Selectividad 2022
Cuenta atrás para la EBAU: cómo ayudar a tus hijos a estudiar y a destacar
Finaliza la carrera de fondo que es segundo de bachillerato para selectividad, donde hay poco tiempo y mucha materia que aprender
En pocos días –en el caso de algunas comunidades, semanas–, las aulas universitarias se llenarán de alumnos de bachillerato llenos de sueños y aspiraciones, para quienes el «de mayor quiero ser...» ya ha llegado y se juegan el futuro en tres días llenos de exámenes, pero también de estrés e incertidumbre.
Sus padres, partícipes del agobio que empieza a dejar huella en el final de curso de sus hijos, juegan también el papel de hacer del hogar, siempre que se pueda, un lugar favorable para el estudio y donde los momentos de descanso lo sean de verdad.
Lo urgente y lo importante
Haber ido apagando fuegos durante el curso y prestando atención a lo urgente puede ser común en segundo de bachillerato, una carrera de fondo para selectividad en la que hay poco tiempo, mucho temario que dar y muchos trabajos que entregar. La orientadora psicopedagógica del Servicio de Orientación Universitaria (SOU) de la Universidad San Pablo CEU, Alejandra Fernández, aconseja que guiarse por las fechas límite hace olvidar los objetivos esenciales y verdaderamente importantes. «Hay que priorizar, porque no siempre llegamos a todo», explica.
Fernández ejemplifica esta relación durante la época de exámenes con la alimentación y la actividad física: «Nos olvidamos de comer bien y hacer deporte, quizá porque no parecen urgentes, pero sí son importantes». Ambas ayudan a tener una mejor concentración, un mayor rendimiento y a llegar descansado y con buena energía al momento crucial de enfrentarse al folio en blanco.
El móvil, fuera de mi vista
La concentración es uno de los puntos fuertes del estudio. La orientadora comenta que muchos alumnos que acuden al servicio de orientación suelen decir que se distraen con facilidad mientras están sentados delante del libro y el denominador común suele ser que tienen el móvil encima de la mesa junto a los apuntes. «Las notificaciones que van saltando provocan que la atención se desvíe completamente del texto», afirma Fernández. Si es necesario, incluso mejor sacarlo de la habitación.
El teléfono ha de encenderse en los ratos de descanso y a poder ser, según apunta la también orientadora psicopedagógica, Elena Sánchez, en los lugares destinados a tal fin. Para el cerebro es tan importante educarlo en la memorización como los ratos de descanso, en los que Sánchez no recomienda quedarse ante los apuntes con el libro o los apuntes delante y ver una serie, sino cambiar de espacio para que el cerebro desconecte de verdad.
Cada lugar tiene su función
«Nuestro cerebro necesita hacer asociaciones adecuadas a los espacios», explica Sánchez. La cama es para dormir y el escritorio para estudiar, al igual que el cerebro relaciona la luz del día con el tener que activarse y la noche con las horas de descanso. Por eso, tampoco es aconsejable estudiar en la cama o descansar en la mesa.
Mantener las rutinas de sueño es tan importante como una buena alimentación o sacar algunos minutos al día de estudio para hacer algo de deporte. Unido todo ello, fomenta una mayor concentración y capacidad de memorización. «Por ser eficientes, creemos que es mejor quedarse en la habitación y comer un sándwich o algo rápido, pero es un error». En esos 30 o 40 minutos que se dediquen a comer, Sánchez recomienda mantener conversaciones con el resto de la familia que distraigan de verdad. Añadir unos minutos al aire libre es «la combinación perfecta».
El miedo al fracaso
«Y si pese a todo, ¿no apruebo?». Un miedo que pueden tener todos los estudiantes ante la incertidumbre que les pueda generar el folio en blanco. Sánchez explica que existen tres maneras de enfrentarse al momento en el que los resultados, después del esfuerzo, no son los esperados. La primera, desde la tristeza, implica culparse a uno mismo; la segunda, desde el enfado, echar las culpas a otro; y la tercera, y más efectiva y complicada de todas, desde el aprendizaje, que conlleva entender qué es lo que ha pasado, en qué se ha fallado y poder afrontar el siguiente reto sobre una base más sólida, porque en selectividad, no hay que olvidarlo, existen segundas oportunidades para quien las necesita o decide volver a presentarse.