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Un médico sostiene la mano de un enfermoGTRES

Entrevista

El doctor Benito, experto en paliativos: «Cuando aceptas que vas a morir, vives con más intensidad»

El autor de El niño que se enfadó con la muerte cuenta que a los 10 años el fallecimiento de su abuelo le dejó indignado con la parca, pero no fue hasta media vida después cuando descubrió su vocación

A mediados de sus cuarenta años, el doctor Enric Benito (Mallorca, 1949) padeció una profunda depresión. En este momento, se replanteó su carrera como oncólogo, que terminó abandonando y cambiando por los cuidados paliativos. El autor de El niño que se enfadó con la muerte cuenta que a los 10 años el fallecimiento de su abuelo le dejó indignado con la parca, pero no fue hasta media vida después cuando se dio cuenta de que su labor –«lo que había venido a hacer», en sus propias palabras– era acompañar a otras personas en el proceso de morir.

El niño que se enfadó con la muerte, el libro de Enric BenitoHarperCollins

–¿Cómo supo que su vocación era acompañar a otras personas en su muerte?

–Me hice médico porque sentía la llamada de ayudar a cuidar a personas. Hice oncología, pero realmente cuando me di cuenta fue en una crisis que tuve existencial importante en los 40 y bastantes. Me diagnosticaron una depresión por estrés. Tuve que hacer una autoindagación y descubrí que lo que realmente me había comprometido en la vida era a cuidar de la gente en el proceso de morir.

A los diez años, cuando murió mi abuelo, me quedé muy indignado con la muerte, con la mala muerte, digamos. Mi vocación se confirmó a los 45 años, cuando me di cuenta de que lo que he venido a hacer no es ser médico y oncólogo, sino acompañar a la gente en el proceso de morir.

–Esto tuvo que significar un cambio de mentalidad de curar a acompañar.

–Tenemos la suerte de que no curamos a nadie. Es una oportunidad extraordinaria, porque no me puedo esconder detrás de una radiografía o un análisis de resonancia magnética o una quimioterapia. Tengo que desarrollar un cuerpo a cuerpo, porque acompañar a otro significa que la herramienta eres tú. Esto tiene premio: luego te conviertes en una persona mucho más madura, mucho más sabia y mucho más feliz también, ya que la muerte es una maestra de vida. Si lo sabes entender es lo que realmente te enseña como vivir bien, porque cuando aceptas que vas a morir, empiezas a vivir con más intensidad.

Nadie se arrepiente antes de morir de haber sido de derechas o izquierdasEnric BenitoAutor de 'El niño que se enfadó con la muerte'

–En ese tiempo, ¿qué es lo más sorprendente que ha descubierto de todas las personas a las que ha acompañado en los últimos momentos de su vida?

En ese momento, la verdad se hace muy presente. Nadie se queja de haber sido de un partido de derechas o izquierdas, nadie se queja de haber tenido poco dinero o poco poder. Ahí te das cuenta de qué es lo importante. No hace falta morirse para descubrir la realidad, lo que importa. Ya muchas veces estamos agobiados o preocupados, ansiosos, por una cantidad de tonterías que nunca llegan a ocurrir y que si ocurren no son tan importantes. Cuando aceptas que vas a morir cualquier cosa que te pasa la relativizas.

–Si uno no se arrepiente de ser de izquierdas o derechas, entonces ¿de qué?

–De no haber vivido bien, de no haber sido coherente consigo mismo, de no haber sabido perdonar, a perdonarse, de tener a personas castigadas en su corazón. En ese momento, todo eso es un lastre que no te deja partir, los asuntos pendientes, las cosas no resueltas, los conflictos, la vida no vivida. La pregunta de examen final es que tú mismo te observas, te das cuenta, repasas todo lo que has vivido y te preguntas ¿he sido feliz? ¿He hecho lo que tenía que hacer? ¿Me lo he pasado bien, he compartido, he amado?

–En los últimos momentos, ¿qué papel juegan los familiares y seres queridos?

–Fundamental. Cuando alguien se va, siempre está vinculado con la gente importante en su vida. Es una despedida. Ante la tensión que se produce en este momento lo que hacemos en cuidados paliativos precisamente es acompañar, facilitar que se suelten estos lazos de forma armónica. A lo mejor la persona que se va está mejor preparada que nadie para irse, pero los hijos o los que lo quieren no, pero tienen que dar su permiso y decir: entiendo que tienes que partir. Gracias por lo que hemos compartido. Te quiero. Lo has hecho muy bien. Nos cuidaremos de unos de otros, como nos has enseñado.