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Los cinco lenguajes del amor

Las palabras cotidianas que podrían salvar tu matrimonio

El primero de los cinco lenguajes del amor identificados por el experto consejero matrimonial Gary Chapman es tan cotidiano que su enorme impacto positivo resulta aún más sorprendente

Entre lo cañí, lo costumbrista y lo casposo, los sketch de Matrimoniadas que en los 90 José Luis Moreno solía incluir en su programa de Noche de Fiesta eran uno los shows más celebrados. Tres matrimonios de diferente edad –unos veinteañeros recién casados, una pareja de mediana edad, y unos jubilados con las bodas de plata ya cumplidas– iban recreando de modo sucesivo y concatenado una misma situación, pero tratando cada uno el asunto desde el prisma de los años de convivencia.

Naturalmente, se trataba de un gag humorístico que arrancaba la risa exagerada de un público entregado y no muy exigente, pero precisamente por eso, como toda buena caricatura, cada pareja resaltaba aquellos aspectos más arquetípicos e histriónicos del estereotipo que representaban. Unos matices satíricos entre los que destacaba, de un modo principal, la forma que tenían los esposos de hablarse entre sí: de las arrobadas y delicadas carantoñas de los recién casados, a las pullas y menosprecios de los ancianos, pasando por las suspicacias y exigencias de los cuarentones.

Es más que probable que ninguno de los guionistas de Noche de Fiesta supiera que en aquellos mismos años, el consejero matrimonial Gary Chapman comenzaba a elaborar su teoría de los cinco lenguajes del amor. Y que, precisamente el primero que iba a desarrollar era el de las «palabras de afirmación». O dicho de otro modo, cómo influye en un matrimonio el modo de hablarse.

El «tremendo poder de las palabras»

«Muchas parejas nunca han aprendido el tremendo poder de las palabras para afirmarse el uno al otro», explica Chapman. Sin embargo, «los cumplidos verbales y las palabras de aprecio son poderosos comunicadores de amor». Un elemento esencial para la salud del matrimonio, «que se expresan mejor en afirmaciones sencillas y directas tales como ‘te sienta muy bien ese traje’, ‘siempre estás impresionante con ese vestido’, ‘me gusta mucho que seas puntual para recogerme del trabajo’, ‘gracias por conseguir las niñeras para esta noche, quiero que sepas que no lo doy por sentado’ o ‘tú siempre logras hacerme reír’», dice Chapman.

Y lanza una pregunta: «¿Qué pasaría con el ambiente emocional del matrimonio si el esposo y la esposa escucharan tales palabras de afirmación con regularidad? Porque los cumplidos verbales son motivadores más estupendos que las regañinas constantes».

El experto en asesoramiento matrimonial matiza que «no recomiendo la adulación a fin de conseguir que tu cónyuge haga algo que quieres. El propósito del amor no es lograr algo que quieres, sino hacer algo por el bienestar de la persona que amas. No obstante, es un hecho que cuando recibimos palabras de afirmación es más probable que nos sintamos motivados a corresponder y hacer algo que desee nuestro cónyuge».

Ejercicios concretos para cada día

Por ese motivo, Chapman recomienda una serie de ejercicios para ejercitar este lenguaje del amor, tanto si es el predilecto de uno de los miembros del matrimonio, como si no. En primer lugar, propone tener un pequeño listado de palabras y expresiones positivas que queremos decir a nuestro cónyuge, que puede ir renovándose y ampliándose con el tiempo.

En segundo lugar, sugiere que, «durante una semana, mantengas un registro escrito de todas las palabras de afirmación que le das a tu cónyuge cada día, porque así quizás te asombres de lo bien, o lo mal, que estás expresando tu amor a través de las palabras».

En tercer lugar, invita a fijar «una meta para hacerle a tu cónyuge un cumplido diferente cada día, durante un mes» y a «decir te amo u otras expresiones similares, en diferentes idiomas». Además, propone «elogiar a tu cónyuge en presencia de sus padres o amigos; así recibirás un crédito doble: tu cónyuge se sentirá amado o amada, y los padres se sentirán afortunados de tener un gran yerno o una gran nuera».

Y si eso es algo a lo que no estamos acostumbrados, sugiere «enviarle de vez en cuando un email o un mensaje con una nota de afirmación y cariño durante el día, o cuando uno de los dos esté viajando».

Un truco infalible

Para llevar a cabo todo ello, Chapman recomienda buscar «los puntos fuertes de tu cónyuge, para decirle cuánto aprecias esas fortalezas». Con un matiz: «Sé específico: ‘Me gusta cómo en la iglesia te acercas a la gente que parece no tener a nadie con quién hablar’, ‘se nota que te mantienes al día en la búsqueda de empleo, verás cómo da resultados’, etc.». Y da un buen truco, casi infalible, para lograr trasladar nuestro amor a través de las palabras: «dale las gracias a tu pareja por algo que hace de manera rutinaria y no esperaría que lo elogiaran por eso».

Para descender en los detalles concretos de este lenguaje del amor, el autor desgrana tres tipos de «palabras de afirmación»: las palabras alentadoras, las palabras bondadosas, y las palabras humildes. Entraremos en ella en próximos reportajes, pero, aun sin tanto detalle, este sencillo ejercicio puede suponer un cambio radical en la vida de un matrimonio, incluso aunque esté atravesando una mala racha. Porque, como concluye Gary Chapman, «si ya dice el dicho inglés que ‘una manzana al día, del médico te alejaría’, tal vez podríamos decir que ‘un cumplido al día, del mediador matrimonial te alejaría’».