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Una niña jugando

Una niña jugandoPexels

¿Tu hijo tiene un amigo imaginario? Este es el potencial que tiene, según Harvard

No es un síntoma de soledad, ni un indicio de problemas psicológicos: es algo corriente en muchos niños y, según varios estudios, puede generar tres de las habilidades mejor valoradas en el mercado laboral

«Hijo, ¿con quién estás hablando?». La pregunta suele venir acompañada de un rictus de preocupación, cada vez que una madre o un padre sorprende a alguno de sus hijos conversando o interactuando con un amigo... que nadie ve salvo él.

Algunos estudios destacan que en torno al 60 % de los niños tiene un amigo imaginario en algún momento entre los 3 y los 8 años. Sin embargo, el cine de terror, las novelas truculentas como Amigo imaginario de Stephen Chobsky, e incluso cómics tan populares como Calvin y Hobbes han logrado instalar entre los adultos un paralelismo entre tener un amigo imaginario y sufrir soledad, padecer enfermedades mentales, o vivir experiencias perturbadoras. Por fortuna, la realidad es bien distinta.

Los amigos invisibles, según Harvard

El profesor de la Universidad de Harvard Paul Harris, uno de los psicólogos especialistas en el estudio de la imaginación infantil más reputados del mundo, ha corroborado que los niños que tienen compañeros imaginarios tienden a ser más felices y más sociables que aquellos que no los tienen. Y no solo eso, sino que son capaces de desarrollar tres de las habilidades blandas o soft skills mejor valoradas hoy en el mundo académico y empresarial.

Harris llegó a esta conclusión al exponer a diferentes niños al llamado «juego de las tres montañas». Dividiéndolos por grupos e individualmente, la tarea que el psicólogo planteaba a los pequeños consistía en mostrarles una maqueta con tres montañas de diferentes tamaños y colores, para pedirles a continuación que imaginasen cómo se vería el paisaje desde diferentes perspectivas e introduciendo variaciones.

Al hacerlo, Harris pudo demostrar que los niños que habían tenido o tenían amigos imaginarios eran capaces de resolver mejor los imprevistos que surgían al cambiar las reglas del juego. Además, no sólo eran más flexibles, rápidos y eficaces a la hora de innovar soluciones, sino que trabajaban mejor en equipo cuando se les sumaban otros niños. Y, por si fuera poco, lograban detallar con más precisión los posibles escenarios respecto a aquellos niños que no tenían compañeros invisibles.

Tres 'soft skills' muy valoradas

Dicho de otro modo, lo que el estudio de Harris corroboró es que los pequeños que tienen un amigo imaginario trabajan mejor en equipo, son mucho más capaces de ejercer la creatividad en la resolución exitosa de problemas, y consiguen un desarrollo mucho más elaborado del storytelling, es decir, de su capacidad para crear historias y contextos detallados, conmovedores y persuasivos. Tres de las habilidades hoy más demandadas tanto por las empresas como por el mundo universitario.

Además, los resultados de este prestigioso psicólogo de Harvard han servido de base para que otros autores amplíen aún más lo que hoy sabemos sobre cómo impacta en los niños tener un amigo imaginario. Y de entre todos ellos destaca la doctora en Psicología Marjorie Tylor, de la Universidad de Oregon, autora de lo que algunos llaman «la biblia de la imaginación infantil»: la obra Compañeros imaginarios y los niños que los crean.

Pequeños creadores de «paracosmos»

En sus investigaciones, la doctora Tylor ha comprobado que los niños con amigos imaginarios no solo inventan roles personales, sino que suelen generar todo un «paracosmos» alternativo a la realidad, lleno de matices y dinamismo. Una habilidad que, a la postre, incide de lleno en su riqueza de vocabulario, en su autoestima, en sus capacidades narrativas y en su empatía. Incluso en contra de lo que pudiera parecer, en caso de situaciones dolorosas y traumas, tener un amigo imaginario logra que el niño termine abriéndose de un modo más sano a la realidad.

Esta capacidad de generar «paracosmos» complejos en el mundo imaginario ha sido relacionada con el incremento de un tipo de creatividad que, de nuevo, según otro estudio de Harvard está ligado al éxito entre los adultos a la hora de innovar y resolver problemas complejos.

De modo que, si alguna vez encuentra a su hijo charlando, jugando o tomando una tostada con un amigo que usted no puede ver, no se asuste. Tal vez, el día de mañana, pueda poner en su currículum el nombre de aquel entrañable compañero imaginario.

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