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Pep Borrel, durante su entrevistaJosé María Visiers

Pep Borrell, autor de 'Bailar en la cocina': «El matrimonio no es para aguantar: es para disfrutar»

El autor de Bailar en la cocina invita en El Efecto Avestruz a los esposos a redescubrir la belleza y el disfrute de su vocación matrimonial

Pep Borrell es el responsable de que muchos matrimonios hayan aprendido a «bailar en la cocina». Así se titula el libro con el que este médico odontólogo, padre de familia numerosa e influencer invita a los esposos a redescubrir la belleza y el disfrute de la vocación matrimonial. «Siempre digo que la culpa de que se case poca gente es de los que estamos casados: tenemos que dar ejemplo», asegura esta semana en El Efecto Avestruz, la serie de entrevistas de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).

–En Bailar en la cocina lanza la pregunta de para qué nos casamos. Un spoiler: ¿Cuál es el secreto de los matrimonios disfrutones?

–El secreto es que estamos pensados para eso. Dios nos ha creado para eso: «El hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán una sola carne». Se dice hasta tres veces en la Biblia, y además no dice «serán una sola carne para pasarlas canutas», sino que la forma de disfrutar en esta vida para la gran mayoría de personas, que tenemos la vocación al matrimonio. El matrimonio no es para aguantar: el matrimonio es para disfrutar.

–Le cito: «Mi objetivo es cambiar las estadísticas. No puede ser que en España haya tantos divorcios, que se case tan poca gente y menos por la Iglesia, o que los jóvenes tengan miedo al compromiso».

–La culpa es de los que estamos casados, porque tendríamos que ser como los primeros cristianos. La gente debería decir: «Yo quiero ser como estos», pero muchas veces estamos atontados. Nos quejamos todo el rato: de la hipoteca, del colegio, de los niños… y los jóvenes –nuestros hijos– piensan «no quiero esto para mí». Y a la vez la imagen que nos da la sociedad es que los singles se lo pasan muy bien –que viajan, que sienten, que disfrutan– y que el matrimonio es un palo. Y no es verdad, por eso me he propuesto cambiarlo.

El quid de la cuestión es distinguir el sentimiento de la voluntad de amarPep BorrelAutor de 'Bailar en la cocina'

–Antes mencionaba la Biblia. En muchas bodas se lee la primera carta de san Pablo a los corintios –«el amor es paciente, es bondadoso…»– y habrá quien diga: «¡Quien ha escrito esto no se ha casado!». ¿Se puede amar así en el matrimonio?

–Yo creo que el quid de la cuestión es distinguir el «amor-sentimiento» del «amor-voluntad de amar». Son dos cosas distintas, y creo que el principal problema que tenemos hoy es que las confundimos. Por eso pensamos que cuando dejas de sentir, la cosa se acabó, y solo queda sacrificio, rutina, aguantar e ir tirando… Pero cuando te trabajas el amor, el sentimiento vuelve. Fíjate: cuando uno está enamorado, el centro es él, pero la voluntad de amar consiste menos en decir «yo» que en decir «yo te voy a hacer feliz a ti». Es un acto de la inteligencia y de la voluntad… con el que consigues volver a sentir, mucho más potente.

–¿Qué consejos daría para bajar de la teoría a la práctica?

–Haría la distinción entre placer y felicidad, y constataría que hay días buenos y días malos. La felicidad tiene raíces en forma de cruz, requiere sacrificio y esfuerzo. Y diría que es cuestión de pequeños detalles cada día, cosas muy concretas. Un abrazo por la mañana y otro por la noche. Un «te quiero», un hacer un favor. Un estar lo más guapo posible, pensar en el otro más que en ti… Tengo una regla nemotécnica: mirar, admirar, dejarse de mirar y dejarse mirar por el otro.

Pep BorrelJosé María Visiers

–Hay veces que la voluntad no basta…

–Cuando uno se casa y recita el consentimiento, tendría que haber uno que se levantara del público y dijera: «¡Estáis locos! Lo que decís es imposible». Los católicos sabemos que solos no podemos hacer nada… pero con Dios lo podemos todo. En el sacramento del matrimonio recibimos la gracia de Dios, que es la que nos ayuda a que crezca nuestro amor.

–En sus redes sociales muestra con mucha naturalidad todo esto que estamos hablando. ¿Cuál es su experiencia como influencer? ¿Ha encontrado muchos haters?

–Es sumamente positiva. Tengo muy pocos haters, y además me gusta que me pregunten y me cuestionen: no tengo problema en hablar con ellos. Pero es más bien al contrario, muchísima gente que me escribe: «Nadie me había hablado así». Creo que el cierto anonimato de las redes sociales da pie a que me pregunten muchas cosas, sobre todo jóvenes, en temas de noviazgo. Y desde que he escrito el libro muchísima gente me ha dicho que les ha ayudado a mejorar un poco su relación matrimonial.

–Tampoco oculta su fe católica. ¿Qué consejo daría a quien le dé vergüenza hablar de Jesucristo en Instagram o TikTok?

–Que piense en qué haría si fuera a un buen restaurante, riquísimo, súper bien de precio… ¡Sales y lo cuentas seguro! Pues yo tengo que contar esto también, porque es lo mejor y es la solución a todos los males del mundo. Yo intento vivir muy cerca de Cristo y eso es lo que me ayuda: ¿de qué me tengo que esconder? Soy católico, del Opus Dei, rezo junto a mi esposa, no uso métodos anticonceptivos… y pienso que es algo brutal. No me da ninguna vergüenza. La fe es como el ingrediente esencial de mi receta, así que ¿para qué vamos a hablar de otras cosas?

Veo mucha gente joven muy convencida, que cree en llevar noviazgos cristianosPep BorrellMédico odontólogo y autor de 'Bailar en la cocina'

–Lo cierto es que tanto en esta entrevista como en sus redes sociales destaca su entusiasmo. ¿Siempre ha sido tan optimista?

–Siempre. He tenido la suerte de vivir un ejemplo muy bueno en mi casa. Somos una familia muy grande y todos muy bien avenidos. En casa Jesucristo tenía un papel principal, pero nunca como una obligación sino como algo importantísimo, que solucionaba todos los problemas. Hemos pasado cosas difíciles como todo el mundo, pero siempre lo hemos vivido con gran fe y esperanza total en Dios. Por eso soy optimista, pase lo que pase.

–Por cerrar, y volviendo al inicio, parece que el ambiente cultural en torno al matrimonio se ha vuelto más hostil respecto a hace unos años, cosa que no precisamente invita al optimismo…

–No tiro hacia atrás ni un solo día. ¡Si hace cuatro días era un desastre, la gente cogía un dolor de muelas y moría! Es evidente que los inputs van en contra del matrimonio, pero recuerdo cuando yo era joven que parecía que todo el mundo era católico, y los domingos las iglesias estaban a tope… pero era falso. Sin embargo, ahora veo mucha gente joven muy convencida, que cree en llevar noviazgos cristianos, con muchas ganas de hacer cosas. Veo que se organizan retiros, cursos… y se llenan. Ni un día para atrás, ¡siempre a tope p'alante!