Educación y valores
Las siete maneras de transmitir el valor de la empatía a los más pequeños
Un estudio de la Universidad de Cardiff en colaboración con Barbie ha demostrado los beneficios neurológicos en niños que juegan con muñecos
«Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos». Así define la Real Academia Española la empatía. Puede parecer simple, pero esta gran virtud juega un papel fundamental ala hora de predecir el bienestar, el éxito académico y la auténtica felicidad de los niños.
Un estudio de la Universidad de Cardiff en colaboración con Barbie ha demostrado que los niños pueden desarrollar sus competencias para empatizar con los demás mediante el juego con muñecas, ya que «activa regiones cerebrales que permiten a los niños desarrollar habilidades de procesamiento social», se puede leer en las conclusiones de esta investigación.
Ponerse en el lugar de la persona que se tiene al lado permite entender otros puntos de vista, algo que según la psicóloga Michele Borba, ayudará a los niños a ser mejores colaboradores, líderes y padres. Fomenta no solo las relaciones sanas, sino también la resolución de conflictos.
«La empatía es como un músculo: cuanto más la practiquen los niños, más fuerte será. Y lo mejor es que hay maneras sencillas, pero significativas, de ayudar a nuestros hijos a aprender a ser más amables, cariñosos y empáticos», explica la autora de UnSelfie. Es en esta obra en la que Borba porqué los jóvenes empáticos tendrán éxito en este mundo individualista y de ahí se extraen las claves para que los padres ayuden a sus hijos a desarrollar hábitos que les proporcionen una ventaja en inteligencia emocional.
1. Juego libre con muñecas
Mientras los pequeños crean mundos paralelos y se sumergen en ellos junto a sus muñecos, piensan de una manera más detenida en los sentimientos y emociones propias y de los demás. Esto puede convertirse en una ventana única a su vida y a su cabeza, por lo que la escucha es clave para descubrir sus intereses, preocupaciones y todo aquello que les desagrada. El juego con muñecas puede ser un puente para comprender quiénes son los hijos, pero han de ser ellos los guías.
2. Hablar de sentimientos
La inteligencia emocional también se transmite con una buena comunicación, para lo que es importante ponerle nombre a aquello que se siente. Preguntar sobre sus emociones y sensaciones es una buena manera de ampliar su vocabulario de sentimientos.
3. Ampliar horizontes
Es más sencillo empatizar con aquellas personas parecidas a uno mismo. Sin embargo, para desarrollar esta habilidad hay que animar a los más pequeños a tener contacto con quien es también diferente. Les ayudará también a buscar lo que tienen en común con los demás y a entender que las singularidades propias no han de separarnos.
4. Leer emociones
Crear tarjetas es una de las formas que plantea Borba para que los más pequeños aprendan a cultivar y describir los sentimientos más básicos. Se puede también ilustrarlas mediante dibujos o fotografías que representen esas mismas emociones para identificarlas mejor. Otra posibilidad es convertirlo en un juego en el que cada miembro de la familia tendrá que representar el sentimiento que hay escrito en la tarjeta que le ha tocado mediante gestos y el resto tendrán que adivinarlo.
5. La norma de la amabilidad
Hacer cosas buenas por los demás, señalar los actos bondadosos que observamos en los demás y premiar cuando son los niños quienes los ejecutan consecuentemente traerá un crecimiento de su empatía. Por ejemplo, compartir o ayudar son virtudes que han de ser reconocidas y celebradas por los padres para incentivarles a practicarla más a menudo.
6. Cuidar de los otros
Dejar que los niños se cuiden entre sí y a los demás es la manera en que aprenden a empatizar. No obstante, hay que buscar los momentos adecuados como alimentar a la mascota familiar, llamar a un familiar que vive solo o llevarle unas galletas al vecino. Para los niños más pequeños esto se vuelve más complicado, pero cuanto más practiquen la amabilidad mientras juegan, más posibilidades hay de que sean benevolentes en la vida real.
7. Muñecas y peluches
Imitar los actos de bondad en el juego hará que asimilen el valor de estos comportamientos. Por ello, hay que animar a los niños a que consuelen y tranquilicen a sus muñecos o peluches mientras juegan, y así interiorizarán estas conductas en mayor medida.