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El cannabis es la droga ilegal más popular en el mundo, con cerca de 200 millones de consumidoresGtres

Creo que mi hijo toma drogas: ¿qué hago?

Entre las razones por las que los adolescentes comienzan a experimentar con sustancias se encuentran la presión social, la expectativa de diversión o evadirse de la realidad

La adolescencia es etapa de experimentación, de probar cosas nuevas, de formar la personalidad propia… pero muchas veces esta búsqueda de sí mismos lleva a los jóvenes a dejarse llevar por las presiones sociales y acabar probando el alcohol, el tabaco o el cannabis, drogas muy normalizadas y aceptadas socialmente.

Según el informe mundial sobre drogas 2021, publicado por Naciones Unidas, la droga ilegal más popular en el mundo es el cannabis, con cerca de 200 millones de consumidores. Al igual que el tabaco y el alcohol, esta sustancia no despierta en los jóvenes ninguna percepción de peligro ante su consumo. El porcentaje de adolescentes europeos que perciben el cannabis como dañino se redujo en el mismo informe al 25 %.

Sin miedo a las drogas

En España, la edad media de empezar a tomar las tres drogas más populares entre los adolescentes está en torno a los 14-15 años, según la encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias (Estudes) 1994-2021. Los jóvenes españoles se suman a esa falta de percepción del riesgo en cuanto al uso –que puede acabar en abuso– de sustancias. Mientras que la cocaína, el éxtasis o la heroína sí que se presentan ante los jóvenes como un riesgo, pero no tanto en cuanto a fumar una cajetilla diaria o tomarse cinco o seis copas el fin de semana. Desde el año 2010, el informe Estudes ha venido reflejando la persistencia de una consideración del consumo de tabaco como más peligroso que el de marihuana.

Frente a los datos, las familias juegan el papel fundamental de la prevención, junto a los centros escolares. Los pediatras de la Asociación Española de Pediatría (AEP) destacan que los ambientes familiares y escolares adecuados que proporcionan cariño y estabilidad emocional ayudan a que sus miembros más jóvenes no sientan ningún tipo de necesidad ante el consumo, ya que otra de las razones de que los adolescentes se inicien es evadirse de sus problemas cuando hay situaciones problemáticas en casa.

¿Cómo hablar de ello?

La comunicación es la herramienta fundamental, como en muchas otras cosas con adolescentes, para que los niños entiendan los riesgos a los que se exponen cuando beben o fuman y sus consecuencias. Y lo que es más: en ese diálogo entre padres e hijos adolescentes han de comprender que ellos mismos son responsables de su propia salud e integridad física.

Puede ser una conversación temida de mantener en casa. Sin embargo, desde la Asociación Americana de Pediatría recomiendan que si se va a abordar el tema no se haga de una manera grandilocuente ni dramática. Puede ser iniciada a raíz de una noticia, de una serie de televisión que se ve en familia o una película –que no idealice el consumo de drogas– y siempre mejor desde la escucha y las preguntas que desde los sermones, a los que los adolescentes harán oídos sordos.

Hacer cosas juntos

En todo caso, el ejemplo es clave, incluso desde la primera infancia. Los niños son perfectamente conscientes de la manera en que sus padres beben o fuman cuando están en casa o cuando salen. De hecho, existen múltiples estudios que muestran que los hijos de padres que fuman tienen una probabilidad mucho más alta de ser fumadores también que los de personas que no consumen tabaco.

Algo tan sencillo como comer todos juntos en casa o dedicar más tiempo a realizar actividades en familia puede servir para conocer la opinión del adolescente sobre las drogas, si las ha probado alguna vez, si se las han ofrecido, pero también para poder detectar las señales que indican que posiblemente el joven haya consumido, aunque sea de forma esporádica.

REcomendaciones de la aep para prevenir el consumo de drogas en adolescentes

  • Fomentar aficiones comunes a toda la familia, para divertirse y pasar más tiempo con ellos.
  • Conocer a sus amigos y ofrecer la propia casa para sus reuniones, dentro de lo posible.
  • Mantener horarios razonables, pero firmes, en cuanto a las salidas. Al igual que con las normas y las consecuencias si se incumplen.
  • Reforzar de forma positiva los comportamientos y conductas que lo merezcan y negativamente las que tengan que ser corregidas.
  • Transmitirles la necesidad de ser moderados en general, y en el uso del dinero en particular.
  • Dialogar con los hijos adolescentes aprovechando aquellas oportunidades en las que estén dispuestos a hablar.