleta, el niño focalizará su atención en la satisfacción que eso le supone y no en la tarea que ha de realizar.
Pleno desarrollo de sus habilidades
Una de las claves para desarrollar hábitos es la hora a la que se comienza, que Cobos recomienda que sea siempre la misma. El tiempo que se dedica a pintar o leer ha de ir en aumento a medida que el niño crece, para que cuando llegue el momento de tener que pasar toda la tarde estudiando para un examen o comience a tener más deberes escolares, haya desarrollado una correcta capacidad de concentración y se haya acostumbrado a unas buenas habilidades de esfuerzo y perseverancia.
«Se estima que cada hora de trabajo habría que hacer unos diez minutos de descanso. Pero es muy relativo, porque depende mucho del tipo de actividad», explica la profesora. Son el estudio y la memorización las actividades que más capacidad intelectual requieren y, por tanto, las que más cansan. Sin embargo, no es conveniente que estos momentos de desconexión se alarguen por un tiempo prolongado porque, según analiza Cobos, «cuanto más descansas, más cuesta volver a empezar». Su recomendación es hacer la pausa cuando la actividad permita cambiar de asignatura.
Los padres han de sentarse con ellos como guía, pero intentando que sean lo más autónomos e independientes posible
¿Primero deberes o primero estudiar?
«El alumnado separa hacer las tareas del momento de la memorización y el estudio. Los profesores mandan actividades para hacer en casa con el fin de que los alumnos practiquen y memoricen», defiende la presidenta de COPOE. Si ambas se separan, no se rentabiliza de manera eficaz el tiempo dedicado. «En todo caso, iría primero el estudio y, una vez comprendida e interiorizada la materia, se pueden hacer los ejercicios».
Cuando el pequeño se enfrenta a un texto por primera vez una de las claves para que sea productivo es que haya comprensión lectora. El papel de los padres en esta fase del estudio es orientar, nunca presionar. El consejo de Cobos es «sentarse con ellos como guía, pero intentando que sean lo más autónomos e independientes posible». Si es el padre el que está encima del niño para que haga las tareas y estudie se crea una relación de dependencia que a la larga no beneficiará a ninguno de los dos.