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El estudio del centro Riken muestra que permanecer con el bebé en brazos entre cinco y ocho minutos después de que se haya dormido ayuda a que se estabilice la fase del sueño

Sueño infantil

La ciencia avala el método más tradicional para dormir a un bebé cuando llora

Un nuevo estudio realizado por investigadores japoneses confirma que pasear durante cinco minutos con el niño en brazos es la mejor manera para que se tranquilice y se duerma

Cuántas veces se habrá despertado un bebé en el momento de dejarlo en la cuna... casi parece imposible calmarlo cuando llora y no puede conciliar el sueño. No obstante, un estudio realizado en Japón ha confirmado que uno de los métodos de toda la vida para relajar a un niño, cogerlo en brazos, funciona. Pero no de cualquier manera.

Este análisis realizado por el centro de investigación japonés Riken, en colaboración con la Universidad de Trento (Italia), ha llegado a la conclusión de que la mejor manera de que el bebé se calme cuando llora y llegue a quedarse dormido después del sofocón es pasear con él en brazos durante cinco minutos y después esperar entre cinco y ocho minutos más para dejarle en la cuna. Así se estabiliza la fase del sueño en la que se encuentra.

Infografía realizada por los investigadores japonesesRiken

La muestra utilizada por el equipo italojaponés, cuyos resultados han sido publicados en Current Biology, fue de 21 bebés de hasta siete meses de edad. La propia directora del estudio confirma que se trata de un número pequeño de niños para poder extrapolar sus conclusiones a toda la población y que se necesitarían más investigaciones en la misma línea en el futuro más adelante.

Primero andar y después sentarse. Este fue el resultado, pero para llegar hasta ahí probaron primero cuatro estrategias diferentes para que los 21 pequeños que formaban parte del estudio se calmasen cuando lloraban: pasear con los niños en brazos, permanecer sentados con ellos en brazos, dejarlo en una cuna mecedora o en una estática. Al final, lo que más les calmaba era el movimiento, tanto en brazos como en la cuna.

Para medir las respuestas de los bebés, no solo de manera física –ya que dejaban de llorar y se dormían– se emplearon electrocardiogramas y cámaras de vídeo para comparar todos los resultados, en cuanto a la reducción del llanto y del ritmo cardíaco del niño. Y aunque eran sus madres las que cargaban a los protagonistas de la investigación, los autores destacan que sus resultados no se deben a la conexión maternofilial, sino que en realidad también el padre o cualquier otra persona con la que el recién nacido se sienta seguro y protegido puede ayudarle a dormir.

El resultado que vieron las madres, que cargaban con sus hijos durante cinco minutos en movimiento, fue que todos habían dejado de llorar y aproximadamente la mitad (un 45 %) estaban dormidos.

«Muchos criamos intuitivamente y escuchamos los consejos de otras personas sobre crianza sin probar los métodos con ciencia rigurosa. Pero necesitamos ciencia para comprender los comportamientos de un bebé, porque son mucho más complejos y diversos de lo que pensábamos», explica la directora del estudio, Kumi Kuroda, cuyo equipo ha demostrado que este método de toda la vida tiene toda una ciencia detrás.