Natalidad
Los 12 principios húngaros para proteger a la familia frente a los ataques en Occidente
Por el país magiar han pasado numerosas personalidades de Europa y América para tratar el mayor problema de nuestro tiempo: la natalidad
durante la última cumbre internacional sobre demografía que ha tenido lugar en Budapest, la capital de Hungría, se han planteado una serie de puntos de acción para proteger la familia en un momento realmente complicado para las sociedades occidentales por la prácticamente inexistente natalidad nativa.
La baja natalidad en Occidente es uno de los mayores retos para el futuro inmediato. Todo nuestro sistema de consumo y de bienestar está basado en el supuesto reemplazo generacional con una base de menores de edad superior a la de mayores de edad.
Los nacimientos están en caída libre desde el último cuarto del siglo XX y la tendencia no tiene visos de ser invertida. No al menos la general, pero sí existen países que llevan años analizando y poniendo en marcha políticas en favor de la familia para que, al menos, pueda frenarse el proceso de desaparición de las sociedades tal y como las hemos conocido.
No tener hijos es una decisión tan respetable como tenerlos, pero lo que no puede obviarse son las consecuencias de una mayoría de la población que escoge la primera opción en detrimento de la segunda.
Sin hijos no existe futuro. Es una frase que puede resultar molesta para aquellos que prefieren mirar para otro lado, pero por muy molesta que sea no implica que sea falsa. Sin futuras generaciones, la leve pero inexorable despoblación es un hecho incontestable.
Parte de las élites político-empresariales de nuestro continente se lavan las manos al mismo tiempo que intentan no ser señalados como los culpables de esta triste realidad. Las políticas cortoplacistas, las altas tasas de impuestos, las políticas de la cultura de la muerte como el aborto -o recientemente la eutanasia-, la imposible conciliación familiar, y un largo etcétera, juegan en sentido opuesto al respeto por la vida y al apoyo a la familia como estructura básica de toda sociedad, independientemente de su cultura o religión.
En Europa central y del norte las políticas de inmigración masiva se aplican desde los años 70-80. Coinciden en el tiempo con el descenso de la natalidad. En España, a pesar de ir con retraso en este suicidio colectivo, en los últimos dos decenios nuestros gobernantes se han encargado de pisar el acelerador para recuperar el tiempo perdido respecto a países de nuestro entorno.
Tanto es así que Pedro Sánchez desea que en poco tiempo España reciba hasta 250.000 inmigrantes por año. Eso supone una población superior a la de la ciudad de Santander. Giorgia Meloni tuvo que aceptar recientemente la entrada de 500.000 inmigrantes extracomunitarios por presiones de la clase empresarial, y eso que estos querían un millón.
Bastión para la familia
Los países del extremo oriental de la Unión Europea han sido los últimos entrar en el club y los que antes han tomado medidas para evitar la debacle demográfica de sus socios occidentales. Las consecuencias se ven todos los días y quieren evitar que sus países tomen la misma senda.
En este sentido, Hungría lleva cerca de una década llevando a cabo un congreso bianual sobre demografía titulado Cumbre Demográfica de Budapest y este año ha tenido lugar su quinta edición.
En esta ocasión, Katalin Novac -la presidente del país- ha querido señalar la relación entre familias y seguridad, entre demografía y bienestar, en especial dentro del contexto de la guerra de Ucrania: «unas familias fuertes son la garantía fundamental de nuestra seguridad».
Este foro internacional acoge a políticos, líderes religiosos, expertos, representantes de la ciencia, del sector empresarial y de los medios de comunicación para debatir las cuestiones que afectan al correcto desarrollo y bienestar de las familias.
Este año han participado, entre otros, la primera ministra italiana Giorgia Meloni, la presidente de Family Watch International Sharon Slater, el director ejecutivo de ADF International Paul Coleman, la ministra de Urbanismo de Baréin Amna bint Ahmed Al Rumaihi, o la ministra de Bienestar Familiar de Serbia Darija Kisić.
Meloni es la que, junto a Orbán y Novak ha tenido mayor repercusión. Sobre el suicidio europeo dijo esto: «el declive es una decisión, no un destino, y no ha sido nuestra decisión». Clara alusión a las políticas destructivas tomadas desde Bruselas sin la opinión de la población europea en su conjunto.
En la última edición se han planteado cuestiones sobre la protección de las comunidades tradicionales frente al rodillo globalista, el refuerzo de las relaciones intergeneracionales en un mundo cada vez más individualista, el papel fundamental de los medios de comunicación a la hora de educar en la dirección correcta, los problemas del desarrollo de la inteligencia artificial para la reproducción humana o medidas a corto plazo para frenar el invierno demográfico.
«Hungría es un país favorable a la familia, donde creemos que cualquier gasto en familias es la mejor inversión», ha señalado el primer ministro Viktor Orbán. Y eso lleva haciendo su gobierno desde que controla el Ejecutivo húngaro.
Los resultados, aunque moderados, son un incentivo para continuar en esa línea. Entre 2011 y 2021, la natalidad creció por encima de 0,3 puntos porcentuales por mujer y el crecimiento en matrimonios es el mayor de toda la Unión. La natalidad mínima de reemplazo por mujer es de 2,1.
Como consecuencia natural de esta serie de políticas promovidas por el gobierno húngaro, los divorcios y los abortos descienden año tras año de manera natural. Las políticas profamilia funcionan -dentro de los pésimos datos continentales-, y por eso Hungría es un ejemplo internacional en este campo.
Los 12 «mandamientos» de Novak
- Los padres tienen el derecho, la responsabilidad y el deber de criar a sus hijos
- Las chicas tienen que poder ser criadas como chicas, y los chicos como chicos
- Las políticas profamilia deben ser el denominador común
- Hungría no debe permitir posturas antifamilia
- Seguridad para las familias
- Que los tengan hijos no estén en peores condiciones que los que voluntariamente han decidido no tenerlos
- Eliminar todos los obstáculos para el nacimiento de los niños
- Valorar a los más mayores
- Derecho a elegir de verdad para las mujeres. Ninguna madre tiene que sacrificar su trabajo por tener hijos y viceversa
- Derecho a proteger nuestro hogar. Los jóvenes deben de poder ser dueños de una vivienda
- Educación pública y universitaria y formación profesional competitiva, sistemas de salud modernos
- Para nosotros, cualquier niño húngaro es un regalo, sea dentro o fuera de nuestro territorio, y debe tener el derecho a ser húngaro