Día Mundial de los Cuidados Paliativos
El doctor Gándara, de cuidados paliativos: «Eutanasia y muerte digna no son lo mismo»
Se estima que en España mueren cada año casi 80.000 personas sin tener el acceso que necesitarían a cuidados paliativos. «Si no se invierte en ello, al final los enfermos mueren mal y mueren con alto coste», afirma el doctor Álvaro Gándara del Castillo, coordinador de la Unidad de Cuidados Paliativos de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid.
Frente a este panorama de la medicina paliativa, que no cuenta con reconocimiento oficial en España, se posiciona la eutanasia y su ley aprobada el 24 de marzo de 2021, llamada por algunos también muerte digna, pero no por Gándara quien defiende que la muerte digna es «la que un paciente tiene cuando muere acompañado de sus familiares, sin dolor, sin síntomas, en el sitio donde elige».
–¿En qué situación se encuentran hoy los cuidados paliativos?
–La situación es la misma ahora que en los últimos 20 años. No tenemos todavía ni especialidad ni subespecialidad, ningún tipo de acreditación por parte del Ministerio como disciplina médica, como sí ocurre en todos los países de Europa. España es el único país del continente que no tiene ninguna vía de acreditación. El porcentaje de cobertura también es el mismo que hace 20 años, no llega al 50 %. La mitad de los pacientes mueren sin atención paliativa. La formación en las universidades no cumple el criterio del plan Bolonia de la Unión Europea, en la que la asignatura de Medicina Paliativa es obligatoria en el grado y solo la cumple en seis facultades de 45. Este es el panorama, el mismo desde hace años.
–¿Qué es lo que necesita una persona en sus últimos momentos?
–Ser cuidados y atendidos por expertos en su problema. Cuando una persona llega al final de su vida, sobre todo por una enfermedad crónica avanzada, irreversible, no por una enfermedad aguda, no por una sepsis o una infección, lo que hace falta es atención médica específica y que intente salvar la vida del paciente. Pero la mayoría morimos previa situación de cronicidad avanzada de enfermedad que produce muchos síntomas, mucho impacto en la familia y en el propio paciente. Lo que hace falta es ser atendido por un equipo multidisciplinar como son los paliativos, que atienda todos los aspectos del sufrimiento. Esto está reconocido en la cartera del Servicio Público de Salud y se supone que los cuidados paliativos deberían estar disponibles para todos, igual que la cardiología, la cirugía o cualquier otra especialidad. Pero no está garantizado.
–La estimación aproximada es que cada año mueren 80.000 personas en España sin recibir cuidados paliativos.
–Cada vez más, porque las personas tienen una media de vida mucho más alta y a medida que va envejeciendo la población, se va llegando al final de la vida con más enfermedades. Es un lento proceso de morir. Esto es algo que tampoco quieren ver nuestras autoridades. Se trata a un paciente de 90 años con cuatro o cinco enfermedades avanzadas en un hospital que no está preparado para ello, sino para curar enfermedades, para alta cirugía, para diagnóstico de alta resolución… A estos pacientes hay que tratarlo, sobre todo en casa y si no en centros de paliativos, en hospicios, donde se les cuide y se les acompañe.
Los enfermos mueren mal y mueren con alto costeCoordinador de la unidad de Cuidados Paliativos de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid
–¿En qué consisten los paliativos como especialidad médica? ¿En curar o acompañar?
–Sobre todo, en los síntomas del dolor, el ahogo, la falta de apetito, el cansancio y todos los problemas psicológicos que acompañan la cercanía de la muerte. Estos síntomas pueden causar estragos en la estructura cuidadora y necesitan ser abordados por equipos que formados por trabajadores sociales, psicólogos, médicos, enfermeros, etcétera. Esto es lo que no hay. Esta estructura que ha demostrado eficiencia, que además ahorra dinero al sistema público de salud, porque es mucho más barato que la alta cirugía y que equipos sofisticados de diagnóstico y tratamiento. Si no se invierte en ello, al final los enfermos mueren mal y mueren con alto coste.
–Desde que se aprobó la ley de la eutanasia, hasta el primer semestre de 2022 se han producido 180 de ellas, que equivale a la muerte de un español al día.
–Eso es lo que ha dicho la comisión. El valor de esta cifra es hacia dónde nos conduce. Esto empezó en Holanda, en Bélgica, los países donde se despenalizó. Puedo garantizar que de aquí a 5 o 6 años, estaremos hablando de miles de pacientes al año, como está pasando allí. Nunca pensamos que nos pueda pasar a nosotros, ni los posibles pacientes que puedan pedirla, ni los médicos que tengan que practicarla. Al final, los supuestos para los que se puede solicitar la eutanasia se van volviendo cada vez más laxos. En Holanda ahora mismo se puede solicitar la eutanasia si eres mayor de 75 años y estás cansado de vivir. La sociedad va admitiendo cada vez más supuestos para solicitarla y además la sociedad ve bien que una persona que puede ser una carga familiar o para el estado, y encima puede ser donante de órganos, pues parece que es muy solidaria con los problemas de la sociedad.
–Sobre esta laxitud de los supuestos, ¿cree que puede que llegue el momento en el que se deje de contemplar la necesidad de un comité para evaluar cada caso?
–Para eso habría que modificar la ley. Es un problema de ingeniería social. Si la gente cree que los médicos hacemos bien practicando la eutanasia y confían en nuestro criterio médico, ¿para qué va a haber una comisión? Tampoco hay una comisión de garantías para las apendicectomías, o en un parto por cesárea. Tenemos nuestra responsabilidad como médicos y tenemos que acogernos a la buena práctica médica. Cuando la eutanasia esté incluida, que ya lo está legalmente, pero si no en los códigos deontológicos y éticos como una buena práctica, la gente no pensará que el médico está haciendo ningún mal.
Parece ser que la única forma digna de morir es cuando te aplican una eutanasiaCoordinador de la unidad de Cuidados Paliativos de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid
–¿Cree usted que existe una alternativa para esos pacientes que creen que no hay otra salida?
–Primero hay que estudiar por qué esa persona está sufriendo. A nosotros muchos pacientes nos dicen que se quieren morir. Lo llamamos deseos de adelantar la muerte. La mayoría de las veces esos deseos si se estudian y le pones solución, el paciente retira la petición. El paciente no quiere morir con dolor, sin familia, sin cariño, sin atención médica ni social. Lo que necesita es un equipo de paliativos que le quite los problemas físicos y emocionales. A lo mejor no hace falta una ley, simplemente una mirada compasiva desde el punto de vista jurídico en el que un juez pueda dar, con la opinión de expertos, una eutanasia puntual para esa persona, pero no hacer una ley que convierta morir en un derecho, el morir a causa de una droga letal inyectada por un profesional. Esto es un disparate absoluto.
–Muerte digna o suicidio asistido, ¿qué se esconde tras estos eufemismos?
–Esto ha sido una ingeniería social muy bien hecha durante muchos años, yo diría que casi dos décadas, el asociar la muerte digna a la eutanasia. Parece ser que la única forma digna de morir es cuando te aplican una eutanasia, cuando tú pides y eliges el momento de la muerte. Esto es un engaño. Entonces, la muerte digna para mí es la que un paciente tiene cuando muere acompañado de sus familiares, sin dolor, sin síntomas, en el sitio donde elige y en el momento en el que los tratamientos ya no son efectivos, se van retirando y se carga la mano sobre el cuidado y el acompañamiento. No es lo mismo eutanasia que muerte digna, porque digna se puede conseguir de otras maneras, la principal de ellas, con unos buenos cuidados paliativos y un buen cuidado en el paciente al final de la vida