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El divorcio destroza la salud mental, sobre todo a las mujeres

Una reciente investigación científica publicada demuestra que el divorcio causa graves efectos en la salud mental, que afectan sobre todo a las mujeres de un modo permanente

Aunque el divorcio suele presentarse socialmente como un mecanismo de «liberación» ante un matrimonio de hace aguas, la realidad es bien distinta. Tanto es así que según una reciente investigación publicada en 2024 en el Journal of Epidemiology & Community Health, se ha demostrado que pasar por un divorcio destroza la salud mental de los ex esposos, y de un modo especialmente grave y duradero para las mujeres.

El estudio científico ha sido elaborado por un equipo internacional euro-chino, liderado por la profesora Yaoyue Hu, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Médica de Chongqing, en China, ha podido analizar un registro de casi 229.000 ciudadanos finlandeses entre los años 1996 y 2018. Con los datos de seguimiento en la mano, pudieron comparar el consumo de antidepresivos en personas de ambos sexos de entre 50 y 70 años, cuatro años antes y cuatro años después de pasar por un divorcio, por una ruptura sentimental o por la muerte del cónyuge.

Mayor impacto negativo en las mujeres

Al comparar los datos, los investigadores encontraron el dato –lógico– de que ambos sexos habían aumentado el consumo de medicamentos antidepresivos justo mientras atravesaban una de esas circunstancias. Eso sí, de forma más incisiva en el caso de los divorcios incluso frente a la muerte de la pareja.

Más en concreto, el uso de estas sustancias se disparaba en un proceso de separación, con un incremento del 7 % en las mujeres y del 5 % en los varones. En el caso de duelo por viudedad, aumentaba un 6 % en las mujeres y un 4 % entre los hombres, y cuando se producían separaciones no matrimoniales, los índices se reducían a un 3 % en los hombres y un 6 % en las mujeres.

Perjuicios duraderos causados por el divorcio

Además, al cabo de un año, las diferencias se agudizaban aún más. Mientras las rupturas no matrimoniales y las muertes del cónyuge tendían a suavizarse con los años, en el caso del divorcio se apreciaba un impacto mucho más negativo para la salud mental. De este modo, tanto varones como mujeres necesitaban recurrir a estos medicamentos «en un nivel persistentemente más alto en comparación con el anterior a la disolución de la pareja», señalan los investigadores.

Así, mientras los hombres tenían que mantener un consumo de ansiolíticos y antidepresivos similar al momento previo al divorcio –sin llegar a abandonarlos nunca, en muchos casos–, las mujeres entraban en una espiral creciente y duradera: su consumo de antidepresivos disminuyó sólo ligeramente justo después del final de la relación, para aumentar de nuevo de forma progresiva un año después y en adelante, según muestran los resultados.

El matrimonio sana a los hombres

Incluso en los pocos casos en que se volvió a formar una pareja tras la separación (algo que ocurrió en menos del 23 % de las personas analizadas, puesto que el índice de fracaso en segundas nupcias es casi el doble que entre los que se casan una sola vez), esa nueva relación sólo implicó «pequeñas reducciones» en el uso de antidepresivos, y solo al inicio, para volver al mismo nivel o incrementarse en un plazo de dos años.

Así, aquellos varones que formaban un nuevo matrimonio exitoso y duradero tendían a reducir los antidepresivos, mientras que en el caso de las mujeres «los declives en el uso de antidepresivos son más pequeños», explica la investigación.

Algo que, según los autores, «podría estar relacionado con las explicaciones de que el matrimonio beneficia la salud mental de los hombres en mayor medida que la de las mujeres, y que los hombres son más propensos que las mujeres a buscar apoyo emocional al volver a tener una pareja». «Además, las mujeres podrían asumir mayores responsabilidades para gestionar las relaciones interpersonales entre las familias reconstituidas, como las que tienen con los hijos de la nueva pareja, lo que podría socavar su salud mental», apuntan.

Tabú divorcista

Los datos de este estudio tienen un alcance mayor del que pudiera parecer, puesto que aunque en los últimos años ya se han venido publicando diferentes investigaciones que muestran cómo el matrimonio es bueno para la salud, la mentalidad divorcista instalada en la sociedad prefería mirar para otro lado al reconocer el impacto negativo que tiene el divorcio.

Una disolución que, lejos de ser una liberación para los cónyuges, acaba por convertirse en un lastre para una gran mayoría de personas, y especialmente para las mujeres. De hecho, son cada vez más los terapeutas familiares y los neuropediatras, como el doctor Carlos González, que insisten en que lo mejor para la salud física y emocional de los cónyuges y de los hijos es arreglar los problemas que hay en el matrimonio, y no acabar con él. Con los datos en la mano, el tabú del divorcio se va desmoronando.