Una ciudad irlandesa acuerda prohibir los móviles a los menores de 12

Greystones es un pueblo al sur de Dublín, en Irlanda, donde no viven más de 20.000 personas. Algo la diferencia del resto del país –y del mundo–: sus niños andan por la calle y juegan en el parque sin distracciones; no quedan para pasar la tarde sentados en un banco mirando cada uno su teléfono móvil, porque no tienen.

Las asociaciones de padres de los ocho colegios de Primaria locales, donde los alumnos tienen entre 4 y 12 años, han acordado que los menores de la ciudad no tengan un smartphone hasta que lleguen a Secundaria. Aunque se trata de un código voluntario, ha tenido un apoyo mayoritario de los padres y los centros educativos.

Con todo ello se pretende evitar el uso de dispositivos inteligentes en los hogares y en las escuelas y mantener a los menores alejados de aplicaciones y plataformas en línea inapropiadas para su edad. Los niños de Greystones tendrán una infancia offline y en el pueblo se espera que disminuyan las tasas de ansiedad en menores y la exposición a material para adultos.

Los directores de los centros participantes dijeron a The Guardian: «Creemos firmemente que esta iniciativa es fundamental para proteger a los niños de nuestra comunidad». Para las familias de Greystones no es una obligación, pero muchos padres se han sumado en busca de un entorno más seguro para los niños.

Una de estas madres es Laura Bourne, cuyo hijo está en primaria, que cuenta al diario británico: «Si todos los hacen, no te sientes como un extraño. Hace que sea mucho más fácil decir que no». Bourne apoya la prohibición del móvil. «Cuanto más preservemos su inocencia, mejor», dice.

Ha corrido la voz sobre la decisión de los padres de Greystones a las localidades vecinas. En una de ellas vive el ministro de Sanidad de Irlanda, Stephen Donnelly, que ha apoyado el plan y ha afirmado que debe elevarse a nivel nacional.