Dentro y fuera del aula
Los niños que sufren acoso tienen menor rendimiento escolar y pierden hasta un 50 % de las clases del curso
De acuerdo con la UNESCO, uno de cada tres estudiantes en el mundo podría ser víctima de acoso en las aulas
Se estima que uno de cada tres alumnos en el mundo sufren acoso escolar, de acuerdo a los datos de UNESCO. Y en España, aunque el fenómeno ha decaído desde la pandemia –en 2020 y 2021 la incidencia de bullying se redujo casi la mitad– el dato sigue siendo alto. El informe de la Fundación ANAR, La opinión de los estudiantes, revela que el 15,2 % de los estudiantes afirman que en su clase hay algún compañero que sufre acoso escolar.
Para estos niños no se trata solo de la violencia física o verbal de la que puedan ser víctima, que también, sino todo lo que esta pueda acarrear en sus vidas. Un estudio de la Fundación Alternativas ha estudiado la relación causa-efecto entre el acoso escolar y el rendimiento académico de los estudiantes que lo sufren y han concluido, a través de una muestra de 36.000 estudiantes de 15 años de toda España y sus resultados en las pruebas PISA, que los efectos negativos equivalen a una pérdida de entre tres y cinco meses de clase para quien es víctima de acoso. Esto viene a significar un 30 o un 50 % menos de educación formal durante un año escolar de diez meses.
«El acoso escolar se erige como un obstáculo más en el proceso de enseñanza y aprendizaje» –afirman los autores del estudio, Gisela Rusteholz y Mauro Mediavilla – que puede derivar en un rendimiento académico más pobre, y en última instancia se ha llegado a relacionar también con un incremento de la tasa de absentismo, de fracaso y de abandono escolar temprano. «Potenciales pérdidas de oportunidades educativas y laborales», apuntan Rusteholz y Mediavilla.
El menor que lo vive, por regla general en silencio y con miedo, deja de preocuparse por sus estudios, pero los efectos que el acoso pueda tener no orbitan solamente alrededor de lo educativo. La violencia entre iguales dentro y fuera del aula lleva a cuadros de ansiedad, depresión e incluso a fantasear con ideas suicidas, como las que posiblemente llevaron a Kira López, una niña de 15 años de Barcelona, en mayo del pasado año, a arrojarse de la azotea de su edificio con tal de no ir al colegio.
Instituciones educativas y asociaciones de todo tipo no se cansan de repetir que la prevención es posible, que prestar atención a las señales permite activar los protocolos de actuación en los centros tiempo, y no se cansarán hasta que la prevalencia de acoso en las aulas y fuera de ellas sea del 0 %. Una de ellas es la Asociación No Al Acoso Escolar (NACE), que ha elaborado en colaboración con la Fundación ColaCao la regla de las 3 C para detectar si un niño puede estar sufriendo acoso en el colegio:
- Cambios: bajada de notas, problemas para dormir o comer, pérdida o deterioro del material escolar, desinterés por salir o relacionarse, una mayor irritabilidad o mal humor en casa, llanto aparentemente injustificado. Saber cuáles son permitirá detectarlos lo más rápido posibles.
- Campanas: hacer pellas, no querer ir al colegio… absentismo escolar. El cuerpo somatiza la angustia y el miedo ante el acoso a través del síndrome del domingo por la tarde: dolor de cabeza, de estómago, nauseas…
- Cuerpo: el niño se encoge, mira al suelo, quiere pasar desapercibido. Las anomalías físicas son también una señal de que el pequeño puede estar sufriendo acoso en el colegio, moratones, heridas, arañazos, pero también más desperfectos en la ropa de los habituales, descosidos, falta de botones o extravío de prendas.