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Entrevistas por la vida

La presidenta de Provida España: «Si existe un derecho a la vida, no puede haber uno a quitarla»

Alicia Latorre charla sobre las grandes reivindicaciones de la lucha por la vida, de sus grandes obstáculos, de invertir el mal y el bien y de convertir en derechos lo que en realidad no lo es

Interrupción voluntaria del embarazo o muerte digna son algunos de los eufemismos que más se escuchan en la calle, en la televisión, incluso en el Congreso de los Diputados. Estos términos esconden y tergiversan la realidad, sin otro objetivo que el de manipular la realidad, la verdad y el bien.

En el campo de batalla a favor de la vida, desde su concepción hasta su fin natural, se combate desde distintos frentes. En uno de ellos se encuentra la Federación Española de Asociaciones Provida, de la que Alicia Latorre es presidenta. Esta, junto con otras muchas asociaciones, forma parte de la plataforma Sí a la Vida, que el próximo 27 de marzo ha organizado la Marcha por la Vida.

Latorre opina que la persecución que está habiendo contra el movimiento provida es, en realidad, reconocimiento del éxito de su misión y responde también a cuáles son sus grandes luchas, obstáculos y reivindicaciones.

Alicia Latorre, presidenta de la Federación Española de Asociaciones ProvidaMiguel Pérez Sánchez

–Ya ha comenzado la cuenta atrás para la Marcha por la Vida. ¿Qué cabe esperar para el próximo 27 de marzo?

–Esperamos una gran participación por lo que es la causa de la vida y porque llevamos dos años haciéndolo online. La verdad es que esperamos también una gran repercusión mediática y la posibilidad de que todo lo bueno que allí se vive y se dice tenga consecuencias positivas, que siempre las tiene.

–¿Cuáles van a ser las grandes reivindicaciones en esta ocasión?

–Siguen siendo las mismas que otros años, porque desgraciadamente estamos inmersos en una cultura de la muerte, con unas leyes anti vida. Este año tenemos el agravante de la ley de la eutanasia y de la inminente reforma, tanto de la ley de persecución de los providas como el anuncio de la modificación para empeorar todavía más la ley del aborto. Nuestra reivindicación en esta marcha, que es siempre muy alegre, muy constructiva, muy positiva; va a ser siempre la defensa de la vida, desde la concepción hasta la muerte natural. Pedimos que cesen las agresiones a la vida. Todo lo que supone una manipulación de la vida humana en un laboratorio o con tantas prácticas que se han hecho habituales, pero no por eso son buenas. Vamos a pedir por los cuidados paliativos, por la humanización de la medicina. Ese Sí a la Vida, que es nuestro lema y el color verde esperanza resume lo que queremos mostrar en esta marcha, en su undécima edición.

La terrible barbaridad del aborto, la podemos pintar como queramos, pero es lo que esAlicia Latorre, presidenta de Provida España

–La Marcha por la Vida es una celebración, en la que la alegría y la felicidad de la gente puede parecer contradictoria para quien lo vea desde fuera, y más teniendo en cuenta la reforma del Código Penal que ya ha llegado al Senado y que contempla penas de cárcel de entre tres meses y un año para quien acuda a los centros abortistas a dar información o a rezar. ¿A qué cree que se debe está persecución a los provida?

–En el fondo es un reconocimiento indirecto, tácito, de que dar información y ofrecer ayuda salva vidas y les quita negocio a los centros de aborto. Son muchísimas vidas las que se han salvado. Son muchísimas las mujeres que han abortado y están arrepentidas, pero hablo también de padres, de abuelos, de los niños. Está habiendo un movimiento a favor de la vida y nosotros lo palpamos en la sociedad. Pero es a golpe de ley como se quieren invertir los papeles, presentar como acosadores a quienes de manera pacífica, solidaria y gratuita están ofreciendo esa ayuda. Son las propias mujeres ayudadas las que lo cuentan, igual que aquellas que tristemente dicen que qué pena no encontrar a alguien en su camino.

Parece que darle a una cosa carácter de ley la convierte en buena, cuando no es así. La terrible barbaridad del aborto, la podemos pintar como queramos, pero es lo que es. Es destrozar la vida de un no nacido, de un hijo en el vientre de su madre. Es dejar unas secuelas increíbles en las mujeres, tanto a nivel físico como psicológico y moral. Esto no es una cuestión de creencias, sino de evidencias. Supone un atropello de libertades, de información, de manifestación, de conciencia y tantas otras. A golpe de decreto, por decretazo, se amedranta, se asusta y se quiere presentar el mal como bien y el bien como mal.

–Esta inversión de papeles se puede entrever, entre otras cosas, en el apartado incluido en la reforma del Código Penal que elimina la necesidad de denuncia previa. Esto supone equiparar las acciones de los provida que rezan, hacen vigilia o reparten información a los casos de violencia de género contra las mujeres. ¿Qué opina sobre esta comparación?

–Cualquier persona con dos dedos de frente y sentido común puede ver que esto es un disparate lo mires por donde lo mires: a nivel legislativo o a nivel humano. Es la presunción de culpabilidad y una inversión de papeles completamente. ¿Dónde está la violencia? ¿Dónde están arrancando con una aspiradora, troceando a un no nacido, donde a la madre la están destrozando? El acoso sí que existe dentro, en que no se les escape nadie, en que les digan que apaguen los móviles, que no escuchen a nadie si ya han tomado su decisión, y culpabilizan a quienes hayan dicho que la quieren ayudar.

Alicia Latorre, sosteniendo la camiseta de la Marcha por la Vida y uno de sus cartelesMiguel Pérez Sánchez

–Irene Montero ha propuesto una nueva modificación de la ley del aborto, en la que pretende eliminar el periodo de reflexión obligatorio de tres días e imponer la obligación de que haya un médico abortista en todos los hospitales públicos.

–Entra dentro del mismo protocolo de silenciamiento y de violencia por parte del poder, de querer blanquear y presentar la ley del aborto como algo fenomenal. Lo que quieren es legalizar lo que ya están haciendo. Ya se han violado los tres días de reflexión, o el acompañamiento de menores. Ha habido casos en el que no han ido con sus padres o sin su permiso. Esto se está haciendo y ha habido denuncias, pero no quieren que prosperen. Ahora lo que se les presenta a las mujeres es un aquí te pillo, aquí te mato, nunca mejor dicho.

¿También se van a meter en la ética médica? Un médico está estudiando un montón de años y luego una especialidad para hacer esto, que es cosa de un carnicero, que es un matarife, igual que ocurre con la eutanasia. Esa no es la profesión médica y no se les pueden imponer, como no les pueden imponer la objeción de conciencia, porque es que va implícito en el cuidar la vida, en curar las enfermedades, en acompañar cuando no se puede, en paliar. Lo que quieren es eliminar la vida y encima plantearlo como algo progresista.

Lo legal tendría que ir de acuerdo con la ley natural, y que fuera lo buenoAlicia Latorre

–En esa misma línea de convertir el bien en mal mediante leyes, Macron ha propuesto incluir el aborto en la carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea.

–Hay todo un plan a nivel internacional sobre ello, y uno de sus proyectos es introducir el aborto como un derecho. Esto es indiscutible, sus estrategias son bien conocidas. Si existe un derecho a la vida, no puede hacerlo un derecho a quitarla. Es una manera de coartar las conciencias y las voluntades y lo hacen por decretazo. Lo legal tendría que ir de acuerdo con la ley natural, y que fuera lo bueno. Pero hay muchas cosas legales y consentidas que no son buenas, como cortar una mano, apedrear a una adúltera, los crímenes de honor o la ablación. Tenemos argumentos de todo tipo para defender la vida y el más irrefutable son los bienes que trae consigo la cultura de la vida. Los frutos de la cultura de la muerte no son solo el aborto o la eutanasia, es también la guerra, y ahora lo estamos viendo.

–Después de este panorama analizado, ¿cuáles son las grandes luchas y obstáculos del movimiento provida ahora mismo?

–El acostumbramiento social es uno de ellos. El hecho de que la cultura de la muerte esté cada vez más normalizada, su lenguaje, la normalización del mal. Para un gran porcentaje de la sociedad española es un tema incómodo. Hay muchas implicaciones políticas a nivel personal y de partidos, incluso de jueces.

Hay una estrategia también de querer relacionar, por ejemplo, la defensa de la vida con un tema político-religioso, de tal manera que si yo no soy creyente, no tengo porqué defender la vida. Y esto, como he dicho antes, no es una cuestión de creencias, sino evidencias. La causa de la vida puede estar defendida por cualquier persona.