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Salud

¿Cuáles son los accidentes más comunes en niños y cómo evitarlos?

Las lesiones no intencionadas constituyen la primera causa de muerte durante la infancia en la Unión Europea

Los más pequeños son exploradores innatos y no tienen conciencia del peligro. Por tanto, son muy comunes, incluso normales, las lesiones que la Asociación Española de Pediatría (AEP) y su comité de Seguridad y Prevención de Lesiones Infantiles, catalogan dependiendo de su causa: las producidas por tráfico en carreteras, ahogamientos, caídas y quemaduras.

Estos accidentes no intencionados constituyen «la primera causa de muerte en la infancia entre los cinco y los 18 años en la Unión Europea», según confirma la AEP. Y son también el primer motivo de dolor, sufrimiento y discapacidad que a lo largo de la vida puede llegar a tener graves consecuencias sobre el desarrollo físico, psíquico y social del niño.

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El taca-taca

Los andadores, por ejemplo, provocan miles de accidentes infantiles cada año en la UE y EE.UU. Según las estimaciones de la European Injury Database, se calcula que en los 28 estados miembro anualmente se producen alrededor de 580 lesiones entre los 0 y los 4 años. Y lo que es más, aunque se piensa que ayudan a los pequeños a aprender a andar, Lucía Galán (`Lucía, mi pediatra´), explica que empleando un andador los más pequeños establecerán unos puntos de equilibrio erróneos al estar apoyando las manos para caminar.

De nuevo, la AEP previene a los padres del uso de estos aparatos, ya que, aunque mantiene a los pequeños entretenidos mientras los adultos realizan otras tareas, al moverse con mayor velocidad y al disponer de mayor movilidad y alcance, pueden sufrir caídas por las escaleras, quemaduras con el horno o la estufa o golpes con mesas o puertas de cristal. En caso de que el niño sea todavía inestable, corre un mayor riesgo de volcar y que el peso del taca-taca le caiga encima. Para los pediatras españoles, el mejor andador es el que no se usa.

Sin embargo, se pueden utilizar también de una forma segura. Las recomendaciones de los pediatras españolas para ello incluyen, entre otras cosas, armar una barrera de seguridad para escaleras y cerrar todas las puertas, evitar que el niño esté en la cocina mientras va en andador y alejado de superficies calientes, quitar de su alcance cables de electrodomésticos que puedan caerle encima si tira de ellos y mantener al pequeño vigilado en todo el momento.

Ahogamientos infantiles

Este tipo de accidente es la segunda causa de muerte no intencionada en niños, tras los accidentes de tráfico, en menores de 19 años. Según indica el comité de Seguridad y Prevención de Lesiones de la AEP, la mayor tasa de ahogamiento tiene lugar en los meses de verano. No obstante, los más pequeños pueden sufrir asfixia ante la entrada de agua en sus pulmones en profundidades de menos de seis centímetros: una bañera, un cubo, una piscina hinchable, una fuente o cualquier otro tipo de contenedor que contenga líquidos.

La buena noticia es que se pueden prevenir. Para garantizar la seguridad de los hijos cuando hay agua cerca, han de permanecer vigilados en todo momento. Entre las estrategias de la AEP está también el aprendizaje de habilidades de supervivencia en el agua. «Es conveniente que los niños aprendan a nadar, sobre todo a partir de los 4 años», explican en su artículo publicado en Anales de Pediatría, titulado Recomendaciones sobre la prevención de ahogamientos.

Caídas y traumatismos

El cambiador, el sofá, la cama, la trona... Los pequeños pueden rodar, tropezar o levantarse y caer. Los pediatras advierten que las caídas son la tercera causa de muerte y la primera de hospitalización por accidente en menores de 19 años. Son muy frecuentes y la mayoría no tienen graves consecuencias. Por ello, su prevención recibe menos atención que otro tipo de lesiones.

El accidente más común en menores de 2 años es la caída de brazos de quien le cuida. En el grupo de 1 a 4, lo más habitual es que sea por las escaleras, desde ventanas o balcones, muebles (sofá, mesa, cama) o en equipamientos de juego. Por otro lado, en adolescentes comienzan a ser más repetidos los accidentes mientras practican deportes o desde lugares altos, ya sean tejados o muros.

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Por otro lado, los traumatismos craneoencefálicos son golpes fuertes en la cabeza. Los pediatras estiman que uno de cada diez niños sufrirá uno a lo largo de su infancia. Aunque generalmente no suele ir a más de un dolor pasajero en la zona y un chichón, la AEP recomienda vigilar los síntomas, especialmente en menores de 1 año. La importancia y gravedad del traumatismo depende directamente de la posibilidad de daño cerebral, al que solo se llega en un 10-20 % de los casos.

Los vómitos, la pérdida de conciencia, la visión borrosa, dolor de cabeza, alteraciones del habla, la marcha o la coordinación son algunos de los síntomas de que hay algo más detrás del golpe. De darse estas circunstancias habría de buscar asistencia médica urgente.

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Atragantamiento

Se habla de atragantamiento cuando cualquier cuerpo extraño, ya sea comida, un juguete u otros objetos pequeños, se introducen en la vía respiratoria, obstruyéndola e impidiendo que el aire entre en los pulmones. Suele ocurrir de forma rápida e inesperada, por lo que se genera una situación muy angustiosa ante la posibilidad de asfixia.

La AEP aconseja que la manera de actuar comienza por mantener la calma. Se debe también animar al niño a toser, pero sin realizar ninguna maniobra. No es necesario golpearle en la espalda ni intentar extraer el objeto del atragantamiento a ciegas.

Quemaduras

El contacto directo con el calor, corriente eléctrica, radiación o agentes químicos son algunas de las causantes de quemaduras, pero sin duda la más común en menores es la escaldadura, provocada por líquido caliente. Según la asociación de pediatras, el 90 % de los accidentes en los que los niños se queman suceden en el hogar, sobre todo en la cocina mientras se prepara la comida. También son frecuentes las que se producen durante el aseo.

Si un niño se quema, hay que enfriar la zona inmediatamente con agua fresca durante 10 o 20 minutos, pero sin utilizar hielo. Si hay llamas, por ejemplo, si la ropa arde, apagarlas cubriéndolas con una manta o haciendo al niño rodar por el suelo. Es importante retirar la ropa sobre el área quemada, excepto si está pegada.

Cuando la quemadura es leve y superficial –la piel solo se ha puesto roja– los pediatras recomiendan aplicar crema hidratante y vigilar la evolución de la herida. En caso de que suelte líquido, hay que cubrirla con una gasa estéril, sin apretarla, y consultar con el pediatra.

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