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TribunaBenigno blanco

El anteproyecto de ley de familias

El ordenamiento jurídico español ha avanzado en la línea de banalizar el matrimonio hasta límites irreconocibles y en desvincularlo de la paternidad

Escribo sobre este anteproyecto después de su aprobación por el Consejo de Ministros, pero sin conocer su texto, pues el Gobierno no lo ha hecho público aún, siguiendo la tónica habitual de empezar por la propaganda y dejar para más tarde la parte seria del trabajo. Aún con esta limitación creo que puedo adelantar unas reflexiones válidas al respecto.

En este anteproyecto se incluyen algunas medidas concretas que amplían la protección vigente a la familia y la maternidad y que –matices al margen– merecen aplauso. Son todas ellas loables medidas asistenciales de apoyo a la maternidad y el cuidado de los familiares que ayudarán a compartir y hacer menos gravosas las cargas que supone tener hijos y cuidarlos. Pero no tienen perspectiva de familia sino de asistencia a situaciones familiares que se consideran de mayor riesgo de pobreza o dificultad social. Por tanto, sería más justo calificar el anteproyecto como de políticas sociales y no como de familia.

En lo que tiene de asistencial el anteproyecto merece mi apoyo, en lo que tiene de presuntamente familiar merece mi crítica.

En efecto, con esta norma el Gobierno identifica situaciones sociales vinculadas al hecho de tener hijos o familiares con necesidades especiales de cuidado y ofrece ayudas económicas o de permisos laborales para atender al cuidado de tales familiares. Eso está bien pero no supone un avance hacia una legislación de protección integral de la familia considerada en sí misma como una institución digna de especial y singular protección jurídica por el mero hecho de existir. Por lo tanto, no se trata de una verdadera ley de familia sino de una serie de medidas de protección social a personas con necesidades especiales.

La familia por el hecho de existir aporta a la sociedad la creación del nicho ecológico de la vida y la fuente de la solidaridad primaria más potente que existe, la que surge del amor comprometido e incondicionado en el tiempo y en la extensión. La familia es socialmente importante porque en ella en principio se engendra la vida y se cuida a sus miembros; esta es la razón de que históricamente las leyes de todos los países y épocas hayan regulado en clave de protección el matrimonio entre hombre y mujer (para dar vida hace falta un óvulo y un espermatozoide) y el vínculo entre ellos proyectado en el tiempo (matrimonio) como origen de la familia. De esta visión de las cosas no hay ni rastro en el anteproyecto aprobado por el Gobierno.

Por el contrario, junto con las medidas asistenciales antes aludidas el anteproyecto avanza en el esfuerzo ideológico de reconstruir o reconfigurar el concepto de familia alejándolo de esas bases fácticas vinculadas a su específica funcionalidad social, para hacer pedagogía impropia de una ley sobre los llamados diversos modelos de familia, avanzar en la equiparación entre el matrimonio y las situaciones de hecho e introducir nuevas píldoras normativas sobre las que denomina familias LGTBI y el adoctrinamiento en la escuela sobre la diversidad familiar, como viene siendo habitual en todas las leyes promovidas en esta legislatura como las de infancia, educación o transexualidad.

Es evidente que en la realidad existen familias idealmente perfectas, de padres que se quieren con fidelidad prolongada en el tiempo y reciben los hijos con amor y los quieren con entrega ilimitada siempre; y también existen familias que realizan ese ideal al 90 % o al 70 % o al 3 %… Y ley no debe limitarse a contemplar el ideal al 100 % sino que también tiene que prestar atención a las formas limitadas de realización de ese ideal, pues donde hay rasgos familiares, por pequeños que sean, hay algo digno de atención y protección. Pero eso no implica que sea razonable que la ley se desentienda del ideal y trate por igual todas las situaciones posibles, pues de esa forma la ley –por su peculiar eficacia pedagógica– estará ayudando a destruir el ideal y promoviendo sus corrupciones.

Desde las leyes de 2005 del divorcio exprés y la que suprimió el matrimonio para equipararlo a las uniones de personas del mismo sexo, el ordenamiento jurídico español ha avanzado en la línea de banalizar el matrimonio hasta límites irreconocibles y en desvincular la paternidad/maternidad del matrimonio, haciendo del concepto de familia algo tan difuso, plástico y moldeable que ya no se sabe qué significa ese término. El anteproyecto que comentamos avanza un poco más en esa dirección.

Por eso, como dije al principio de estas líneas, en lo que tiene de asistencial el anteproyecto merece mi apoyo, pero en lo que tiene de presuntamente familiar merece mi crítica.